Campo Elías Estrada, reconocido periodista colombiano naturalizado panameño, hizo una valoración muy positiva del partido que el seleccionado canalero disputó el jueves en Argentina.
Panamá viajó con un equipo B y estuvo a la altura. La Albiceleste se dejó la victoria 2-0 pero no la tuvo fácil.
Los goles fueron obra de Thiago Almada (78') y Lionel Messi (89').
Aquí el comentario de Campo Elías en su columna llamada 'tiro a gol y algo más':
Quizás, el pasado 18 de diciembre, algunos de los jugadores panameños que estuvieron anoche en el amistoso contra Argentina, se alegraban con ver coronarse a la albiceleste, con Messi a la cabeza, en la final de la Copa del Mundo de Catar.
A ninguno de ellos le habría pasado por su cabeza, que tres meses después, estarían saludándose con los campeones del mundo al final del amistoso de anoche en la cancha del Monumental de Buenos Aires, que tuvo un impresionante marco de público de más de 80 mil personas.
El 2-0 en contra quedará como una anécdota, cuando el presagio de propios y extraños era el de una goleada. Fue un resultado decoroso. Una derrota dulce, si se puede calificar de esa manera.
A través de la televisión argentina se vio a los panameños compartiendo por espacio de pocos minutos con los campeones del mundo al final del partido. Conversando, tomándose fotos con Messi, Di María o con quien fuera. A un par de ellos se los vio queriendo sortear la camiseta de Enzo Fernández, ante el asombro del mundialista argentino. Fue un momento monumental para estos jugadores, en su mayoría integrantes de la Liga Panameña de Fútbol. Como le escuché decir a un respetado colega, podría tratarse de un equipo de suplentes de los suplentes del primer equipo de Thomas Christiansen.
Como pasó en el 2009 con el colonense Russo Barahona, quien le anotó a la Argentina en un amistoso (3-1) en Santa Fe, anoche la figura fue el portero chiricano José Guerra.
Como dice el refrán: "no hay mal que por bien no venga", la ausencia de Christiansen y del primer equipo no fue un problema mayor como para no poder desempeñarse a la altura de las circunstancias y terminar perdiendo por un marcador decoroso. La oportunidad que tuvo Jorge Dely Valdés al frente de la dirección de la selección fue una ocasión de lujo, como también lo fue para este grupo de jugadores, que no terminaron haciendo un papelón ni fueron el hazmerreir en la gran fiesta para los campeones del mundo.
El partido terminó siendo lo que se esperaba antes de conocerse la alineación de Panamá, que lo ratificó: defenderse atrás como fuera y esperar algún despiste del rival para sorprenderlo con un contragolpe. Por eso todo el partido fue un monólogo de lo mismo, los argentinos atacando y atacando en busca de la portería de Guerra, mientras que arriba no hubo ningún despiste del rival.
Como espectador, ante este marco de un campeón del mundo frente a un equipo alternativo de un país chico, futbolísticamente, hasta el cero a cero en el minuto 76 era una hazaña. Pero por dentro siempre existía el temor de que apareciera el fantasma del gol. Es como si no se tuviera fe en lo que estaba pasando en la cancha. Por eso me resultaba gracioso cuando los colegas de una televisora nacional destacaban lo que Panamá hacía hasta el empate y siempre repetían que el cero a cero era meritorio, una frase que la martillaban con otra frase de duda: "lo que se está haciendo es destacable independiente de lo que pase al final de compromiso".
Mientras Argentina atacaba y atacaba hasta el punto de desesperarse porque el gol no caía, Edgardo Fariña, Jiovany Ramos y Richard Peralta se multiplicaban por el centro. Iván Anderson también lo hacía y en un par de veces intentó descolgarse por su banda derecha. Kevin Galván hacía lo propio por la otra banda. Los volantes José Murillo e Irving Gudiño también aportaban en la defensa. Incluso el ofensivo Alfredo Stephens, que fue el que estuvo más cerca de la portería argentina con un par de escaramuzas, también aportó en defensa; en tanto que Cristian Quintero y Ronaldo Córdoba esperaban alguna salida que nunca tuvieron.
Sin desesperarse, Panamá se multiplicó adelante de la portería de Guerra, bloqueando las llegadas de Messi y compañía, que anoche no estuvieron finos como en la Copa del Mundo de Catar, ni pudieron abrirse pasó en medio de tantas piernas. Y así sucedió a pesar de los cambios de parte y parte. Fue por eso que Argentina tuvo que apelar a los tiros libres de Messi que fue con los que que se decidió el partido.
Cada uno de los seis o siete tiros libres de Messi llevaba aroma de gol. Uno de ellos propició el primer tanto y en otro venció a Guerra con una linda definición. El portero chiricano se lleva el recuerdo de que ese gol del 10 argentino fue el número 800 en su carrera deportiva.
Fue el gol número 29 de Messi con su selección en 172 partidos, de acuerdo a una estadística de medios argentinos. Entre ellos están los cuatro que le ha marcado a Panamá en dos partidos: tres de ellos a Jaime Penedo en la Copa América Centenario 2016, en Estados Unidos, uno de ellos de tiro libre, y el de anoche a Guerra, también de tiro libre.
Las oportunidades son para aprovecharlas y tanto Jorge Dely Valdés como sus dirigidos le sacaron provecho nada más que ante el campeón del mundo, que estrenaba su título en su primer contacto con su gente en un estadio.
En mi opinión, aparte del resultado, lo más destacado fue eso. Haber enfrentado al actual campeón en su propia casa, un honor que no lo tiene todo el mundo. Y nada más que ante Argentina, que para mi es quizás el país más futbolizado del mundo, en donde el fútbol es su religión, un país que cuenta con el mejor clásico del planeta, el que ha tenido a tres de los mejores futbolistas del mundo (Di Stéfano, Maradona), con Messi todavía activo a sus 35 años.
Con ese amistoso, los jugadores panameños tocaron el cielo. Una experiencia que les vino de sorpresa gracias a que para Christiansen le dio prioridad a su próximo partido oficial de la otra semana ante Costa Rica por la Liga de Naciones de la Concacaf. No creo que estos jugadores vuelvan a tener otra oportunidad monumental de jugar un partido en el que muchos de sus colegas quisieran haber estado, porque enfrentarse ante un campeón del mundo que está todavía reciente y teniendo en sus filas al que muchos consideran el mejor futbolista del mundo, es todo un privilegio .
Claro, a los argentinos no les gustó cómo jugó su invitado a la fiesta. "Fue un partido trabado, que nos puede servir para más adelante", dijo el entrenador del campeón del mundo, Lionel Scaloni.
Pero saber defenderse también es un arte en el fútbol. Y estos chicos lo hicieron bien, aunque no se haya tenido ninguna oportunidad de gol. Era un enfrentamiento entre una selección de un primer mundo, futbolísticamente hablando, ante otra en vías de desarrollo. En este tipo de partidos siempre se juega a no dejarse golear por el más grande, tal vez no sea el modo de jugar, pero es lo que se estila cuando un chicho enfrenta a una potencia. Tampoco puedes ir de frente a recibir golpes.
De momento, con el 2-0, nos olvidamos del primer equipo y de Thomas Christiansen. El resultado permitirá hablar por estos días positivamente de lo que dejó el amistoso, en el que no se dejó brillar a las estrellas argentinas por la fuerza y el orden con que se defendió, así nunca se haya tenido una oportunidad clara de gol.
E indirectamente, puede meter algo de presión o motivar al equipo principal en su próximo partido oficial contra Costa Rica, en la Liga de Naciones de la Concacaf.