La Liga mexicana ha visto fracasar a toda una generación de nuevos entrenadores.
El caso más reciente es el de Marco Antonio Chima Ruiz, despedido de Tigres después de un intento fallido de heredarle el equipo construido por Diego Cocca.
Pero la tendencia en el futbol azteca es clara: los directores técnicos mexicanos jóvenes no son garantía de éxito y, en casi todos los casos, tampoco de funcionamiento. Y la paradoja reside en la buena preparación que ha tenido la mayoría de ellos.
Si algo se puede criticar de los entrenadores mexicanos de la 'vieja guardia' es que no se preparen fuera del país y que tampoco se actualicen, factores que, supuestamente, diferencian a los más jóvenes. Rafael Puente del Río, despedido de Pumas hace dos semanas, es quizá el caso paradigmático. Después de incursionar como futbolista (retiro prematuro) y analista de televisión, Puente llegó a la dirección técnica de Lobos BUAP en 2017. Le fue bien al principio, pues consiguió el ascenso en su primer torneo. En Primera no pudo garantizar la salvación del equipo y fue despedido en el Clausura 2018, antes de consumarse el descenso. En Querétaro calificó a Liguilla en su primer torneo, pero después entró en una espiral de malos resultados que se saldaron con su adiós.
En Atlas y Pumas simplemente todo empezó mal y así terminó. Lo irónico de su tortuoso andar en el futbol mexicano descansa en que Puente se preparó arduamente y en el mejor nivel para cada oportunidad. Realizó constantes viajes a Europa para observar partidos y entrenamientos del mejor futbol del mundo. Además, en sus análisis de televisión dejaba ver que dominaba a la perfección la teoría del juego. Pero de esa preparación y conocimiento no pudo extraerse ningún éxito deportivo.
Lo mismo puede decirse de Marcelo Michel Leaño, que tuvo un comienzo bastante prometedor tanto en el Ascenso MX como en la Primera División —fue el entrenador más joven en debutar en Liga MX con 31 años—. Pero sumó despidos tanto en Necaxa (2018) como en Chivas (2022). Leaño empezó a formarse muy joven como entrenador.
A los 20 años era chofer de César Luis Menotti en Tecos (él, familiar del propietario del equipo, se ofreció a ese cargo porque quería aprender de cerca del campeón del Mundo), realizó un sinfín de viajes a Europa y entabló relaciones con gente del tamaño de Johan Cruyff. A los 25 años ocupó el puesto de director deportivo de Chivas (2012), aunque luego empezó su camino ya en el banquillo, porque era donde quería demostrar su conocimiento. En Primera, fue despedido de Necaxa en 2018 y de Chivas en 2022.
Juan Francisco Palencia también caminó el sendero de la preparación europea en Barcelona. De hecho en esa ciudad empezó como entrenador del equipo juvenil del Sant Cugat. Pero en el futbol mexicano dirigió a tres equipos (Pumas, Lobos BUAP y Mazatlán) con un saldo de 100 partidos dirigidos, 31 ganados, 22 empates y 47 derrotas.
Podría hablarse de Jaime Lozano y sus fallidos pasos por Querétaro (2017) y Necaxa (2022), pero él todavía mantiene cierto crédito por lo que hizo en la Selección Olímpica, proceso que culminó con la medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Tokio 2021. Sin embargo, ese respaldo no durará para siempre y Raúl Gutiérrez es el mejor ejemplo. El Potro fue campeón del Mundo con México sub-17 en 2011 y llegó a otra final en 2013. Después de experimentar en Ascenso MX con el Atlante y en Honduras, Gutiérrez recibió la ansiada oportunidad de dirigir a un equipo de Liga MX, y no a cualquiera: Cruz Azul. No pudo y fue cesado. Lozano sigue preparándose en Europa —recién visitó al Manchester City— pero su carrera todavía es una incógnita (Chima Ruiz fue finalista del sub-17 de 2019, por citar otro ejemplo más).
Hay muchas 'vacas sagradas' en el futbol mexicano, entrenadores que siempre son opción y cuyos rostros han sido conocidos por 20, 30 años: Vucetich, Ferretti (brasileño, sí, pero producto del futbol mexicano), Miguel Herrera y nada más: todos ellos, aunque puedan ser muy criticados, tienen un mérito indudable, el de encontrarle "el modo" a la Liga MX y mantenerse vigentes hasta la actualidad. Hay entrenadores que no pudieron renovarse, como Luis Fernando Tena, José Luis Sánchez o Hugo Sánchez, y desaparecieron del mapa de la Liga MX. El único entrenador mexicano que se ha consolidado en los últimos años es Ignacio Ambriz. Otros que prometían, como Chepo de la Torre y Daniel Guzmán, vivieron un declive impensado en sus primeros brillantes años.
Oportunidades ha habido para la nueva oleada de entrenadores mexicanos y no oportunidades cualesquiera: en equipos importantes, en equipos competitivos, y oportunidades después de haber fracasado en primeros intentos. Pero no han encontrando ya no éxito, sino una seña de competitividad que les augure un futuro optimista. En el extranjero hay faros de esperanza: Gonzalo Pineda en Atlanta y Rafael Márquez en el Barcelona Athletic. Pero de los que se han probado en Liga MX puede haber una conclusión triste y preocupante: México no tiene una nueva generación de entrenadores sólidos y ni siquiera la mejor preparación garantiza el éxito.
Fuente: Yahoo Deportes