El gol de penal del alemán Max Kruse hacía suponer una jornada tranquila para el Fenerbahce. Los antecedentes de 20 años sin derrotas en el clásico y el grito del delantero germano a los 20 minutos de iniciado el partido hacía suponer un nuevo triunfo del conjunto de Estambul ante el Galatasaray.
Sin embargo, el empate del holandés Donk en los instantes previos al descanso encendió las alarmas en el conjunto liderado por Yanal.
En el complemento se produjo la inesperada derrota por los gritos de Radamel Falcao y el nigeriano Onyekuru. El 3 a 1 a favor de la visita convirtió al Estadio Şükrü Saracoğlu en un infierno.
Los reproches de los simpatizantes se hicieron sentir en las gradas. Ningún protagonista se salvaba de los insultos de la masa irracional que reprochaba un nuevo resultado adverso: en Turquía está prohibido perder el clásico.
La euforia generalizada por la rabia que arrojó el resultado deportivo motivó a las agresiones, invasión al campo y constantes ataques con proyectiles surgidos de las tribunas. Incluso la policía tuvo que actuar para reprimir a los violentos y contribuir a que se termine el encuentro.
Cansado de tanto hostigamiento, el presidente del club, Ali Koç, reaccionó ignorando todos los protocolos y saltó a las tribunas para tomarse a golpes de puño con los fanáticos de la entidad que representa. Fueron momentos de tensión, violencia y caos que concluyó con el dirigente rodeado por personal de seguridad para evitar que la golpiza continúe.
En la actualidad, el Fenerbahce está lejos de pelear el título de la Superliga turca, dado que se encuentra en la séptima posición con 38 unidades, fuera de los puestos de clasificación para las competiciones internacionales.
El líder del certamen es el Trabzonspor, junto con el Galatasaray y el Sivasspor, que suman 45 puntos. Luego los siguen el Istanbul Basaksehir con 43 y el Alanyaspor con 39.
Las postales del caos en Estambul