El Manchester City consiguió su segunda victoria consecutiva tras vencer este sábado 4-1 al West Ham United. Haaland, con un doblete, y Savinho, con dos asistencias, fueron los principales precursores para alcanzar los tres puntos.
Tan solo es aún su tercera victoria en los últimos 15 partidos oficiales. La tercera en las últimas jornadas de la 'Premier League'. Pero también la segunda consecutiva. No enlazaba dos partidos ganados desde finales del pasado mes de octubre. Es oro para el Manchester City en una situación como la actual, cuando los resultados son lo único válido para todos.
No hay excusas ni matices en el juego, en las ocasiones creadas o los goles esperados, a los que recurrió alguna vez el técnico para explicar una racha desconocida y terrorífica. La pasada jornada ganó al Leicester por eficacia. Ni más ni menos. Modo resistencia. Sin el dominio. La actual también, porque la concretó en un primer tiempo aún gris contra el grupo de Lopetegui, que empezó bien y decayó después, doblegado en 42 minutos y zarandeado con un 4-0 en 57'. Ha recibido nueve tantos en sus dos últimos compromisos.
La declaración de intenciones más evidente de Guardiola es la repetición del once titular seis días después. El técnico lo replicó este sábado en su casa. La fortuna le dio la razón. No hay otra cuestión más acorde al 1-0, surgido de Savinho, cuando el cronómetro surcaba el minuto 9 y el City se sentía dentro de otro laberinto: nervioso y vulnerable.
El extremo brasileño centró al área. Sin más. Lo transformó en gol el rebote en Coufal, decisivo para desactivar de la acción al portero Alphonse Areola y para poner en ventaja al conjunto celeste en un momento comprometido. Antes del 1-0, el West Ham había contado hasta dos ocasiones claras: una de Kudus y otra rematada fatal por Soucek.
Como le ocurre en esta secuencia impensable que sufre desde finales del pasado octubre, el Manchester City de Guardiola es un equipo al que solo se le reconoce en algún instante, más allá de los colores y los nombres de las camisetas. Ni sus niveles individuales ni su rendimiento colectivo están a la altura de su pasado más reciente, aunque, con todo lo que eso significa, tiene recursos para vencer. No necesita brillar.
Su aspecto está visiblemente desfigurado casi en cada mecanismo que antes dominaba. No presiona bien, no maneja ninguna de las transiciones como antes -ni en ataque ni en defensa-, su defensa transmite una vulnerabilidad impropia de los meses y los años pasados, Erling Haaland aparece poco, Bernardo Silva o Kevin de Bruyne no son nada determinantes en el otro área... Pero le dio para ganar esta jornada y la anterior.
Y gana tiempo en un proceso de recomposición. El 1-0 fue fortuito. El 2-0 ya no lo fue tanto. Entonces, solventadas las inquietudes que le generó el West Ham toda la primera media hora (el City vencía 1-0 sin haber tirado él entre los tres palos), el City funcionó mejor, paso a paso, metro a metro, con cuatro ocasiones de las que marcó una: un centro espléndido de Savinho fue un regalo para el cabezazo de Haaland al borde del descanso.
Aliento para el City, que marcó el tercero en otra conexión entre Savinho (pase entre la defensa) y Haaland (con un balón perfectamente picado), anotó el cuarto por medio de Phil Foden al inicio del segundo tiempo, recibió el 4-1 de Fullkrug en el minuto 70 y al que todavía le queda mucho por hacer.
Mientras asume que la revalidación del título de la Premier es imposible, la clasificación para la Champions es indispensable. Aún es sexto, a dos puntos, con un partido más de la cuarta posición del Chelsea. Y aún debe lograr el pase a las eliminatorias de la Champions. Ya asoman el Parque de los Príncipes y el PSG. El City aún debe mejorar más.