¿Sorprendió lo de Crawford ofreciendo un Show boxístico merecedor de ser incluído en el cartel del Circo del Sol?... No, pero fue más allá de todos los cálculos, sobredimensionando la impresión provocada con su flexibilidad incontrolable, maestría difícilmente comparable, certeza de alta cirugía aplicando sus golpes, y seguridad desarticulando a un adversario “confiscándole” su punch, quizás más temible con su ventaja de peso… Ha sido una victoria rotunda y con pocas complicaciones sobre el mexicano Saúl “Canelo” Alvarez.
Las cifras en las tarjetas 116-112, 115-113, 115-113, son engañosas. La superioridad del ahora Super-Campeón, vista entre las cuerdas, fue más amplia que eso. El salto de Crawford a la cima del boxeo, ha sido tan espectacular como la búsqueda de tocar el cielo con la punta de sus zapatos, del sueco Duplantis, as del salto con pértiga. Más de 72 mil presentes, otro más de los “milagros” de atracción del “Canelo”, no tenían nada que discutir al salir de la arena.
Fue una clase de toreo, recordando a Manolete o Paquirri. La danza frente al toro, las banderillas, las estocadas, y el dominio de un domador. El intento de vencer y convencer del “Canelo” fue dinamitado con una calma sanguinaria. Crawford no se mostró apurado en los primeros rounds. Se apegó a un guion bien elaborado, consecuencia de un adecuado estudio previo. “Canelo” fue tras él, sin conseguir la distancia apropiada, pero disparando. Crawford no intentó huir. Siempre se mostraba con sus dos escopetas atentas, abriendo preferentemente con su jab derecho, utilizado como un estilete, y su izquierda atrás, arriba, amenazante, sus ojos bien abiertos para anticiparse captando intenciones. Sus piernas en movimiento, en modo Fred Astaire y su planteo frontal para facilitar el cambio de perfil que tan bien domina. A la altura del sexto round, la topografía del combate estaba definida, y en el noveno, la inclinación era como la del Titanic. “Canelo” llegó a creer que tenía un rival de cuatro manos enfrente.
Posbilidad de llevar a Crawford a las cuerdas o arrinconarlo en una esquina. Ninguna. La velocidad de golpeo del estadounidense, era vertiginosa. Metido en un laberinto de dificultades, “Canelo” debe haberse percatado que sólo la búsqueda de un impacto “milagroso” como el de Chávez con Taylor, o una arremetida como la realizada por De la Hoya a Quartey, podría proporcionarle una oportunidad de sobrevivencia. Pero ¿cómo fabricar ese momento? Sacó su corazón, lo mostró, pero no era suficiente. Tratar de detener a Crawford era tan inútil como sujetar una tormenta con las manos. Ni siquiera la lanza de Ulises le hubiera proporcionado la posibilidad de salir del caos. El show de Crawford no se detuvo, y su confianza fue tan exuberante, que aún con el fallo en el bolsillo, propuso más fuego y más candela. “Canelo” quedó sin aliento, sin palabras, y con su futuro tambaleante. El púgil sentado sobre una roca en la cima, es Crawford.
CRAWFORD PELEO PERFECTO
