Regularmente, sin un patrón como medida, el tenis femenino se nutre de jugadoras adolescentes prodigio.
Deportistas, generalmente de Europa del Este o estadounidenses, que corren los límites de la maduración profesional y obtienen registros precoces que asombran tanto o más que el juego que derraman dentro del court. Otra vez está sucediendo. El circuito de la WTA encuentra en la rusa Mirra Andreeva, de 16 años cumplidos a fines de abril, como un diamante, como una atleta que se destaca por su frescura, resultados y capacidad.
Ya había maravillado hace aproximadamente un mes, cuando recibió una invitación para competir en el WTA de categoría 1000 en Madrid y llegó hasta los octavos de final, donde recién perdió con la número dos del mundo, la bielorrusa Aryna Sabalenka.
Antes de despedirse de la Caja Mágica española derrotó a la canadiense Leylah Fernández (finalista del US Open 2021) y a dos top 20 como la brasileña Beatriz Haddad Maia y la polaca Magda Linette. Todavía con edad de jugadora junior y siendo 143°, Andreeva asumió el compromiso de jugar la clasificación de Roland Garros y no sólo superó los tres partidos de la qualy, sino que lo hizo sin perder sets.
Claro que redondeó el impacto al triunfar en su debut en el cuadro principal: 6-2 y 6-1 frente a la estadounidense Alison Riske-Amritraj, 85° del mundo. Su rival de la segunda ronda será la francesa Diane Parry, 79°.
“Estaba un poco asustada antes de entrar a la cancha. Traté de manejar eso. Pero me concentré en mi juego y eso fue todo. Pude lograrlo”, expresó Andreeva, cuya hermana, Erika, también es tenista, es dos años mayor (18) y actualmente ocupa el puesto 147°. Ella también está en el cuadro principal del Abierto de Francia: entró como perdedora afortunada y se medirá con Emma Navarro (EE.UU.). “Tuve una buena racha en Madrid, pero sigo trabajando. Espero que esto siga funcionando para mí. Me preparé bien para Roland Garros. El año pasado estuve aquí como junior [llegó a los cuartos de final]. Realmente no me imaginaba estar ahora en el evento principal. Encontrarme en el cuadro principal y haber pasado las calificaciones..., realmente no sé qué decir”, reconoció Mirra, nacida en Krasnoyarsk.
Comenzó a jugar al tenis a los seis años, pero se mudó con su familia a Sochi, junto al Mar Negro, para encontrar mejores condiciones de entrenamiento. Luego optaron por Cannes, también tenían la posibilidad de instalarse en Mallorca, en la academia de Rafael Nadal. Invitada a describir su juego, Mirra Andreeva se comparó -salvando las diferencias, claro- con el de la creativa tunecina Ons Jabeur y, el de su hermana, con el de Iga Swiatek, líder del ranking. Instalada desde hace un año en la Costa Azul francesa, se entrena bajo la dirección de Jean-René Lisnard y Jean-Christophe Faurel. En enero pasado disputó la final junior del Abierto de Australia.
Andreeva, de niña, con Svetlana Kuznetsova
Andreeva, que ya se aseguró avanzar al puesto 112° cuando se actualice el ranking e ingresará en el top 100 si obtiene otro triunfo en París, mide 1,71m, es diestra, impacta el revés de dos manos (y muy bien, como la mayoría de las jugadoras nacidas en las escuelas de Europa del Este) y su inspiración siempre fue Serena Williams. También admira a Andy Murray; de hecho, ya lo conoce al escocés y le envió mensajes ya que los entrenadores de ambos están conectados. Muestra inteligencia a la hora de leer el juego, es sólida desde la base de la cancha y osada para cerrar los puntos en la red y arriesgar con sus impactos. Tiene un amplio margen de mejora, claro: apenas está dando sus primeros pasos en el circuito mayor. Cursa el colegio ruso en forma virtual y sonríe, despreocupada: “No voy a mentir, no entiendo mucho en la clase de química. En matemáticas e inglés no estoy muy mal”. Los especialistas del mundo de las raquetas coinciden en que tiene todo para triunfar. Ya está rompiendo el molde y luego será el tiempo el que la pondrá en el lugar que la historia le tiene reservado.
Fuente: Diario La Nación Argentina