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Los equipos del Liverpool y el Arsenal empataron 1-1 este sábado en la jornada 18 de la Premier League. 

Los 'gunners' permanecen en el liderato de la categoría tras un empate trepidante, imperdible, en Anfield. 

Oportunidad perdida para los de Jürgen Klopp, que habían aflojado con unas tablas ante el Manchester United y tenían la ocasión de recuperar la cima en su estadio. Hubo más méritos de su parte, de hecho, pero un tempranero gol de Gabriel Magalhaes torció sus planes.

 

EL PARTIDO 

En el cómputo general, los 'reds' hicieron más méritos para llevarse los tres puntos. Atenazaron a los londinenses con una presión alta que va en contra de las condiciones que Mikel Arteta considera ideales para que sus jugadores saquen la pelota pausadamente desde atrás. David Raya se vio obligado a alejar, a zapatazo puro, balones que se le acercaban rasos aunque uno de los motivos que le ha llevado a la titularidad por Ramsdale es justamente su mejor manejo de estas situaciones.

Ante la falta de oxígeno de los defensas 'gunners' para plantear su juego con más calma, fueron los locales los que más llevaron la batuta, aunque esto no quiere decir, ni de lejos, que el partido se centrara en las botas de los anfitriones. De hecho, se formuló como un toma y daca constante durante prácticamente toda su existencia. El caso es que las llegadas de Mohamed Salah y compañía eran más lúcidas que las contrarias.

 

En la segunda parte, llegaron los momentos en que más se notó ese punto extra del Liverpool, que mandó la pelota al palo en dos ocasiones que pudieron haberse traducido en la victoria. En la más clara de ellas, una contra comandada por el egipcio llevó la pelota a Alexander-Arnold, que se llenó de balón y chutó demasiado arriba cuando disponía de una audiencia a solas con Raya. Le dio a su larguero.

Para entonces, a los hombres de Klopp ya les habían entrado unas prisas que hicieron acto de presencia desde el minuto 4, el momento en el que el Arsenal abrió la lata. Al saque de una falta lateral que botó Odegaard, Gabriel Magalhaes aprovechó una desatención de Konaté para rematar, de cabeza y prácticamente solo, el caramelo que le había caído desde Noruega. El zaguero francés, quizá con una imagen desmejorada en esta acción, lo compensó más adelante. Rivalizó con William Saliba como los mayores cerrojos del choque.

Es lógico que, con una idea de partido clara y la seguridad de que no iba a haber una diana tan rápido, los 'reds' se lanzaran a la ofensiva y propiciaran un contexto alocado que fue un deleite para el espectador neutral. También les vino bien a los de Mikel Arteta, que, al fin y al cabo, se centraron en aprovechar las grietas que se abrían en la zaga contraria para que sus esfuerzos ofensivos encontraran eco en la bolsa de oportunidades visitante.

Este proceso dio protagonismo a Declan Rice, el coche escoba de la expedición del Emirates Stadium, y Martin Odegaard, el responsable de aportar un toque más de control y pausa a tanta velocidad. El ex del West Ham United se las vio con todos cortando ataques en tres cuartos de campo y la otrora promesa del Real Madrid estuvo obligado hasta a cometer faltas tácticas que no suelen formar parte de su repertorio para colaborar en la causa.

Otro día, Bukayo Saka y Gabriel Martinelli habrían sido de los más aclamados en un hipotético triunfo del Arsenal que no se dio. El inglés estuvo intermitente, aunque achispado, y el brasileño, que se topó demasiado con el engranaje contrario, fue, curiosamente, quien disfrutó de la oportunidad más clara de poner a los suyos por delante cuando, poco antes del descanso y tras una salida de Alisson para alejar la bola de los pies de Saka, mandó la pelota fuera con el portero medio vencido.

No se puede catalogar a las bandas 'gunners' como las más prolíficas de la cita porque tuvieron que medirse a las del Liverpool, más amenazantes para las espaldas de Zinchenko y Ben White. El ucraniano se mostró capaz de frenar la sangría que era Salah por su banda en los primeros minutos, pero, con el correr del cronómetro, tuvo que resignarse a que iba a pasar de amargarle algún momento a ser testigo de un golazo que valió por las tablas.

Corría el minuto 29 cuando el egipcio recibía un pase delicioso de Alexander-Arnold, se plantaba ante el ex del City, torcía a la izquierda y batía a David Raya con un zapatazo por el palo corto que pilló al español desprevenido. Pensaba que le ajustaría el disparo al largo. La leyenda de Anfield, un problema recurrente para la defensa contraria durante casi toda la cita, dio un respiro a sus pares en la segunda mitad, cuando, ya sea por cansancio o por mejores coberturas, no estuvo tan activo como antes.

A pesar de esta venida a menos física de él y del resto de futbolistas sobre el campo, no dejaron de nacer las ocasiones en una segunda mitad quizá no a la misma altura de la primera, pero sí a la de muchos otros partidos de élite. Al final, tocó conformarse con la paz, que aturulla el pensamiento 'red', que se había despertado imaginándose celebrar la Navidad como líder tras una alegría en casa, y alegra el 'gunner', que mantiene sus armas en la cumbre.

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