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Este sábado el equipo del Atlético de Madrid  venció 3-2 al Athletic de Bilabo en el Estadio Wanda Metropolitano por la fecha 12 de la Liga española. 

Un cabezazo en el minuto 91 del uruguayo Diego Godín, lesionado, literalmente cojo, desde mucho antes, situado de delantero centro, culminó una remontada imprevisible del Atlético de Madrid frente al Athletic de Bilbao, dos veces por delante en el marcador, mejor durante muchos tramos del choque, pero doblegado sin consuelo. 

Un golpe durísimo, que necesitó la revisión del VAR antes de la concesión del gol -anulado inicialmente-, para el conjunto del argentino Eduardo Berizzo, que iguala su peor racha sin ganar en Primera, once duelos, y un final apoteósico para el equipo madrileño, que no sólo se repuso en dos ocasiones a los dos goles de Iñaki Williams, sino que terminó con los tres puntos en su cuenta, por insistencia y por ambición. 

El Atlético se encontró con un panorama que nunca ha sufrido hasta ahora en esta Liga: un gol en contra en el primer tiempo. Era el minuto 36. No había sucedido mucho, apenas nada, en todo el tramo anterior, con un Athletic bien armado en su defensa, compacto, sin permitir ni un solo espacio para el juego entre líneas local. 

Le descargó la posesión al Atlético, con lo que supone para el equipo madrileño, que no se siente nada a gusto cuando debe proponer en estático, más aún cuando no encuentra a Griezmann entre líneas, cuando enfrente tiene un doble muro, entre la zaga y el medio campo, en torno al destino final de los ataques: la portería contraria. 

Dentro del atasco ofensivo al que le dirigió entonces el Athletic, sin darle ni una sola ocasión para la combinación que más le gusta al conjunto que entrena Diego Simeone, robar, contraatacar y finalizar, la misma destreza con la que el pasado martes doblegó al Dortmund, de repente golpeó el conjunto bilbaíno en ataque. 

Había amagado antes dos veces Susaeta, con sendos disparos a las manos de Jan Oblak, también el Atlético, que ni había encontrado a Griezmann entre líneas ni a Diego Costa a la espalda de la defensa, con todo lo que supone para sus maniobras ofensivas, cuando la mejor acción del choque en el primer acto terminó en el gol del Athletic. 

Una jugada de manual que el bloque bilbaíno ejecutó a la perfección, con el pase de De Marcos al desmarque de Susaeta por la banda derecha, a la espalda de Filipe, y con el centro al área de éste para la llegada de segunda línea de San José. Su remate con la diestra lo tocó Oblak, rebotó en el palo y lo empujó Williams (0-1). 

Un impulso para el Athletic, tan necesitado de confianza; más que un aviso para el Atlético, en el que la reaparición de Diego Costa duró 45 minutos. Directo al once después de dos semanas de baja y sólo un entrenamiento con el grupo, el viernes, fue reemplazado al descanso por Vitolo. Después cambió a Montero. Entró el portugués Gelson Martins. 

Dos movimientos desde el banquillo para agitar un partido que era del Athletic, no sólo ya en el marcador, sino también sobre el terreno, cada vez más afianzado en defensa, sin ocasiones del Atlético, y cada vez más aparente en el contragolpe. Lo demostró Iñaki Williams... Y lo rechazó Oblak, esencial para impedir el 0-2. 

Si de pronto se había adelantado el Athletic en el primer tiempo, de pronto empató el Atlético, que no había probado a Iago Herrerín en una hora de partido hasta que logró el 1-1 con un tremendo y sorprendente derechazo desde lejos de Thomas Partey (m. 61). Y de pronto se repuso el equipo bilbaíno, con el 1-2 al contragolpe de Williams, inalcanzable para Godín desde el pase de Iker Muniaín. 

Dos ráfagas en tres minutos que mantuvieron todo como estaba, con el Athletic por delante, con el Atlético a remolque, sin apenas oportunidades, con más empuje que fútbol del conjunto local mientras le aguardaba atrás su rival; una carrera ya contra el crono con ,s sustitución de Williams, con todo el peligro que generaba, con Godín -lesionado en la jugada del segundo gol bilbaíno- de delantero, con Thomas y Saúl de centrales... 

Y con Rodrigo como inesperado goleador a diez minutos del final. El medio centro emergió entre varios rivales para cabecear el 2-2 en un córner lanzado por Thomas, en la segunda ocasión de todo el partido del Atlético, que no se quedó ahí, que rebuscó hasta que encontró el gol de Godín, cojo, de cabeza, anulado primero por fuera de juego, concedido después por el VAR, en los instantes finales. 

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