Hace una década apareció el argentino Lionel Messi en un cambio por el brasileño Deco y desde ese día con Barcelona y Argentina llenó las canchas de magia y las redes contrarias de goles.
Lea abajo: la fabulosa década de Messi, una crónica exquisita de su mágica carrera.
Messi tenía 17 años, 3 meses y 22 días, y era el segundo jugador más joven en debutar con la camiseta del primer equipo, un récord que luego rompería Bojan Krkic. Pero aquel día, su estreno pasó casi desapercibido: fue apenas una nota a pie de página en los diarios deportivos y su nombre apenas aparecía en los periódicos de información general, aunque el argentino sí que se hizo un hueco en la prensa para asegurar que la camiseta de su debut sería un regalo para su madre, Celia Cuccittini, que aquel día vio el partido desde Argentina, pensando en que todo el esfuerzo de su familia, que se había trasladado a Barcelona cuatro años antes, había merecido la pena.
Diez años después de aquella tarde otoñal en Montjuïc, un estadio que ya no disfruta del fútbol de Primera división, Messi ya tiene cuatro Balones de Oro, tres Copas de Europa, seis Ligas y tres Pichichis, entre otros muchos títulos colectivos e individuales. En total, ha ganado 21 títulos con la camiseta del Barça, con la que ha cantado 361 goles.
Aquel tímido argentino que empezaba a entrar en los planes de Frank Rijkaard, en una plantilla liderada por Ronaldinho y Deco, es hoy, según muchos, el mejor futbolista de la historia. Para otros, la incidencia de Pelé, Maradona o Di Stéfano sigue siendo superior.
Lo que apenas admite discusión es que Messi es el jugador más relevante de la historia del Barça: en marzo de 2012 superó a César como máximo goleador en la historia del club y ahora está a punto de superar a Zarra como el mejor anotador de la historia de la Liga. Ha sido el mejor jugador del mejor Barça, y como tal, su calado en la afición blaugrana es imposible de calibrar.
Una década después de su estreno, Messi se ha ganado el reconocimiento unánime del mundo del fútbol. A sus 27 años, no se advierten síntomas de decadencia en su juego ni en su compromiso con el fútbol. Diez años después, solo falta en su palmarés la asignatura del Mundial, que estuvo a punto de lograr este mismo año en Maracaná. Tampoco tiene ninguna Copa América, que volverá a jugar el próximo año con su selección, en Chile, buscando su primer título con la albiceleste.
Messi lleva 14 años instalado en Barcelona, donde nació su hijo y donde también vive buena parte de su familia. El niño de 13 años que aterrizó en El Prat en el año 2.000, aspirante a convertirse simplemente en jugador profesional, es hoy el rey de un fútbol cada vez más globalizado, y su imagen es un icono planetario.
La historia de Lionel Messi comenzó hace 10 años en un derbi, en Montjuïc. El joven fenómeno del Barça B que había viajado con el primer equipo a un duelo frente al Porto un año antes y que había participado en la pretemporada en Peralada sustituyó en el minuto 82 a Deco, que había resuelto el encuentro en el primer tiempo con un único gol.
De aquel minuto, anécdotico en su momento, hoy se cumplen diez años. Una década en la que aquel joven argentino llamado Lionel Messi fue artífice de la mayor explosión de futbol y títulos con la que jamás habían soñado los socios y aficionados barcelonistas, especialmente los de mediana edad que habían llegado a saborear una Liga en un cuarto de siglo.
"Nunca olvidaré el hecho de que él (Frank Rijkaard) impulsó mi carrera, que fue él quien tuvo la confianza en mí cuando yo sólo tenía 16 o 17 años", dijo el delantero argentino durante una entrevista.
La carrera de Leo Messi marca un ascenso estratosférico de la historia del Barça, diez años en los que el mundo se ha rendido a los pies del juego de los azulgrana y, sobre todo, del pequeño argentino. Cuatro Balones de Oro. Tres Champions. Si bien es cierto que se perdió la Final de la primera de ellas por estar lesionado, Leo ya había causado en el camino hacia París el pánico en casa del Chelsea. Fue él quien inspiró el término 'teatro del bueno', acuñado por Mourinho.
Dos veces ganador del Mundial de Clubes, antes Intercontinental. El primero, resuelto por el argentino con un gol marcado con el escudo en la prórroga tras un sufrimiento épico. Un gol que ponía fin a la última gran frustración del barcelonismo y que rubricaba los seis títulos. Pero lo que es bestial es que hasta 2004 el Barça llevaba 16 Ligas. Desde entonces, seis. Más de un tercio.
Lleva 361 goles oficiales. El primero llegó en la misma temporada 2004-05, en la penúltima jornada. Leo jugó los minutos finales de siete partidos de aquella Liga, con el dorsal '30'. Después tomó el '19'. Y cuando Ronaldinho, su ídolo en el conjunto blaugrana, lo liberó, se quedó con el '10'. Su gol al Albacete, el primero de todos, le valió la admiración de 'Ronnie'. Marcó y el árbitro anuló el gol.
A la jugada siguiente, repitió exactamente la misma acción y esa vez ni Mateu Lahoz se habría atrevido a anularlo.
Se cumplen diez años de disfrutar con el que nadie puede discutir que ha sido mejor jugador de la historia del Barça. Y el trayecto aún no ha terminado.
La fabulosa década de Messi, según el diario El País de España
Este 16 de octubre 2014 se cumplen 10 años del debut oficial de Messi como jugador del Barça. El delantero de 17 años, dorsal 30, sustituyó a Deco en el partido jugado en Montjuïc con el Espanyol (0-1). No fue un encuentro para recordar precisamente ni supuso el punto de partida de la sombrosa trayectoria del cuatro veces ganador del Balón de Oro. El rival ciudadano muy bien pudo ser el destino de Leo cuando el Espanyol se interesó por su cesión en los momentos de confusión sobre el futuro de un jugador cuya licencia fue denunciada un año después por Javier Tebas, entonces abogado del Alavés y vicepresidente de la Liga, porque no se tramitó a tiempo la ficha de Messi.
Aunque como ganador ha tenido mil padrinos, no es casual que su compromiso con el Barcelona empezara con la firma en una servilleta, señal de frivolidad o por contra de fe ciega, como si su éxito estuviera tan garantizado que no hubiera necesidad de ningún papel porque nadie dudaba de Messi. Alcanzada la celebridad, es fácil y gratificante reconstruir su paso por La Masia. Hasta que Capello llegó al Gamper de 2005, sin embargo, la carrera de Messi fue de consumo interno y hubo incluso quien propuso que se fogueara en Montjuïc y no en el Miniestadi. Leo deslumbró entonces al Camp Nou cuando le tiró un caño a Cannavaro y el técnico de la Juve exclamó: “Denme a este pequeño diablo; nunca vi a un chico de su edad jugar de manera tan descarada; parece Diego”.
Messi se convirtió en Maradona en abril de 2007 cuando le marcó un gol al Getafe en una jugada parecida a la protagonizada por Diego en el Mundial de México 86 contra Inglaterra. Los goles son tantos y tan exquisitos que no solo permiten calibrar su figura en cada momento sino que ayudan a actualizar el fútbol. Las últimas generaciones de hinchas saben de Zarra, Muller, César, Di Stéfano, Maradona, por las hazañas de Messi. Ha sido 10 jugadores distintos en uno desde que se estrenó como goleador en mayo de 2005 en los tres minutos que jugó ante el Albacete: marcó un gol de vaselina después que el árbitro le anulara un gol de vaselina. Así funciona Leo.
Sus goles son tantos y tan exquisitos que no solo permiten calibrar su figura en cada momento sino que ayudan a actualizar el fútbol
Messi se arrancaba por la banda, regateaba, desbordaba y marcaba goles. No había manera de tirarle y si un zaguero metía la pierna quedaba retratado, como le pasó a Del Horno en Stamford Bridge, en febrero de 2006, cuando Mourinho denunció que en Cataluña se hacía “teatro del bueno”. Guardiola respondería al portugués en la sala de prensa del Bernabéu, en 2011, con el latiguillo del “puto amo”. Messi coronó después la victoria barcelonista en el torneo por excelencia del Madrid: la Copa de Europa. El argentino había dejado de ser extremo dos años antes para convertirse en falso nueve por decisión de Guardiola en el mismo Chamartín la noche del 2-6.
No hubo ariete que tuviera una vida fácil con Messi. Ni Eto’o, ni Ibrahimovic, ni Villa. Messi metía goles hasta con el escudo, como en el Mundial de Clubes, porque era imparable por la velocidad de conducción de la pelota, la frecuencia en el toque, el cambio de ritmo, la gambeta, la explosividad, hasta que se rompió en abril de 2013 en París. Rota la lámpara, se apagó el Barça.
Messi ha reaparecido tiempo después como enganche, solidario y asistente, al servicio de Neymar, como si regresara a la salida, al partido con el Albacete, cuando fue sacado a hombros por Ronaldinho. El chico que se acuesta en Rosario y se levanta en el Camp Nou aspira a convivir con Neymar y Luis Suárez. Tiene el gen competitivo argentino y la cultura futbolística del Barça para reinventarse como 10 después de ser un 7 y un falso 9. El éxito del Barça siempre dependió de su felicidad. Y puede que ahora el triunfo pase porque Messi juegue para el Barça en lugar de que el Barça juege para Messi. Hoy, 10 años después, empieza una nueva década con Messi.