Naomi Osaka, la tenista que ha generado muchos titulares en los últimos días debido a su decisión de retirarse del Abierto de Francia, parece haber iniciado un fuerte movimiento que pone sobre la palestra la pérdidad de la salud mental que sufren muchos atletas.
La deportista de 23 años a la que hace solo dos semanas el 'New York Times' calificaba de “portavoz favorita de todo el mundo” ha decidido abrir una lucha con el circuito tenístico y reconocer problemas de salud mental que, según varios especialistas consultados, son mucho más frecuentes de lo que podría parecer.
“Hay un porcentaje considerable de deportistas profesionales con patologías mentales”, señala a este periódico Chema Buceta, profesor de Psicología y entrenador de baloncesto; “no hay más que recordar el caso de Michael Phelps”.
“El desgaste de la competición y las exigencias de su papel en la sociedad van minando sus fuerzas hasta que salta la patología. En la mayoría de los casos no son patologías limitantes; en otros sí. Pero hay una gran incomprensión hacia ese sufrimiento continuo, esa lucha permanente consigo mismo para mejorar, la presión, las expectativas… Y repercute tanto en su rendimiento como en su salud”.
Según, 'Forbes', Osaka quien nació en Japón, es hija de padre haitiano y madre japonesa y vive en los Estados Unidos desde los 3 años; ganó 37,4 millones de dólares entre 2019 y 2020 en patrocinios y premios, récord histórico anual de una mujer deportista.
Durante el confinamiento del año pasado, se convirtió en una líder en la lucha contra la injusticia racial en los Estados Unidos.
Su decisión de dejar Roland Garros después de un solo partido y no obedecer el mandato de las ruedas de prensa pospartido debido a sus ataques de ansiedad abre una brecha inesperada en el circuito, dada su tremenda influencia.
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