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Porqué debemos creer que nuestro futbol no está bien

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Podría haber escrito aterrados, desarmados o hasta derrotados. Yo creo que estamos en ese momento de colapso general, en que fingimos tener control, mientras pretendemos que no vemos nuestro futbol desmoronarse a cámara lenta. Todo es tan caótico que el aire se puede cortar con un cuchillo.

La última derrota del Club Sport Herediano ante el Real Estelí fue el empujón hacia el precipicio. Será que estoy diciendo burradas? No lo creo, es nuestra realidad.

Hace unos días conversaba con un colega entrenador, y le preguntaba porqué en nuestro futbol siempre eran los mismo entrenadores los que dirigían. Me respondió sin tapujos: “Aquí los nombramientos se hacen políticamente”. 

Es interesante ese círculo político - vicioso. Los clubes nombran no por capacidad, sino elige en forma afectiva.Así lo que interesa es el presente, la victoria inmediata y no le importa caer en un precipicio en el mediano y largo plazo.

Este ciclo interminable es una espiral sin fin. Un club elige un entrenador para que “salve el equipo o lo haga campeón” y por lo general esa elección es la que pide la afición. En la presentación, el entrenador, habla de la grandeza del equipo, su tradición futbolística, el trabajo que va a desarrollar y su idea del futbol. Después del primer partido se compara su idea de juego expuesta con algún entrenador europeo: posesión de balón, pressing, transiciones ofensivas y defensivas espectaculares.

Después de un par de partidos ganados el equipo empieza a fallar. Fallas defensivas y ofensivas le cuestan empates o derrotas. La crítica señala que el entrenador no tiene la culpa si el jugador falla goles y comete errores puntuales, a gritos dicen que lo dejen trabajar. El mismo entrenador pide tiempo.

Y llega la primera derrota herida. Puede ser en un clásico, un partido definitorio, en una semifinal, o en un torneo del área. Ya no en los medios sino que en las redes sociales comienzan las críticas.

Frente a la prensa las preguntas sobre el despido irritan al técnico, que responde que la crítica es normal. Los directivos o el presidente le dan un voto de apoyo, pero todo comienza a ponerse rancio.

Las victorias regresan contra equipos pequeños, pero el equipo sigue jugando mal, sin convencer y ver alguna evolución en su accionar, aunque el entrenador dice que lo hace bien. Los medios arrecian cuando alinea a un jugador que no les gusta y dicen que no sabe alinear. Crecen las preguntas sobre el despido. Aparecen los jugadores que se responsabilizan y dicen que el entrenador no tiene la culpa y el trabajo cambiará el escenario. Los fanáticos de camiseta en pecho dicen que se necesita paciencia.

La paciencia se acaba y la pregunta decisiva de los periodistas es si el siguiente partido es el definitorio para el técnico.El equipo queda eliminado o listo para un repechaje donde se juega la permanencia en la categoría. La prensa asegura que el trabajo no es bueno y el entrenador está desactualizado. Por lo general en la noche el club anuncia por WhatsApp la dimisión o al día siguiente en una conferencia de prensa pactada. El entrenador sale dolido, casi llora, pero sorpresa: en pocas horas es contratado por otro club en el mismo torneo.

Porqué los dirigentes siempre insisten en los mismos entrenadores si les fue mal en el anterior equipo?No creen que tendrán las mismas soluciones. Los mismo o parecidos resultados. Al final nada cambia, todo sigue igual; mal, peor, sin percatarse que el verdadero problema está en la raíz, en buscar siempre lo mismo. Preferimos el fuego de una noche de lunada a la iluminación innovadora que nos lleve al éxito. 

 

** El autor tiene una Maestría en Comunicación. Licenciatura en Periodismo y Educación Física. Además es entrenador de Futbol y Baloncesto.

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