El equipo del Bayern de Múnich se dejó su sexta Champions League con merecimientos. Ganó los 11 partidos que disputó y consiguió 43 goles.
En la final ante el PSG le costó más pero tampoco Neymar, Mbappé y compañía pudieron con los bávaros.
El diario español La Vanguardia presentó un análisis con los puntos claves del éxito del conjunto alemán.
El Bayern propone y asume
Dio entrada a Coman por Perisic pero el Bayern no cambió ni un ápice de su propuesta habitual. Voluntad para dominar el encuentro con el balón pero, sobre todo, con el posicionamiento en el campo. Y para ello utilizó el arma más potente: su extraordinaria presión alta. Apretando mano a mano y dejando el hombre libre lejos. 13 de las 29 recuperaciones de la primera mitad fueron en campo contrario y, en el global de los 90 minutos, se jugó un 33,1% del juego en el tercio de campo del PSG. La contrapartida evidente, situar la línea defensiva muy arriba. Algo que significaba mucho peligro con Neymar, Mbappé y Di María delante pero que el equipo bávaro asumió como parte de su idea. Fue fiel y el resultado le premió.
Las dudas del PSG y los tres medios en paralelo
El PSG empezó con un plan de partido claro: esperar en su campo y atacar los espacios muy rápido cada vez que tuviera ocasión. Pero con el paso de los minutos le llegaron las dudas. Una vez se asentó en el partido habiendo dispuesto de claras ocasiones, se difuminó su idea inicial. Intercambió momentos de presión alta con situaciones de repliegue y acabo por desajustarse. La línea de medios (Marquinhos, Paredes y Ander Herrera) actuó más en paralelo que escalonada (ver imagen) y eso rebajó encerró a los parisinos en su campo, dio menos opciones con balón y rompió al equipo. Sobre todo en la segunda mitad en la que un Bayern más convencido pudo llegar con más claridad a la portería rival que en la primera.
Mbappé y la finalización
El escenario de partido fue el previsto y el encuentro fue muy favorable para los delanteros del PSG. Todos ellos dispusieron de pocas intervenciones pero con mucho espacio. Algo que favorece el impacto de cada acción para los jugadores de mayor calidad. Especialmente propicio fue para Kylian Mbappé, un primera espada en las acciones al espacio. Y en sus botas tuvo la oportunidad de encarar la final para los parisinos hasta en tres ocasiones, dos de ellas clarísimas. Pero no finalizó bien. No hay duda de que el francés es uno de los mejores futbolistas del mundo pero los mejores sólo alcanzan la gloria si aciertan en los días para la historia. Detalles que cambian las cosas de manera radical.
Thiago y el pase clave
El partido de Thiago fue un autentico escándalo. Él fue quién desatascó con un giro, un pase o una pared las contadas pero incisivas situaciones de presión que planteó el cuadro de Tuchel. Además organizó con criterio, concedió salidas a sus compañeros y acabó siendo decisivo. El gol que decidió la final lo materializó un remate de Coman a centro de Kimmich pero la clave estuvo en el pase del hispano-brasileño. Ese pase diagonal tenso y cerrado tan característico en él con el que se rompe todo una línea rival de golpe. Un pase que apareció en el momento más decisivo. Enlazó directamente con Kimmich dejando fuera de combate a cinco jugadores del PSG y concediendo una situación de ventaja de 5 contra 4 para el Bayern. Un contexto que sus compañeros se encargaron de resolver bien. Los focos irán al remate de Coman o al centro de Kimmich pero la clave del gol del triunfo estuvo en el maravilloso pase de Thiago. Un Thiago que registró 95 intervenciones (el segundo del partido), 85 pases en 86 minutos, 88% en fiabilidad de pase y un 2 de 2 en regates. Brutal su actuación.
La desconexión de Neymar
Una de las claves del encuentro. La nueva posición de Neymar y el impacto más centrado del brasileño había sido determinante en el crecimiento del PSG en estas últimas semanas. Los parisinos habían conseguido que su mejor jugador interviniera más y mejor situándolo como falso nueve y con total libertad. Un hecho que ayer sucedió demasiado poco en el encuentro. No sólo intervino menos veces (algo normal por la menor cuota de balón del PSG) sino que lo hizo en situaciones de menor ventaja. Ni Paredes, ni Ander Herrera ni los laterales encontraron la manera de poder conectar con él entre líneas. Hasta el minuto 60 (gol del Bayern) únicamente había entrado en contacto con el balón 27 veces. Y sus porcentajes de 1vs1, más bajos que de costumbre (4 de 7), también revelan que el contexto no fue favorable. Ni el equipo le encontró ni él supo buscar alternativas válidas para solucionarlo. El último cuarto de hora de partido se intercambió la posición con Mbappé y se notó algo mas liberado pero insuficiente.
Fuente: Diario La Vanguardia