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Crisis futbolística del Barcelona se mantiene con Quique Setién

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Las críticas al juego del Barcelona en la presente temporada han sido constantes. El principal señalado, Ernesto Valverde, fue destituido como técnico. Con la llegada del estratega Quique Setién los problemas se mantienen. 

El pasado sábado quedó demostrado con el empate 2-2 en casa del Celta de Vigo. 

El periodista Santiago Segura publicó una nota en el diario La Vanguardia haciendo referencia al actual momento del conjunto catalán.

La descendente curva del Barça se pronunció un poco más en Balaídos, donde el Celta suele darle mala vida. También en esta ocasión. Iago Aspas funciona como un reloj en estos partidos. 

Volvió a ofrecer lo mejor de su amplio repertorio, animado por las numerosas concesiones defensivas que encontró durante todo el partido. Probablemente terminó con las aspiraciones del Barça en este campeonato. Su gol de última hora, tan exquisito como pícaro, empató el partido, y nadie dirá que el Celta no lo mereció.

Si el Barça no se ha despedido de la Liga, lo parece. La sensación de crisis se adivina en el juego y en las extemporáneas decisiones que se toman en los despachos. Este final exprés de la competición exigía máxima concentración, atención minuciosa a los detalles y un silencio hermético. No era el momento para plantear y revelar el canje Arthur-Pjanic, movimiento que suena más a ingeniería financiera que a otra cosa. En cualquier caso, el mensaje es pésimo.

Si el Barça no se ha despedido de la Liga, lo parece. La sensación de crisis se adivina en el juego y en las extemporáneas decisiones que se toman en los despachos. Este final exprés de la competición exigía máxima concentración, atención minuciosa a los detalles y un silencio hermético. No era el momento para plantear y revelar el canje 

Arthur-Pjanic, movimiento que suena más a ingeniería financiera que a otra cosa. En cualquier caso, el mensaje es pésimo.

Despedido! Viene él o Messi se va. “Quique Setién se vuelve con ...

Cualquiera que sea la opinión que se tenga de Arthur, un jugador casi irrelevante en los últimos meses, airear su salida significa una grave resta: uno menos en una plantilla extremadamente escasa, impropia por su precaria profundidad de un club como el Barça. Pero así son las crisis, se propagan como los fuegos, sin control y por cualquier lado. Desde el despido de Valverde, el Barça entró en una espiral de conflictos que no se detiene.

Comenzó con la pésima gestión en la búsqueda del sucesor de Valverde, coronada por la negativa de Xavi a sucederle, siguió con las declaraciones de Abidal responsabilizando a los jugadores de la destitución del técnico y la bola no ha dejado de crecer desde entonces: el penoso caso de la empresa contratada para vigilar el universo digital de Barça, pero ocupada en atacar a barcelonistas contrastados, de probado prestigio, y en algunos casos opositores a la actual directiva; el tufillo que desprendió la incómoda negociación del ERTE, con los jugadores expuestos como insolidarios ante la opinión pública; la intempestiva salida de varios directivos en los primeros días de la pandemia, en medio de acusaciones muy graves; el decaído regreso a la competición, con el aire tristón de los equipos desgastados, sin un buen futuro a la vista; la sensación de desaliento en una hinchada que no está en las gradas, pero que llenó de pañuelos el Camp Nou cuando tocaba irritarse. Un mal viaje, en fin, para el Barça como institución y como equipo.

Quique Setién abrió en Balaídos las ventanas a Riqui Puig y Ansu Fati. Jugaron juntos como titulares por vez primera. Simbolizan el potencial que siempre ha tenido la cantera del Barça y el escaso aprecio que han recibido los jóvenes en los últimos 10 años. Nadie procedente de la Masia se ha establecido como titular fijo desde entonces. 

No ha existido la voluntad de contar con la cantera como un elemento esencial en lo futbolístico y en lo simbólico. Hace tiempo que el Barça no presume de los jugadores que forma. Vienen, van y desaparecen.

Puig y Fati le dieron dinamismo, vitalidad y alegría a un equipo que se ha vuelto tristón. Estuvieron entre los mejores, por detrás de Messi y Luis Suárez, que hizo los goles. 

Nadie sabe qué futuro les espera a los dos jóvenes. Necesitarán partidos y confianza. Necesitarán sentirse importantes. Necesitarán estar convencidos de que el Barça defiende el pabellón de la cantera, como en los buenos tiempos. El problema es que llegan en un momento donde languidece el club y el equipo tiene el aire crepuscular que evidenció nuevamente en Balaídos, donde Aspas y el Celta le encontraron todas las rendijas posibles.

Fuente: Diario La Vanguardia España