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La caída de Robinho, considerado en su momento el nuevo Pelé 

Luego de ser condenado por una violación en grupo, Robinho se defendió de las acusaciones. “Este hecho ocurrió hace años y ya me defendí de esos cargos, explicando que no tuve ninguna participación en ese episodio”, afirmó. Mediante un comunicado en las redes sociales, los abogados del brasileño aseguraron que recurrirán la sentencia.

“Ya estamos tomando todas las disposiciones legales sobre esta decisión en primera instancia”, dice, textualmente el equipo jurídico de Robinho. De sus palabras se deduce que, obviamente, recurrirán. Además, tal y como refieren, la condena no es definitiva, sino que ha sido tomada por el primer tribunal habilitado para juzgar el delito. Así, el recurso será resuelto por una instancia superior en la que, esperan, consigan la absolución del futbolista.

“Robinho no participó en el episodio denunciado”, agregan. Efectivamente, el delantero ya se defendió de las acusaciones hace tiempo, pero sus argumentos no han sido creíbles para el tribunal. Para la justicia italiana, queda probado que fue uno de los seis hombres que violaron en grupo a una joven de 22 años en una discoteca de Milán.

Brasil e Italia sí tienen tratado de extradición

El proceso, a partir de ahora, será complejo. Primero, la condena deberá ser firme y no admitir recurso. Para ello, las instancias superiores en las que recaiga el caso deberán ratificarla. 

Actualmente, los nueve años de cárcel se los ha impuesto el ‘tribunali‘, el primero de los órganos penales en Italia. A continuación, la ‘corti d’appello’ resolverá la apelación del delantero. Siempre y cuando también sea condenado, le quedará la ‘corte di cassazione‘, el equivalente al Tribunal Supremo español.

Cuando no se admitan más recursos, la justicia brasileña deberá ordenar su arresto para ser extraditado a Italia. Llegados a este punto, habría que ver si aceptan detener a un nacional, estrella de su país, para mandarlo a la cárcel en Europa.

La caída de Robinho, considerado en su momento el nuevo Pelé 

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Robinho causó sensación cuando hizo su aparición en la liga brasileña. Era muy flaco, no muy alto, vestía de blanco y tenía la piel negra. El Santos anunció al mundo al nuevo Pelé. Ningún aspecto de su cuerpo y de su manera de tratar el balón era ajeno a lo que había hecho 'O Rei' desde finales de los cincuenta, cuando era un niño que se comió el Mundial de Suecia de un bocado, engulléndolo sin masticar. 

El Santos es uno de los clubes que vienen a la cabeza cuando se piensa en el fútbol de Brasil, pocos más suenan: Vasco da Gama, Flamengo y poco más. Y sin embargo, estuvo 34 años sin ganar la liga. La ganó Robinho de la mano de un Diego Ribas que se llevaba los elogios y los focos. Ya sin Diego, ganó solo el Brasileirao de 2004.

El Madrid estaba fichando a Pelé. Era lo que todos queríamos ver, lo que pensaba el Santos también, Brasil, Europa, Marte... Después de Cádiz, todos creyeron que era él el elegido. Nada de Ronaldinho, ni Ronaldo. Él, Robson da Souza. Era un calco y se lo llevaba el Madrid. Lo que no pudo hacer Bernabéu lo hacía Florentino Pérez. 

El fútbol había cambiado mucho, quedarse en América solo lo hace un futbolista sin ambición o sin calidad. Y Robinho tenía las dos cosas, solo que tenía excedente de la primera y la segunda nunca le llegó para ser lo que había venido a ser. 

Robinho quería ser el mejor en un mundo en el que el Barça de Dinho aplastaba la garganta madridista y en el que estaban creciendo espontáneamente, como las setas en el monte, los dominadores del fútbol histórico, Messi y Cristiano. No le llegaba para ser el mejor del Madrid de Sneijder, Raúl e Higuaín, mucho menos para usurpar el trono de otros.

Destaca el periodista Abel Rojas con atinada claridad por qué fichó el Madrid a Robinho en agosto de 2005: "El Real le fichó para que resucitase, ojo al dato, a Roberto Carlos, Beckham, Zidane, Raúl y Ronaldo". 

Con 21 años y sin haber pisado Europa, Florentino le encomendaba hacer lo que no estaba haciendo la generación moribunda de los 'galácticos', convertir al Real Madrid en el mejor equipo del mundo. No lo hizo, ni por asomo, vivió parte de la época de los octavos de final de la Champions, las cinco eliminaciones seguidas en esa primera ronda. Pero ganó dos Ligas siendo clave en ambas, las Ligas de Capello y Schuster, las del ocaso del Barça de Rijkaard y Ronaldinho. Para el Madrid no era suficiente y de repente al Manchester City lo compró un jeque y quiso que Robinho fuera su primer gran fichaje.

Reconoció que se marchaba a Inglaterra y dijo que estaba muy contento de fichar por "el Chelsea". No, no era el Chelsea, aunque lo quiso tanto o más que el City y, principalmente, Robinho quería más al Chelsea que al City. Como le pasó en todos sus clubes, jugó bien un año, al menos uno. 

Era el primer City multimillonario y claro, no competía por nada, solo por ir creciendo. Fue la base que sustentó el proyecto de Silva, De Bruyne y Guardiola de hoy. Solo que Robinho no había volado a Europa para eso, sino para ganar el Balón de Oro y desde que se marchó del Madrid supo que eso ya no iba a ser posible nunca más. Había acabado su sueño a los tres años de empezarlo. Se fue a Inglaterra con 24 años con la mentalidad de un futbolista con ganas de retirarse. Si ya había hecho todo, ¿para qué seguir? Porque le gustaba el fútbol, nada más que eso.

Necesitó desahogarse en Brasil, adonde ha acudido cada vez que la cabeza le ha dicho basta. Dejó el City y se fue al Santos. Dejó el Milan y se fue al Santos. Dejó China y se fue al Atlético Mineiro. Desde el principio le quiso Guardiola para el Barça, pero no surgió el amor. Se fue a jugar con Ibrahimovic, donde volvió a hacer un año muy bueno y ganó el 'Scudetto' con el Milan geriátrico de Allegri, el que puso fin al reinado del Inter de Milán. Una vez asumió que no iba a ser el mejor, en Italia fue feliz durante un tiempo, hasta que Brasil le tiró otra vez demasiado... porque también era una manera de huir de la Justicia, que ya le perseguía por la violación por la que ahora está condenado.

Iba cayendo progresivamente, pero su país le quiere, hasta la Canarinha le respetaba. Lo llevó a la Copa América de 2015, cuando nadie se acordaba ya de él. Estuvo un rato en China para llenarse de nuevo los bolsillos y volvió a casa. En Belo Horizonte estaba tranquilo, relajado, era anónimo por fin, ya nadie le exigía un Balón de Oro, ni él mismo. Puede que estuviera alejado del ruido, pero no de la Justicia. Violó a una chica y ahora debe pagar por ello. Italia ha dictado sentencia, veremos si Brasil cumple.

Fuente: Punto Pelota (España) - Diario El Confidencial 

 

 

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