Santi Cazorla, futbolista español del Arsenal, atraviesa un complicado momento. En los últimos meses su capacidad para moverse estuvo en serio peligro después de que se le complicaran muchísimo sus problemas en el tobillo derecho.
En algún momento de esta travesía en el desierto, el jugador, campeón de dos Eurocopas (no estuvo en el Mundial de 2010 por lesión), vio peligrar si quiera la capacidad de poder estar en pie.
Lo cuenta en un relato estremecedor en el diario Marca. La historia comienza el 10 de septiembre de 2013, cuando, tras un partido con la selección española, sufre una fisura en el hueso. Nada anómalo de no ser porque los problemas se le acumularon.
La lesión no terminó de recuperarse. Jugó con dolor. Con mucho dolor. Tanto, que el 5 de diciembre de 2015 pasó por el quirófano. Tras aquella operación, los médicos ingleses le dijeron que se diera por satisfecho si podía volver a caminar con su hijo en el jardín de su casa.
Las cosas pintaban oscuras. Se convirtieron en una eterna negrura cuando la herida, lejos de cerrarse, seguía abriéndose. El pasado mes de mayo fue al especialista español Mikel Sánchez de Vitoria. El especialista se encontró con que le faltaban 8 centímetros de talón de Aquiles fruto de una infección que cogió en alguna de las múltiples operaciones que le hicieron. La pesadilla se hizo más real que nunca.
Afortunadamente, la acción de este especialista, famoso por tratar las rodillas de Rafa Nadal, obró lo que Cazorla llama un "milagro médico". Curó la infección y logró reconstruir un tobillo que ahora le permite correr en el césped del Helmántico, el viejo estadio del Salamanca.
Allí vive en un barrio obrero, donde el fisioterapeuta de la selección española Juan Carlos Herráez, lo trata a diario con la esperanza de que pueda jugar los últimos meses que le quedan de contrato en el Arsenal. Su vínculo con los gunners termina en 2018.
Cazorla tiene claro que volverá a estar con ellos una vez, en enero, le inscriban de nuevo la ficha. Entre tanto, muestras las heridas de guerra que le ha causado este enemigo interno.
La más llamativa, el trozo de antebrazo que luce en el tobillo para la reconstrucción de la articulación. Allí donde antes había un tatuaje completo, ahora falta un trozo que está insertado en la pierna. Una sola muestra de la tortura que ha tenido que sufrir este futbolista de sólo 32 años.
Fuente: Ecodiario