LA NOCHE DE FIESTA QUE RYAN LOCHTE OCULTÓ
Lochte, James Feigen, Gunnar Bentz y Jack Conger aseguraron haber sido víctimas de un asalto a punta de pistola, tras salir de una fiesta en la madrugada del pasado domingo, perpetrado un grupo de hombres que vestían uniformes de policía La investigación demuestra que los deportistas acudieron a tal fiesta, una celebración en la Casa de Francia, en el barrio de la Lagoa, donde habrían estado con tres mujeres jóvenes -a quienes busca la policía-.
Antes de regresar a la Villa Olímpica, en Barra de Tijuca, cogieron un taxi y pararon en una gasolinera. Estaban bebidos y alterados, según los testigos, y realizaron destrozos en el baño y otras instalaciones de la gasolinera, lo que obligó a los empleados a intervenir y avisar a la policía militar y a los guardias de seguridad.
Trataron de retenerlos a la espera de la policía, pero los nadadores se resistieron. Uno de ellos les apuntó con una pistola. Finalmente, asumieron el coste de los destrozos -pagaron 20 dólares y 100 reales (unos 33 dólares)-, subieron al taxi y regresaron a la Villa Olímpica, según relató el jefe de la policía.
Veloso subrayó que, pese a que uno de los guardias de seguridad les apuntó con su arma, «no hubo ningún tipo de violencia con los atletas» ni abuso de autoridad. La investigación policial, las imágenes de los vídeos de la gasolinera y la Villa Olímpica lo confirman.
Las últimas declaraciones prestadas ante la policía brasileña por dos de los nadadores involucrados, Gunnar Bentz y Jack Conger, ratifican las conclusiones de la investigación.
El miércoles, la Justicia brasileña prohibió la salida del país de los cuatro deportistas, pero Lochte ya se había marchado. Bentz y Conger fueron interceptados por la policía cuando se disponían a subir al avión y, aunque se negaron a declarar en la comisaría del aeropuerto, acudieron posteriormente a testificar y cooperar con la policía local. El jueves recuperaron sus pasaportes y abandonaron la ciudad.
El Comité Olímpico de Estados Unidos pidió disculpas este jueves tanto a Río de Janeiro como al pueblo brasileño por el «inaceptable» comportamiento de los deportistas. Scott Blackmun, presidente del organismo, valoró en un comunicado que la forma de actuar de los atletas «no representa los valores» de la delegación estadounidense y explicó que desde dentro evaluarán la cuestión y la posibilidad de «potenciales consecuencias».
Mientras, el escándalo ha provocado ya un intensa reacción en las redes sociales, donde se multiplican las críticas contra Lochte, el más popular y considerado el «cerebro» de la invención del asalto, porque fue quien lanzó esa versión y mantiene además contratos millonarios con reconocidas firmas asociadas al deporte. El jefe de la policía de Río considera que los deportistas deben, al menos, una disculpa al pueblo brasileño. Este viernes, el abogado de James Feigen ha anunciado que el nadador donará 10.800 dólares tras el escándalo.
La noche de fiesta que Ryan Lochte ocultó al mundo
Corría la noche del sábado en Río y el nadador Ryan Lochte, compañero de cuarto de la leyenda de la natación Michael Phelps, tenía una medalla de oro que celebrar. La Casa de Francia, uno de los lugares patrocinados por los países visitantes durante los Juegos, estaba de fiesta y el estadounidense, acompañado por los también nadadores Gunnar Bentz, Jack Conger, y Jimmy Feigen, decidió ir. Eran casi las dos de la madrugada del domingo y había una larga fila para entrar al evento, cuyas invitaciones rondaban los 600 reales (unos 186 dólares). Lotche y compañía esquivaron la cola y entraron con aire de vencedores. Al fin y al cabo, eran las estrellas de la noche.
Los nadadores bebieron y mucho, como reconocieron después. Lochte llegó a compartir en una red social un vídeo del lugar. La fiesta era enorme. Unas mujeres aparecieron, flirtearon y se besaron con los atletas. Después, se contaron los detalles en el taxi que las llevó de vuelta a casa. El taxista oyó la conversación y acabó siendo una de las piezas clave de la investigación al relatar a la policía los diálogos. “Eso indicaba que uno de los atletas tenía un motivo para no divulgar la historia verdadera”, afirmó el jefe de la Policía Civil, Fernando Veloso. Lochte mantiene una relación desde marzo pasado con la modelo Kayla Rae, según la prensa norteamericana.
Los nadadores dejaron la fiesta muy animados cuando faltaban 15 minutos para las seis de la mañana– y no a las cuatro, como inicialmente declararon – y pidieron un taxi. En el camino de cerca de 40 kilómetros que separaba el baile, en la turística Laguna Rodrigo de Freitas, de la Villa de los atletas, los nadadores hicieron una parada. Necesitaban ir al baño. El taxista entonces aparcó el coche en el lateral de una gasolinera de la avenida de las Américas, ya en Barra da Tijuca, cerca del Parque Olímpico. Lochte estaba exaltado, confirmó uno de los compañeros a la policía, y parte del grupo acabó haciendo pis en la calle. Arrancaron una placa del puesto y al llegar a los baños rompieron espejos, jaboneras y la propia puerta. La policía no aclaró si todos participaron o fue solo Lochte, el más agitado, pero confirmó que el medallista había consumido mucho alcohol.
La confusión llamó la atención de los trabajadores de seguridad de la gasolinera, dos agentes (no fue confirmado si son policías militares o agentes penitenciarios) que estaban trabajando. Ellos, en portugués, intentaron advertir a los nadadores sin mucho éxito. Querían evitar que se fueran antes de que la policía llegase y que pagaran los daños. Lochte y compañía no tenían ninguna intención de obedecer, según la policía, y pidieron al taxista que los sacase de allí, pero el conductor se negó. No quería problemas y menos aún con hombres armados. La situación se salió de control.
Al menos uno de los guardas acabó mostrando su arma para obligarlos a quedarse quietos. El vigilante ordenó, ayudado por una persona (ahora testigo) que se ofreció como intérprete, que se sentaran en el suelo. Todos obedecieron, menos Lochte, que estaba decidido a quedarse de pie. La escena tiene cierta similitud con la que el nadador describió en una televisión de EE UU después de que el escándalo del supuesto asalto fuese divulgado, solo que en la versión del atleta él se colocaba como víctima de un robo por parte de falsos policías que lo habían obligado a salir del taxi y tumbarse en el suelo.
“Pararon nuestro taxi y esos sujetos salieron con un distintivo de la policía, sin el luminoso ni nada además de ese distintivo, y nos quitaron del coche. Sacaron las armas y dijeron a los otros nadadores que se acostaran en el suelo. Ellos lo hicieron. Yo me negué, no habíamos hecho nada malo”, relató Lochte. En su versión no había mención ninguna al vandalismo. La policía afirmó que dudaba mucho que “una persona normal” hubiera podido confundir la situación filmada por las cámaras de seguridad con un crimen violento.
El conflicto acabó resolviéndose con dinero: 100 reales (31 dólares) y una multa de 20 dólares. La cantidad, según lo que el dueño de la gasolinera declaró a Globo, no cubre los gastos de los daños que causaron, pero permitió a los nadadores volver a la Villa antes de que llegase la policía.
Foto en los aros olímpicos
Siete de la mañana. El sol ya comenzaba a calentar y varios atletas salían del recinto hacia los entrenamientos. Lochte y sus amigos fueron grabados por las cámaras de seguridad pasando el control de acceso a la Villa. Llevaban las mismas pertenencias que mostraron en el control de metales de la fiesta. Aún eufóricos, se subieron a los aros olímpicos que hay frente a la entrada del condominio de los atletas y se tomaron varias fotos.
En algún momento Lochte llamó a su madre para contarle una parte de la historia: esa en la que le habían apuntado con un arma en la cabeza. Y la señora Lochte entró en pánico. Tardó pocas horas en narrar el incidente a los periodistas y la noticia llegó hasta Australia mientras los nadadores dormían. No se sabe quién alentó a Lochte a maquillar el episodio hasta que se convirtió en un escándalo mundial, y a arriesgarse incluso a una denuncia por falsedad, con pena de hasta seis meses de prisión o multa. Pero la mentira fue tan precaria– Lochte y Feigen, los únicos que habían declarado hasta entonces entraron pronto en contradicciones – que en cuatro días se derrumbó.
La farsa, aunque las autoridades brasileñas y estadounidenses afirmen que no causará fricción diplomática ninguna, hirió el orgullo de los brasileños, cansados ya de lidiar con las verdades del día a día como para tener que asumir falsos episodios de violencia en plenos Juegos. Muchos de los que pasaban este jueves por la mañana cerca de la puerta de la comisaría y observaban la multitud de periodistas esperando los detalles del caso gritaban todo tipo de insultos contra los nadadores, principalmente “liars”, mentirosos en inglés. "Sería noble y digno por su parte pedir disculpas a los cariocas, que han visto el nombre de su ciudad manchado por una versión fantasiosa", comentó el jefe de la Policía Civil,
Lochte, señalado como el responsable del incidente, es el único que está en Estados Unidos y será interrogado de nuevo por la Policía Civil a distancia, con la colaboración del FBI. El nadador, con 12 medallas olímpicas, no reconoció haber mentido. Tampoco parecía muy preocupado con el asunto, al menos hasta el último martes. Mientras la policía y la Justicia brasileña investigaban para resolver el enigma, él publicaba en su cuenta de Twitter: “Mi cabello [verde por el efecto del cloro de la piscina] volverá a su color normal mañana”.
FEIGEN DONARÁ 11.000 DÓLARES A CAUSAS BENÉFICAS COMO COMPENSACIÓN
El abogado de Jimmy Feigen ha anunciado que el nadador olímpico donará 11.000 dólares a causas benéficas en Brasil como compensación por haber mentido sobre el supuesto asalto que sufrieron en Río de Janeiro. Según ha relatado la cadena estadounidense ABC News, el letrado, Breno Melaragno Costa, ha llegado a este acuerdo con las autoridades brasileñas tras mantener un encuentro con el juez que lleva el caso y con funcionarios del Ministerio Justicia.
Fuente: Diario El País