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Zidane dejó su imagen entre los mejores futbolistas del mundo de todos los tiempos y ya como entrenador su huella es firme, pero su vida privada solo le pertenecer a él con su familia: este es el estilo del elegante francés.

El 23 de junio de 1972 nació en un distrito de Marsella Zinedine Zidane. Con raíces argelinas, es el tercero de cinco hermanos y soñaba ya por entonces con ser un grande en el mundo del fútbol. Fue al ver a Enzo Francescoli jugar con el Olympique de Marsella lo que decantó la balanza hacia el deporte rey.

 

 

El pequeño Zinedine practicó antes que fútbol el bádminton o el judo, pero Francescoli cambió su vida y también la historia de este deporte. El hombre de la eterna sonrisa ha logrado lo que muchos no han podido ni siquiera soñar. Hablar de Zizou es hacerlo de elegancia, calidad, pero también de carácter e inevitablemente de éxitos. 

 

Este 23 de junio ve la luz al fin en España la biografía del ahora entrenador del Real Madrid -aquí puedes encontrarla-. Un libro escrito por el periodista francés Frédéric Hermel, uno de sus más firmes defensores y también uno de los profesionales de la comunicación que mejor conoce al genio de La Castellane después de 18 años de relación.

 

El gran ganador 

 

En su etapa como futbolista lo ganó todo y hoy en día es considerado como uno de los cinco más grandes de todos los tiempos. Como entrenador ha logrado hacer historia en el Real Madrid y en la competición más importante a nivel de clubes, la Champions League. Y en lo personal ha triunfado forjando una estabilidad familiar pese a estar en el punto de mira de todos los focos durante la mayor parte de su vida.

 

Hablar del Zidane futbolista es hacerlo de uno de los cinco mejores de la historia. Es inevitable acordarse de su gol de volea en la final de la Champions que disputó el conjunto blanco frente al Bayer Leverkusen, el más bello de la máxima competición continental. Pero su carrera comenzó mucho antes, dando sus primeros pasos en el Cannes, con el que consiguió debutar en la Ligue-1.

 

En este equipo galo permaneció hasta el año 1992, momento en el que firmó por el Girondins de Burdeos. Pronto se convirtió Zizou en uno de los pilares de este equipo puntero por aquel entonces en el campeonato galo. Su buen rendimiento le hizo merecedor de un sitio en la selección de Francia y también el fichar por uno de los grandes del Viejo Continente: la Juventus de Turín.

 

El fútbol italiano fue uno de los grandes desafíos de su carrera como jugador. Más duro y muy exigente en lo físico, pero que le catapultó a los altares del balompié. Las lesiones lastraron algunos años de su experiencia en la escuadra bianconera, pero junto a Del Piero formó uno de los dúos más famosos de toda Europa.

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Dos veces campeón de la Serie A, una Supercopa de Italia, una Intertoto, una Supercopa de Europa y una Copa Intercontinental fueron los títulos que conquistó en las filas de la Vecchia Signora. El lunar de esta etapa es la Champions League. Hasta en dos ocasiones, además consecutivas, cayeron en la final, primero ante el Borussia Dortmund y después contra el Real Madrid.

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La llegada al Real Madrid 

 

Dando un salto en el tiempo al que luego se hará referencia, fue en el verano del 2001 cuando Florentino Pérez convirtió a Zinedine Zidane en su segundo galáctico, tan solo un año después del anuncio del fichaje de Luis Figo. Una de las grandes curiosidades de su llegada al Santiago Bernabéu fue el cómo se produjo, algo de lo que ya habló el propio Zizou en una entrevista con la revista Vogue.

 

"Efectivamente, estábamos cenando y Florentino me pasó una servilleta en la que ponía en francés: '¿Quieres venir a jugar al Madrid?'. Yo le contesté: Yes!", confesó el ahora entrenador del conjunto merengue. En Concha Espina ganó como jugador una Liga, dos Supercopas de España, una Champions, una Supercopa de Europa y una Copa Intercontinental. Aunque es La Novena y su gol de volea la que jamás se podrá olvidar.

 

Antes de su adiós al fútbol como jugador del Real Madrid en un partido frente al Villarreal y con la afición entregada al mito viviente, al que se vio visiblemente emocionado, también hizo historia con Les Bleus. Él fue el líder de una generación de ensueño que dio a Francia una Eurocopa y un Mundial, dejando así en un segundo plano su incidente con Materazzi por el que acabó expulsado en la final de la Copa del Mundo de 2006, que acabó ganando Italia y de la que Zidane fue el Balón de Oro.

 

Un sinfín de récords y aún más premios individuales en los que destacan tanto el Balón de Oro conquistado en el año 1998 -también fue Balón de Plata en el 2000 y de Bronce en 1997- y las tres designaciones como 'Mejor Jugador del Año de la FIFA', lo que ahora se conoce como el FIFA World Player en 1998, 2000 y 2003.

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Un entrenador galáctico

La vida es fútbol o eso es lo que debe pensar Zidane, quien tras colgar las botas y seguir ligado a este deporte como consejero de Florentino Pérez, se animó después a sacarse el carnet de entrenador. Su primera oportunidad, cómo no, se la dio el presidente más importante en la historia moderna del Real Madrid. Fue así como el francés ocupó el banquillo del Castilla.

 

Hermel dice de él que es "un hombre al que le gusta muchísimo la discreción y que además trabaja muchísimo". Es el primero en llegar a Valdebebas y de allí se marcha muy tarde, tal y como asegura el periodista. Un técnico que ama este deporte, pero que aunque lleva por bandera una media sonrisa, también tiene mucho carácter: "No se le puede traicionar".

 

Su figura es muy alargada y cuando él habla, los futbolistas escuchan. Un entrenador con mano izquierda, que sabe mantener a sus pupilos enchufados. Y es que esto último ha sido una de sus máximas, tanto en su primera como en su segunda etapa como jefe del vestuario madridista.

 

Aunque fue el segundo de Carlo Ancelotti en la 2013/2014, un cargo en el que ganó La Décima, fue en el mes de enero de 2016 el momento de su llegada al banquillo del Real Madrid como mandamás. Florentino Pérez volvió a tirar de su ojito derecho para hacerse cargo de un equipo que hacia aguas con Rafa Benítez y que acabó proclamándose campeón de Europa en menos de medio año.

 

Aquel triunfo en Milán contra el Atlético de Madrid fue solo el primero de los dos que llegaron después. La Undécima dio el paso a las dos siguientes 'Orejonas' conquistadas ante la Juventus y el Liverpool. Nadie lo había hecho hasta entonces y tuvo que ser un equipo dirigido por la leyenda Zizou el que no solo repitiese victoria en la Champions desde que se implantó el nuevo formato, sino que ganó tres entorchados consecutivos.

 

Después llegó el paso a un lado tras llevarse La Decimotercera en Kiev. Zidane no quiso despedirse entonces, necesitaba un respiro y creía que el equipo necesitaba un nuevo giro para mantener la ambición intacta. Pero no estuvo ahí acertado, en menos de un año, el francés estaba de vuelta para salvar al Real Madrid de la debacle. Comenzaba una nueva era que todavía está escribiendo sus páginas.

 

Su lado más oculto

Mucho se ha hablado de la 'Flor de Zidane', pero como se suele decir: al saber le llaman suerte. Su éxito viene dado por el talento en el terreno de juego, su calidad, elegancia innata... algo que ha sabido traducir a la perfección en sus equipos desde el cargo de entrenador. Pero también con una base sólida de estabilidad familiar y personal.

 

Aquí es clave su mujer: Véronique Zidane. "Sin Véronique, Zidane nunca habría sido Zidane. Cualquiera que haya frecuentado mínimamente a la estrella es consciente de ello. Había sido esencial para el jugador, y lo será más tarde para el entrenador", aseguró Hermel durante un reportaje para Vanity Fair sobre la biografía que ha escrito.

 

En este libro se relatan anécdotas contadas por el propio Zinedine Zidane y también por su círculo más cercano. Un Zizou marido y también padre -tiene cuatro hijos: Enzo, Luca, Theo y Elyaz-. "No quiero que la abundancia, todo lo que represento, todo lo que pasa a mi alrededor, los lleve por el mal camino. Quiero que sean buena gente. Mis hijos no tienen una vida como los demás", confesó el técnico a Hermel.

 

Esta declaración dice mucho del Zidane padre, quien no quiere que sus hijos se conviertan en "pequeños idiotas" al tenerlo todo al alcance de la mano por su posición. Del Zidane entrenador también habla muy bien este pasaje que se recoge en su biografía: "Llevo diecisiete o dieciocho años de vestuario sobre los hombros y sé de qué va esto. No soy de los que presumen delante de los jugadores. Sólo quiero que comprendan lo que tienen que hacer". 

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