La reacción al final del juego lo dice todo.
Una imagen, o un par de imágenes continuas, vale o valen más que miles de palabras. Y como cada vez que juega Argentina, su imagen omnipresente es Lionel Messi.
El 1-1 con Islandia se cerró con él. Un tiro libre a la barrera, la pelota que le vuelve y ahí escucha el último pitazo del árbitro polaco. Y ahí le pega un zurdazo a la pelota rumbo al cielo de Moscú.
Enseguida, el capitán se sacó la cinta, se acomodó el pelo, respiró profundo y miró el piso durante unos segundos, con las manos en los ojos. Animal competitivo como es, esas reacciones fueron lógicas después de una actuación irregular, del penal que le atajaron y de esos dos puntos que quedaron en el camino.
