La globalización del fútbol ha provocado una crispación de un escenario en que sólo dos actores aportan dinero: los clubes y los aficionados. Todos los demás son intermediarios que quieren llevarse su tajada y exprimen el modelo de negocio.
¿Qué valor aportan a esta cadena de producción la UEFA o FIFA? Los dos se benefician de los clubes y de los jugadores para montar competiciones en las que ingresan mucho dinero y cuya ambición desmesurada está saturando los calendarios.
El fútbol hace mucho que dejó de ser un deporte para regirse por los parámetros financieros. Este verano se ha conocido la intención de la FIFA de organizar un Mundial bianualmente, lo que dispararía sus ingresos y colapsaría el calendario. Idea que UEFA ya ha puesto en marcha con la Nations League, competición bianual también, para alternarla con la Eurocopa. Podemos decir que Ceferin ha estado más rápido que Infantino.
Y en medio de esta guerra entran los clubes y las ligas nacionales, negándose a ceder jugadores a las selecciones. Cosa que hizo la Premier con lo que jugadores sudamericanos y terminó con la escandalosa suspensión del Brasil-Argentina. Este será el primer roce de los muchos que están por llegar entre quienes pagan los sueldos de los futbolistas (clubes) y quienes los disfrutan por una cantidad irrisoria (las selecciones).
La Superliga, otro desafío en el horizonte
Pero la guerra con la FIFA no es el único problema que tiene Ceferin. Su Champions League se ha encontrado con la oposición de la Superliga que promueve Florentino Pérez, junto a Laporta y Agnelli. Cansados de tributar a un intermediario como la UEFA y de ver cómo se disparan los costes de los fichajes, pero no los ingresos, los clubes más poderosos han decidido montar su propia competición y saltarse al intermediario. La jugada no ha salido porque las estructuras de la UEFA aún son demasiado poderosas, pero parece un hecho natural que los clubes se terminen ahorrando repartir la tarta con Ceferin, quien se limita a poner la mano.
El nacimiento de la Superliga tiene una justificación económica indiscutible. Los clubes pasan por un momento complicado. Así vemos como los tres promotores de la competición sufren estrecheces económicas. Laporta ha hecho pública una deuda de 1.350 millones de euros que tiene maniatado al club, que ha conseguido un crédito de 575 millones de Goldman Sachs para salvar el 'matchball'. La Juventus acaba de regalar a Cristiano Ronaldo al Manchester United, después de aprobar una ampliación de capital cercana a los 400 millones mientras declaraba una deuda de 150. Y el Real Madrid lleva varias temporadas instalado en la austeridad para financiar la remodelación del Santiago Bernabéu, que duplicará sus ingresos ordinarios cuando comience a funcionar.
Un paso por detrás de la guerra que se avecina entre UEFA y FIFA aparecen las ligas nacionales. La situación de la española es preocupante. Es la quinta, tras la Premier, Serie A, Bundesliga y Ligue 1 en inversión en fichajes el pasado verano. Pero lo que es más alarmante, aún no habiendo invertido mucho ha gastado más de lo que ha ingresado. Por más que Tebas siga presumiendo de músculo, LaLiga sufre una hemorragia y no para de perder atractivo con la salida de sus estrellas mundiales (Neymar, Cristiano Ronaldo, Messi…). Y todo a meses de renegociar el contrato de televisión, que difícilmente podrá cerrarse igualando los ingresos del último.
La geopolítica del negocio ha cambiado y hoy son los clubes-Estado los que dominan el fútbol. París Saint-Germain y Manchester City controlan a golpe de talonario el panorama. Y Nasser Al-Khelaifi se ha convertido en presidente de la ECA (Asociación de Clubes Europeos), además de ser el nuevo mejor amigo de Ceferin. Eso explicaría, según los grandes de las otras ligas, la laxitud del Fair Play Financiero con el PSG. En cualquier caso, es relevante señalar que a partir de ahora el control se efectuará del gasto a priori y no a posteriori, lo que le dará más credibilidad. En el caso de que tenga alguna.
Ante tal tsunami, Tebas se ha sacado de la manga un acuerdo con el fondo de inversión CVC Partners Capital que se ha valorado en 25.000 millones. Un crédito a 40 años para los clubes que se respalda con una parte de los beneficios y de los derechos de televisión futuros. Algo que las entidades han recibido entusiasmados en época de vacas flacas. Todos menos Real Madrid, Barcelona y Athletic. Ninguno de ellos ha querido hipotecarse los próximos 40 años y el Real Madrid hasta lo ha impugnado.
A Laporta le ha servido de inmejorable excusa para justificar la no renovación de Messi, tremendo jugador y enorme lastre financiero. Además, por coherencia con el proyecto de la Superliga, el Barcelona se ha tenido que oponer a la firma con CVC. El resto de clubes podrá afianzar sus estructuras, sanear sus tesorerías y aumentar el patrimonio con la modernización de sus instalaciones. Al margen de todo ello aparece un Atlético que ha sacado adelante su proyecto con una ampliación de capital y al que el desembarco del fondo le regará las arcas y le permitirá seguirse reafirmando como alternativa deportiva y económica a blancos y azulgranas.
Mientras todo esto ocurre, el tablero de juego se rediseña a cada hora. La irrupción de la tecnología y los nuevos canales han empujado a los medios convencionales al hastío, con una inquietante huida de la audiencia joven que ahora apuesta por Youtube o Twitch para cubrir su demanda de entretenimiento. Ahí aparece la figura de Ibai Llanos, quien se ha convertido en el comunicador de referencia en este cambio de orden mediático.
Llanos ha encontrado la complicidad de Piqué, quien en su afán por diversificar su empresa Kosmos, ha comprado los derechos de la Copa América y de la liga francesa y se los ha entregado a Llanos para que se vean en su canal de Twitch. Además, el futbolista se ha hecho con la Copa Davis, ha comprado y dirige el Andorra y ha montado un equipo de eSports con Lanos. En Alemania la Bundesliga ya se puede ver en Tik-tok y Fornite es una plataforma en la que hay conciertos multitudinarios que no parece que vaya a tardar mucho en emitir también deportes.
Con este nuevo orden geopolítico y en medio de un nuevo paradigma mediático, la única certeza que existe es que la guerra que libran UEFA y FIFA se va a recrudecer. Los dos pugnan por una parte de la tarta con los clubes tratando de eliminarlos como intermedios y los jugadores viendo como el calendario se satura disparando el riesgo de lesión. Pero sus fichas no dejan de crecer y ya se sabe que el negocio es el negocio.
Fuente: Diario El Confidencial España