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Alexandre Pato a corazón abierto: la fiesta con drogas que le cambió la vida y otras revelaciones

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Alexandre Pato tiene 32 años y milita en Orlando City de la MLS. Sin embargo, allá por el 2009 fue elegido como el Golden Boy y -justamente- era la gran promesa del fútbol a nivel mundial. 

Las lesiones y las malas decisiones truncaron su carrera y en un extenso artículo en The Players Tribune el atacante brasileño abrió su corazón y dejó tremendas revelaciones sobre su carrera deportiva y extradeportiva. 

Su infancia, un brutal accidente en que casi pierde el brazo y sus inicios en el fútbol 

“Teníamos comida en la mesa, pero en la escuela privada ni siquiera podía pagar los libros. Me presentaba con fotocopias”, relató Pato sobre la intimidad de su hogar, cuando su familia hacía grandes esfuerzos para llevar un plato de comida a la mesa. No obstante, todo cambió cuando luego de un partido de fútbol sala un ojeador lo vio y le recomendó a su padre que lo llevara a una prueba en el Internacional de Porto Alegre. 

Allí, en ese viaje de nueve horas a Porto Alegre comenzó la llamativa travesía con un hospedaje un tanto curioso: “Nos registramos en un hotel sexual. Yo no tenía ni idea, era demasiado joven para entender. Creo que nuestra habitación tenía una cama pequeña, eso era todo. El hotel estaba enfrente del Beira-Rio, entonces la gente estaba teniendo sexo mientras miraba el estadio del Inter”.

 

Su desempeño en aquella prueba con el club rojo deslumbró a todos y se unió a las filas de la entidad, algo que para él era impensable un par de años atrás ya que tras un accidente doméstico casi pierde uno de sus brazos. “El médico hizo una radiografía y encontró un gran tumor. Él dijo: ‘Debe someterse a una cirugía ahora , o tendremos que amputar’. Me quedé impactado. Estuve a 24 horas de perder mi brazo izquierdo”. De todas formas, como su familia no tenía dinero para pagar los costos de la operación, el doctor desembolsó lo necesario: “Nunca olvidaré ese nombre, Paulo Roberto Mussi. Él me dio una nueva vida”, aseguró el goleador. 

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Tras viajar con tan sólo 17 años con el Inter de Porto Alegre a Japón para disputar el Mundial de Clubes ante el Barcelona y conocer a su ídolo Ronaldinho allí, las ofertas le llovieron y no había jugado ni siquiera más de 30 partidos como profesional. Ajax, Barcelona y Real Madrid, eran unas de sus opciones, pero Pato eligió al Milan: “¿Alguna vez jugaste con ese equipo en la PlayStation? ¡¡Eran irreales!! Kaká, Seedorf, Pirlo, Maldini, Nesta, Gattuso, Shevchenko... ¡Sheva estaba imparable! O Fenómeno, el REAL Ronaldo. Tenía que jugar con ese tipo. Qué alineación, hombre. Acababan de ganar la Champions League. Milan era EL equipo en ese entonces”.

En ese entonces, Carlo Ancelotti comandaba aquel conjunto de estrellas que venía de levantar la Orejona y la relación entre ambos fue fraternal: “Se convirtió en un padre para mí. Incluso llamó Pato a su perro. ¿Viste esa foto suya en la parada de autobús en Madrid, con las gafas de sol y el cigarro? Bueno, en Milán iba a entrenar en un helicóptero. Vivía en Parma y su esposa sabía pilotar uno. Era como James Bond. Si alguien vivía con estilo, ese era Carlo”.

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Tras ser elegido con semejante galardón que te posiciona como la mayor promesa del fútbol a nivel mundial, la prensa europea comenzó a especular con una rápida obtención de su parte del Balón de Oro, pero nada de ello sucedió. De hecho, en 2010 comenzó el declive de su carrera. 

“En 2010 comencé a lesionarme todo el tiempo. Perdí la confianza en mi propio cuerpo. Me asusté de lo que la gente diría de mí. Entraba al entrenamiento pensando que no podía lesionarme. Si me lastimaba, no se lo decía a nadie. Estaba recuperándome de un problema muscular, luego me torcía el tobillo y seguía jugando. (El tobillo) Estaba hinchado como una pelota, pero no quería defraudar al equipo. Quería complacer a todos. Ese fue uno de mis defectos. La gente esperaba que marcara 30 goles por temporada, pero ni siquiera podía entrar al campo”, confesó. Los excesivos halagos se transformaron en incisivas críticas: “Querían sangre, sudor y lágrimas. Consiguieron las lágrimas bien. Pagué un alto precio”.

En este preciso momento comenzó a recorrer el ancho y largo del planeta fútbol: Corinthians, San Pablo, un retorno frustrado a Milan, Chelsea, Villarreal y hasta el Tianjin Quanjian de China. Su nivel en algunos fue aceptable, aunque nunca volvió a tener las actuaciones que tuvo en sus inicios en el Inter o en su arribo al conjunto italiano. 

De hecho, en su vuelta a Brasil, precisamente al Timao, y tras errar un penal en la definición de la Copa de Brasil en el que la intento picar, Pato reveló que "los fanáticos querían matarme" y por ello "Viajaba por la ciudad de San Pablo con guardaespaldas armados y un carro blindado con bombas lacrimógenas. Los fanáticos que irrumpieron en nuestro campo de entrenamiento tenían bates y cuchillos. Fue aterrador. Pasaron cosas que no tienen cabida en el fútbol”.

Pero su regreso a Brasil cuenta con más condimentos aterradores. En su tierra natal descubrieron que el motivo de sus constantes lesiones estaba relacionado a un achicamiento de sus músculos, pero por entonces ya había sufrido demasiado: “Un médico en Alemania me inyectó un líquido por toda la espalda; al día siguiente estaba caminando por el aeropuerto de Múnich encorvado por el dolor. Un médico me clavó 20 agujas todas las mañanas y todas las noches”. Con respecto a aquella etapa en donde cada especialista le daba un diagnóstico diferente, fue sincero: “Lloré y lloré y lloré. Temía no volver a jugar al fútbol nunca más”.

La fiesta con drogas que le cambió la vida 

Luego de su periplo por el exótico fútbol chino, el killer brasileño desembarcó en los Estados Unidos, en dónde su vida privada fue de mal en peor: “Seguía soltero, así que decidí disfrutar de mi libertad. Fui a Los Ángeles. Quería el mejor hotel, el mejor auto, las mejores fiestas. Terminé en este lugar donde una chica estaba aspirando cocaína junto a mí. De repente yo estaba como, ‘¿Qué estoy haciendo aquí?’. Esto no era lo que yo quería. Era un mundo vacío. Le pregunté a un amigo: “¿Realmente voy a pasar el resto de mi vida solo?’”.

Ahí fue cuando su vida realizó un giro de 180 grados. En uno de sus regresos a Brasil entabló conversación con su amiga Rebeca, se enamoró y en pocos meses ya estaba casado con ella. Según él, ella y la Biblia le cambiaron la vida: “Fue una revelación. La Biblia tenía todas las respuestas que estaba buscando. Volví la cabeza hacia el cielo y dije: ‘Señor, ya no quiero esta vida’.

“Tal vez no me convertí en el mejor jugador del mundo. Pero, hermano, déjame decirte algo. Tengo una relación increíble con mi familia. Estoy en paz conmigo mismo. Tengo una esposa a la que amo. A mi modo de ver, tengo muchos Balones de Oro. Si la vida es un juego, he ganado”, reflexionó. 

Fuente: TyC Sports 

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