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Sumo, el deporte sagrado que tiene sus raíces en los míticos orígenes de Japón

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Japón es un país con una cultura milenaria en los más variados ámbitos. El deporte no es la excepción y uno de los más representativos es el sumo. 

El origen de esta disciplina fue a partir de una danza ritual agrícola que se realizaba como una oración tras una buena cosecha y la primera mención se encuentra en un manuscrito de Kojiki del año 712. 

Este relata que la posesión de las islas japonesas se decidió en un combate entre los kami conocidos como Takemikazuchi, dios del trueno y de la espada creado a partir de la sangre derramada en el momento que Izanaghi mató al demonio del fuego Kagutsuchi, y Takeminakata, dios del agua, el viento, la agricultura y la casa, descendiente lejano del dios de las tormentas Susanoo. 

Takemikazuchi quería conquistar la tierra de Izumo y fue desafiado por Takeminakata a un combate cuerpo a cuerpo, a quien derrotó aplastándolo ‘como una caña’ para reclamar a Izumo. 

Reglas del Sumo 

El sumo no estaba regulado y normalmente las luchas entre mortales se libraban hasta que uno de los dos rikishi (luchadores) falleciera y fue cambiando a partir del siglo XVI, empezando por la arena, que convirtieron en reglamentaria y se desarrollaron la mayoría de las reglas, incluyendo sanciones y otros aspectos, como la técnica de lanzamiento y derribos. 

Conserva la mayoría de sus costumbres tradicionales, como el dohyo (círculo de paja elevado), los mawashi (única vestimenta que portan), los peinados denominados oicho que llevan los luchadores y los lazos con la religión Shinto, ya que los rituales previos a cada combate son para eliminar a los malos espíritus del círculo mediante el Shiko. 

  • Queda eliminado el primer luchador en tocar el suelo con alguna parte de su cuerpo a excepción de la planta de los pies. 
  • El primer luchador en hacer contacto con el exterior del ring queda eliminado. 
  • Si un luchador pierde el mawashi queda eliminado. 
  • Un luchador también queda eliminado si utiliza técnica ilegal o el kinjite, que son faltas como tirar del pelo, golpear con puño cerrado, agarrar al rival por la garganta, etc. 

El sumo a nivel profesional es exclusivamente masculino, a las mujeres solo les permite competir en torneos amateurs y los luchadores basan su ‘ventaja’ en el tamaño, ya que no hay un límite de peso, pero las dietas hipercalóricas que llevan hace que su esperanza de vida sea los 60 años, mientras que la de un ciudadano japonés es de 80 años. 

Cada luchador lleva su vida bajo un régimen casi militar, con hermetismo casi total, entrenamientos de 5 horas. Viven en lugares llamados establos (heya) y una carrera que inicia a partir de los 15 años con el objetivo de convertirse en yokozuna o al menos en sekitori, ya que los de élite ganan alrededor de $45,000 dólares mensuales. 

 

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