El jeque Hamad bin Khalifa Al Nahyan, perteneciente a la familia real de Abu Dhabi, junto a el multimillonario Israelí, Moshe Hogeg, compraron uno de los clubes de futbol más importantes de Israel. Se trata del Beitar Jerusalem y aseguran que lo hicieron para acabar con la fama de racista que arrastra el equipo.
"La imagen racista que tenía el club fue uno de los elementos clave que me llevó a comprarlo. Cuando dije que quería devolver a la comunidad, que quería hacer algo bueno por la comunidad, vi este problema que da una mala imagen no sólo del club sino también de Israel. En el lugar más sagrado algunas personas están haciendo cosas que están en contra de todas las religiones, se trata de odio y no quería que concretamente la imagen de este club de Israel fuera dañada por ese odio", explica Hogeg.
Muchos seguidores de este equipo ven esta nueva era como una amenaza "para el judaísmo del club y de toda la ciudad de Jerusalén". Ni el el mensaje pacificador del copropietario Moshe Hogeg, ni los 78 millones de euros que han prometido invertir en la próxima década, han hecho cambiar de parecer a estos aficionados. La facción más radical de sus seguidores se denomina "La Familia".
"Queremos mostrar que judíos y musulmanes podemos hacer cosas hermosas juntos e inspirar a los más jóvenes", manifestó Hogeg.
El Beitar Jerusalem es famoso por ser el único del fútbol de Israel que nunca ha fichado a un jugador árabe. Además porque el Primer Ministro israelí, Benjamin Netanyahu, es aficionado confeso del Beitar y Reuven Rivlin, presidente del país, fue durante años gerente del club. Se le considera como un simbolo de la clase baja de Israel, el corazón de la base nacionalista de Netanyahu.
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