El ex dirigente murió en el Hospital Samaritano del barrio de Botafogo, al sur de Río de Janeiro, donde se encontraba internado desde julio por una neumonía.
Hizo del fútbol un deporte universal y señado por sacar tajada del gran negocio
Joao Havelange, ex atleta olímpico en natación, fue presidente de la FIFA de 1974 hasta 1998. Sucedió a Stanley Rous y fue reemplazado por Joseph Blatter.
El dirigente se encontraba internado en Río de Janeiro por una neumonía desde principios de julio, según las primeras informaciones de la cadena O Globo. Si bien hubo avances en su salud en los últimos días el cuadro se agravó.
Fue presidente de honor de la FIFA hasta 2013 y figura importante para que Río logre en 2009 el derecho a organizar los Juegos Olímpicos de 2016.
Havelange asumió como presidente de la Confederación Brasileña de Deportes en 1956 y 1974 llegó a la FIFA, como aliado del peruano Teófilo Salinas Fuller, quien consiguió el apoyo de África y Asia para ganar las elecciones.
Sin embargo, la relación de amistad con Salinas se quebró en 1986, cuando el brasileño le retiró el apoyo y nominó al paraguayo Nicolás Leoz como candidato para asumir la presidencia de la Confederación sudamericana de Fútbol (Conmebol).
Havelange entregó el poder en la FIFA en 1998 a su aliado Joseph Blatter, durante su mandato la organización adoptó una conducta empresarial y comercial mucho mayor respecto a los torneos internacionales, impulsado por el aumento de la publicidad y las trasmisiones televisivas que generaron grandes ingresos económicos en el fútbol.
Se mantuvo como presidente honorario de la organización hasta 2013, después de que el comité de ética de este organismo concluyera que recibió sobornos durante su etapa como presidente en el llamado escándalo ISL, que estalló en 2012, cuando la cadena británica BBC aseguró que la empresa International Sports and Leisure (ISL) obtuvo los derechos para varios mundiales de fútbol, antes de su liquidación en 2001, sobornando a altos dirigentes.
Además, Havelange fue acusado de diferentes actos ilícitos entre los que incluyen el tráfico ilegal de armas, obtener rentas del tráfico de drogas y dadivas de dictaduras militares, fue interrogada por el parlamento de Brasil pero no recibió condenas.
Antes de ser dirigente deportivo, el brasileño se destacó como atleta en waterpolo, representó a Brasil en los Juegos Olímpicos de Helsinki 1952, y natación, disciplina en la que compitió en Berlín 1936.
Hizo del fútbol un deporte universal y fue señalado como corrupto
João Havelange, fallecido este martes a los 100 años, fue responsable directo de convertir el fútbol en un espectáculo planetario y también inauguró el linaje de directivos corruptos de la FIFA que sacaron tajada de este lucrativo negocio.
Con una personalidad fuerte, un carácter hosco y conocido como todo un maestro de las relaciones públicas, Havelange cumplió un siglo de vida el pasado 8 de mayo y lo hizo marginado, sin fastos ni agasajos por parte del mundo del balón.
El brasileño alardeaba de haber encontrado la FIFA con 20 dólares en caja cuando llegó a la presidencia en 1974 y haberla transformado en una multinacional con 209 países afiliados y un patrimonio financiero de 4.000 millones de dólares cuando le cedió el cetro a su sucesor, Joseph Blatter, en 1998.
Bajo su mandato, la Copa del Mundo pasó de 16 a 32 selecciones y dio un mayor protagonismo a América, África y Asia, extendiendo la fiebre por el fútbol a todos los rincones del planeta.
Además, introdujo nuevos torneos como los mundiales sub’17 y sub’20, el Mundial de Clubes, la Copa Confederaciones y la Copa Mundial Femenina, con los que la FIFA se convirtió en una máquina de hacer dinero.
En los 24 años que ocupó la presidencia de la FIFA, se empeñó en que el fútbol se transformara en un espectáculo que consigue que los millones de personas que no caben en el estadio estén presentes a través de la pantalla.
Pero de forma paralela, aprovechó los millonarios ingresos que aportó la televisión para llenarse los bolsillos de sus elegantes trajes, con lo que inauguró la infame saga de dirigentes de la FIFA cuyo nombre se ha visto manchado por la corrupción.
El escándalo, el único que se le ha demostrado, sólo le salpicó en 2012, catorce años después de haber el cedido el poder a Blatter, cuando vio la luz un informe que desveló que tanto él como su exyerno, el entonces presidente de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) Ricardo Teixeira, recibieron sobornos millonarios.
Las coimas fueron pagadas sistemáticamente entre 1992 y 2000 por la empresa ISL, dueña de los derechos audiovisuales del Mundial hasta que la compañía quebró en 2001.
Estas denuncias le forzaron a presentar su renuncia como miembro del Comité Olímpico Internacional (COI) para evitar ser sancionado y también a abandonar su puesto de presidente honorario de la FIFA, cargos desde los que continuó gozando de una gran cuota de influencia y de respeto en el mundo del deporte.
Esa influencia la usó para persuadir a sus compañeros del COI para que designasen a su ciudad natal, Río de Janeiro, como sede de los Juegos Olímpicos de 2016, por delante de Madrid, Chicago o Tokio.
El gran artífice de la designación de Río de Janeiro como sede olímpica, fue, sin embargo, el gran ausente en la ceremonia de inauguración celebrada el pasado 5 de agosto en el estadio Maracaná.
Río de Janeiro ha escondido su nombre en los Juegos Olímpicos y lo retiró del Estadio Olímpico, que fue denominado “João Havelange” en 2007, cuando el dirigente era uno de los miembros más respetados del COI.
Havelange también fue polémico por su trato cercano con las dictaduras que sometieron a varios países suramericanos durante sus años en la FIFA, en especial con Argentina, donde ratificó la celebración del Mundial de 1978 dos años después del golpe de Estado de los militares.
En una entrevista, Havelange confesó que intercedió con éxito ante el dictador argentino Jorge Rafael Videla para que pusiera en libertad a un preso político brasileño, Paulo Paranaguá.
Además tuvo buenas relaciones con la dictadura brasileña, que se prolongó hasta 1985, y con el Chile de Augusto Pinochet, al que le concedió el Mundial Sub’20 de 1987.
Antes de llegar a la FIFA, el currículo de Havelange ya estaba vinculado al deporte, aunque no siempre al fútbol, sino también a la piscina.
Nacido el 8 de mayo de 1916 en Río, Jean-Marie Faustin Goedefroid de Havelange, de ascendencia belga, llegó a jugar al fútbol en las categorías juveniles del Fluminense y luego representó a Brasil como nadador en los Juegos Olímpicos de Berlín en 1936 y en el equipo de waterpolo en Helsinki en 1952.
Al abandonar las piscinas, se dedicó a la abogacía y se hizo empresario. Presidió durante 58 años la compañía de autobuses Cometa, que convirtió en una de las más importantes del sureste de Brasil.
Comenzó su carrera de dirigente deportivo en 1958 como presidente de la Confederación Brasileña de Deportes, precursora de la CBF, aunque delegó las responsabilidades del departamento de fútbol a Paulo Machado de Carvalho, quien sí procedía de ese deporte y se implicó de forma directa en dar apoyo a la selección.
No obstante, se benefició de los éxitos de la Canarinha, que durante su gestión ganó tres mundiales con Pelé a la cabeza, puesto que estos triunfos le abrieron de par en par las puertas de la FIFA en 1974.
Desde entonces, gracias a su labor, cosechó incontables honores y reconocimientos en su país y en el extranjero, pero en los últimos años se ha alejado de los focos a raíz de la constatación de su implicación en casos de corrupción.