En el fútbol, el pasado no importa nada. El deporte rey vive en un presente continuo en el que los triunfos pretéritos no valen nada, por muy espectaculares que fueran, y los fracasos valen incluso menos. Y si no, que se lo digan a Loris Karius.
Hace poco más de un mes, el portero del Liverpool hizo dos cantadas antológicas. Y no en cualquier sitio, en la mismísima final de la Champions. Esa noche aciaga, el alemán se confió ante Benzema –seguramente el jugador menos pillo que jamás haya pisado un campo- y dio un pase tróspido que rebotó en el francés y terminó en sus redes. Más tarde, cuando su equipo trataba de de empatar el golazo de de chilena de Bale, se tragó un disparo ejecutado desde Soria por el propio samurái galés. 1-3 y el Liverpool se quedó sin Champions.
Pero como decíamos, el fútbol no tiene memoria. Y apenas 40 días después, Karius ha dejado de ser el peor portero del planeta porque ese puesto ahora pertenece a David De Gea, cancerbero español que en cuatro partidos ha hecho una parada y se ha tragado 11 goles de 12 disparos a puerta.