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En estos días de pandemia creció la obsesión del jugador de futbol por la parte física. Por mucho tiempo izamos la bandera de la técnica, muy a lo brasileño, luego con la venida de los entrenadores checos, el entrenamiento físico tomó preponderancia absoluta. Es un vaivén que unido a la falta de un estilo, nuestro estilo, frena el desarrollo de las jóvenes figuras.

Esa tendencia, de los que pugnan por el físico, la presentan con jugadores a nivel mundial como Traoré, en el Wolverhampton, Goretzka, del Bayern, Lukaku, en el Inter, o Haaland en el Borussia, todos muy buenos, pero son solo la excepción.

Para saber jugar al futbol solo hace falta saber jugar al futbol, y eso se logra en una cancha, no en un gimnasio. Se aprende a jugar jugando, y por supuesto luego se complementa al jugador táctica y físicamente.

Durante muchos años, y lo peor es que se sigue haciendo en Costa Rica, los maestros, los formadores, también muchos entrenadores, siguen creyendo en la máxima matemática que la suma de las partes es igual al todo. En futbol esa máxima no existe. No debe aplicarse porque es la gran causante del deterioro futbolístico que muestran muchos jugadores.

Un típico entrenamiento, por lo general, es que el preparador físico durante media hora o quizás más, trabaja la parte física, luego el entrenador lo hace en la parte técnica y termina con la táctica. Al sumar todas estas partes, bingo, el resultado futbolístico es desastroso.

El futbol moderno, formativo y competitivo, debe integrar todas esas partes en una sola. Es decir: entrenar con la pelota la parte física, técnica, táctica, estratégica y psicológica. Por eso es tan importante la planificación en el entrenamiento y la coordinación del entrenador con el preparador físico, y el resto de auxiliares del cuerpo técnico. Y luego como complemento el ejercitarse en el gimnasio.

Muchos formadores y entrenadores eligen jugadores por el biotipo, sobre todo en la parte formativa. Buscan jugadores altos, fuertes, musculosos, rápidos, y olvidan la astucia para decidir en la cancha, recepcionar bien el balón, realizar un pase preciso, rematar o centrar acertadamente, que se muestren relajados, donde los demás se ponen nerviosos, y sepan acelerar o frenar cuando la jugada lo amerite. Es cuando los encargados confunden el futbol con el atletismo.

Estos jugadores que arrastran defectos futbolísticos, imponen su físico para ganar la posición, pero cuando empieza la esencia que debe mostrar el jugador, no saben qué hacer con la pelota.

Si solo se tratara de correr, Usain Bolt no hubiera tenido rivales, pero cuando intentó incursionar en el futbol no supo como entenderse con el balón. El futbol tiene complejidades que se le debe enseñar a los niños y los jóvenes, y pulirlos en los ya formados.

El nivel actual de nuestro futbol no es el mejor. Y la pandemia del coronavirus vino a rematar esa tendencia. Un año que el semillero dejó de germinar, de jugar, competir en la cancha. La respuesta final se verá en dos o tres años. El futuro se llenó de nubarrones.

 ** El autor tiene una Maestría en Comunicación. Licenciatura en Periodismo y Educación Física. Además es entrenador de Futbol y Baloncesto.   

 

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