Nadie puede negar que Saprissa es considerado un fetiche. Esa figura que representa a un ser sobrenatural al que se atribuye el poder de gobernar a una parte de las personas y que tiene fuerzas naturales especiales.
Ese fetichismo se inventó la Saprihora, como el remedio a las carencias futbolísticas del equipo cuando todo parecía perdido. Descubrió que la afición, inquilino de la Cueva del Monstruo, intimida a los rivales en la cancha y fuera de ella, sin olvidarse de los árbitros que escuchan, antes de soplar el pito, a los cientos o miles de aficionados gritando desaforados.
Todo eso cambió. Lo venció un bicho. Un pequeño virus al que nadie puede ver, pero que goleó al futbol costarricense, y a Saprissa le quitó esa fuerza natural especial: le sacó la afición del estadio, le dio tranquilidad a los árbitros, hasta permitirle equivocarse, sin recibir amenazas desde la grada. Ahh y le quitó a sus rivales el miedo de jugar en el Estadio Saprissa. Viendo el Covid -19 toda esa desgracia saprissista, le dejó al menos de vez en cuando la Saprihora, como remedio salvador paliativo.
Cataginés, en este partido, no fue que se alió con el virus para derrotar a los tibaseños. Los cartagos desnudaron las debilidades, carencias y temores que evidencian los jugadores saprissistas.
Un equipo cuando queda campeón debe, además de introducir alguna variante táctica en su esquema de juego, reforzar su planilla. No es lo mismo Cristian Bolaños que su reemplazo Jimmy Marín, que a pesar de dos caños en el partido para la grada vacía, no tiene la sapiencia futbolística de Bolaños para entender el juego. Ni el aporte de Johan Venegas, jugando de espaldas al marco rival, es parecido al de Manfred Ugalde o Ariel Rodríguez.
Saprissa tiene medio campistas que juegan delante de los volantes rivales. Mariano Torres, Marvin Angulo y Michael Barrantes. Cuántas ocasiones, jugando como interiores, vemos estos jugadores atacando la última línea? No me refiero a atacar entre líneas. Ambos jugadores se mueven y aportan como impulsadores o rematadores de media distancia, pero evitando jugar donde no hay espacio para maniobrar.
Si vemos los defensores, Ricardo Blanco al perder el apoyo futbolístico de Cristian Bolaños, no tiene la confianza de meter diagonales produciendo desequilibrio en la zona rival. Entonces se queda cuidando su parcela. Los centrales Aubrey David y Esteban Espíndola, perdieron el timing que tenían los defensores el torneo anterior, incluso cuando Barrantes se metía en medio de los dos.
Saprissa se llenó de miedo cuando Cartaginés lo presionó. No supo que hacer. No tuvo respuestas o las que usó, o trató de implementar, fueron las mismas que el torneo anterior pero con otros jugadores: nunca adecuaron su modelo de juego a los nuevos jugadores.
Cartaginés llenó de miedo a Saprissa. La presión alta usada - existen varias formas de presionar - los puso en cuarentena y los medicamentos y los respiradores artificiales los dejó en cuidados intensivos.
Un equipo siempre está expuesto a perder, y a veces por goleada, como en esta oportunidad. El problema para Saprissa es cómo perdieron. Sin duda el técnico, más que la parte emotiva, tendrá que reinventar su modelo. A veces las ideas son fugases, y a veces por eso desaparecen.
** El autor tiene una Maestría en Comunicación. Licenciatura en Periodismo y Educación Física. Además es entrenador de Futbol y Baloncesto.