Transcurrida la media hora del partido más decisivo que le restaba a la Bundesliga, el martes pasado, la mole de hormigón del Westfalenstadion fue testigo mudo de una cadena de pequeños prodigios.
Primero, el pase de Brandt que envió el balón con freno a 40 metros, sobre la franja de terreno más propicia al asalto de Haaland y más inaccesible a los centrales. Segundo, el control de Haaland, que se llevó la pelota con la izquierda y de un golpe de riñón dejó sentado al veloz Alaba metiéndose en el área y quedándose frente al portero, listo para meter el 1-0 que pondría al Dortmund a un punto del liderato. Tercero, la carrera de Alphonso Davies, que partió 20 metros por detrás de Haaland y en dos segundos le dio alcance, se le cruzó, le ofreció el centro y ante la duda del noruego le robó la pelota con la puntera.
Hay futbolistas magníficos que pasan desapercibidos hasta que cumplen varios años en Primera División abriéndose paso entre la multitud que surge de las cadenas de producción, más o menos sistematizadas, de los líderes de la industria. Lo fascinante del canadiense Alphonso Davies, convertido con Haaland en el jugador más sorprendente de la Bundesliga del año de la peste, es que surgió, futbolísticamente, de la nada.
Debeah y Victoria, sus padres, vivían en Monrovia cuando estalló la guerra civil que pobló Liberia de niños armados de M-16. “La única forma de sobrevivir era coger un fusil y yo no quería”, ha dicho Debeah, para explicar el conflicto que le forzó a huir con su mujer a Ghana, al campo de refugiados de Buduburam donde acabaron instalándose. Allí nació Alphonso, el 2 de noviembre de 2000. “No teníamos comida para darle ni ropa para vestirle”, cuenta Victoria. En 2005 emigraron a Canadá y desde entonces viven en Edmonton, las más de las veces bajo una capa de nieve.
Con solo cuatro meses al año para jugar al aire libre, lo habitual en un chico que se cría en Edmonton es inclinarse por el hockey hielo. El pequeño Alphonso destacaba como el más rápido en 100 y en 1.500 metros en las pruebas de atletismo locales cuando descubrió el fútbol. Fue en la pequeña cancha de parqué, cubierta, de su escuela pública. “Yo empecé a jugar muy tarde, a los 11 años”, contó el jugador.
La conexión con la pelota fue espontánea. Naturalmente ambidiestro, se relacionó con el balón con la coordinación rápida de los dotados naturalmente para el primer control. Cuando a la clase sumó su determinación, y al carácter su carrera ligera de huesos de pájaro, con cambios de dirección repentinos, su superioridad se hizo evidente. En el aletargado ambiente del balompié provinciano de Canadá fue la bomba. Con 15 años lo ficharon los Vancouver Whitecaps y cumplió 18 cuando el Bayern pagó 12 millones de dólares por él. Es el traspaso récord del fútbol canadiense.
Hasan Salihamidzic, el director deportivo, recomendó su incorporación al Bayern por sus condiciones de extremo. Pero después de un año y medio sin apenas jugar 70 minutos, la llegada de Hans-Dieter Flick al banquillo bávaro transformó todos los esquemas. Aprovechando la lesión de Lucas Hernández —tasado en 80 millones de euros, es el fichaje más caro de la historia del club—, en octubre el técnico desplazó a Alaba al centro de la defensa y puso a Davies en el lateral izquierdo. No para que defendiera en su campo —donde a veces, atolondrado, pierde el sitio— sino para que defendiera en campo rival. Ahí la agresividad y la rapidez le convirtieron en un excelente recurso para elevar la presión del equipo a cotas desconocidas en la pasada temporada. “Nos ha sorprendido a todos por su aplomo como marcador”, observó hace unos días John Herdman, seleccionador de Canadá, en la cadena Sportsnet. “Sus rivales creen que le han burlado y no se imaginan que es capaz de volver tan rápido”.
El más regateador de la Bundesliga
“Me gusta entretener”, dice Alhponso Davies. La plantilla del Bayern lo comprendió este verano, cuando en el curso de una comida de pretemporada cogió dos micrófonos y se subió a una mesa para interpretar I Will Always Love You en a versión pausada de Whitney Houston. La peor elección posible para un tenor ronco como él fue convertida en una inolvidable pieza cómica por un joven que no le tiene miedo a nada. Tampoco en la cancha, en donde nadie intentó más regates (125) y nadie logró más (73) esta temporada en la Bundesliga. Considerando que parte del lateral, la cifra solo resulta explicable en un atleta señalado. Ningún jugador del Bayern es capaz de realizar más carreras a máxima velocidad: suma casi 700 en 24 partidos de liga.
Alphonse Davies los sorprendió a todos. El sábado también sorprendió a Haaland. Si el Bayern tiene media liga ganada es gracias a su aparición fulgurante.
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