EL PADRINO QUE CONVIRTIÓ EL FÚTBOL EN UNA MAFIA
-Muere el polémico Joao Havelange, ex presidente de la FIFA
El nombre de Joao Havelange estará ligado al fútbol universal que conocemos. Lo comercializó,difundió y lo universalizó, el primer dirigente no europeo que llegó a la FIFA en 1974 y que fue presidente de la era dorada del fútbol brasileño para los títulos de 1958,62 y 70, que además vivió 100 años para contarlo y lo persiguió la sombra de una enorme corrupción durante su mandato en el ente rector del balompié mundial.
Havelange, de padres belgas, nació en Río de Janeiro el 8 de mayo de 1916. Se destacó a temprana edad en el ámbito deportivo general, pero fueron las disciplinas acuáticas las que más lo sedujeron.
En 1936, en los Juegos Olímpicos de Berlín, representó a Brasil en la natación, mientras que en Helsinki 1952 lo hizo en el waterpolo. Ya para esos años, Havelange, ingeniero de minas y abogado, había brillado en la dirigencia deportiva al haber llevado las riendas del Fluminense Football Club.
En medio de la enorme desorganización que imperaba en todos los aspectos de la vida brasileña en los años 50, Havelange se distinguió por ser un dirigente que trasladaba hacia el deporte los conceptos de la administración de empresas. Ya en Melbourne 56, como parte de la Confederación Brasileña de Deportes (CBD, predecesora de la actual Confederación Brasileña de Fútbol), fue el jefe administrativo de la delegación nacional.
Su llegada en 1958 a la jefatura de la CBD (organismo que en esa época no solamente regía al fútbol) coincidió con el periodo más brillante del balompié del gigante suramericano, en el que se gana en tres ocasiones el Mundial (Suecia 58, Chile 62 y México 70). Este aval deportivo lo impulsó para ser considerado como serio candidato a suplir al inglés sir Stanley Rous, quien llegaba al fin de su mandato en la Fifa en 1974.
El presidente de la Confederación Suramericana de Fútbol (Conmebol) de ese entonces, el peruano Teófilo ‘Tito’ Salinas, apadrinó la intención de Havelange de ser el primer presidente no europeo de la rectora del fútbol mundial. Con los votos de Suramérica asegurados, el brasileño emprendió una campaña audaz.
“Antes de la elección en el congreso de 1974, recorrió 150 países para mostrar y exponer sus puntos. Recorrió casi toda África y Asia, y esos votos le dieron el mandato en la Fifa”, le dijo al diario El Tiempo de Colombia Jorge Luiz Rodrigues, jefe de Producción y Periodismo del canal brasileño Sportv, quien entrevistó a Havelange en diversas ocasiones.
La Fifa
En 1974 la Fifa era un ente poderoso en el papel, pero sus arcas estaban muy diezmadas y la complejidad y enormidad de hoy en día estaba a años luz. “Esta era una anécdota que siempre contaba Havelange: cuando él llegó a dirigir la Fifa, en la casa en la que estaba la sede vivían el secretario general y su esposa con dos perros. En el patio estaba la ropa de la familia y apenas había 200 dólares en caja”, le afirmó a este periódico el analista y columnista argentino Jorge Barraza.
El crecimiento desmedido de la Fifa, que comenzó a generar millones y millones de dólares en ganancias para Havelange y su entorno, comenzó con la entrega casi que a dedo de derechos de patrocinio y comercialización de todo lo relacionado con el fútbol. El primer signo visible de este aumento en el poder de la Fifa fue el crecimiento de su principal evento: el Mundial.
Desde Suiza 54 hasta Argentina 78, dieciséis países disputaron cada cuatro años el título, pero a partir de España 82 el número aumentó a 24, lo que vino aparejado con las exigencias para realizar un evento de esta categoría. Después de Francia 1998, el número de países participantes aumentó a 32.
Pero la Fifa de Havelange no solo vio al Mundial ‘grande’ como método de expansión a nivel orbital. El Mundial Juvenil, que se comenzó a disputar desde 1977 y que en el 2011 se jugó en Colombia, fue otro campo de expansión del panorama económico del ‘gigante’ de Zúrich por el que las diferentes marcas, y países, comenzaron a pelearse.
El Mundial de Italia 90 representó un antes y un después para la Fifa. Tras la ‘emergencia’ bajo la que se jugó México 86 luego del inesperado rechazo de Colombia apenas a tres años de la cita, el ente rector incluyó la construcción de estadios nuevos o la remodelación de los ya existentes, motivo de grandes polémicas. El Mundial de EE. UU. 1994 fue una muestra de ese punto, pero desde Corea-Japón 2002 se hizo regla. La edificación de escenarios nuevos fue parte del gravísimo escándalo político-financiero que sigue viviendo Brasil con las concesiones de obra pública a empresarios premiados con el dinero proveniente de la corrupción en Petrobras.
Las sombras
Para 1998, era ya muy sabido que en el gran poder de la Fifa había mucho de corrupción, pero nadie se atrevía a decirlo. Havelange, tras 24 años de ‘reinado’, dispuso todo para que un alumno aventajado suyo, el suizo Joseph Blatter, quedara en el puesto. “Blatter venía de trabajar en la fábrica de relojes Longines y se integró a la Fifa en 1975 a dirigir el Departamento de Desarrollo para África. Después fue ganando posiciones, hasta convertirse en secretario general. Se mantuvo como segundo de Havelange con el apoyo más que todo de los africanos”, afirma Rodrigues.
Con Havelange en la sombra, ya retirado en su casa en Río de Janeiro, la Fifa comenzó a generar más noticias por fuera que por dentro del juego, muchas de ellas por cosas que el dirigente brasileño aprobaba o sabía y callaba.
Una de ellas fue el escándalo por los derechos de televisión que en el 2002 estuvo a punto de dejar al Mundial de Corea-Japón sin transmisión. La empresa ISL-ISMM, que manejaba los derechos de eventos Fifa desde hacía casi una década, quebró de forma fraudulenta y expuso los malos manejos del ente en ese ramo. Según investigaciones posteriores, Blatter, asesorado por Havelange, tuvo mucho que ver con estas maniobras para que la Fifa se quedara en exclusiva con la promoción, producción y ganancias provenientes de la venta de las transmisiones. Tras la quiebra, la Fifa renegoció las transmisiones con cada una de las televisoras interesadas.
De ahí en adelante los escándalos arreciaron. Las prácticas instituidas por la ‘escuela’ de Havelange quedaron al descubierto, desde los sorteos amañados con bolas frías y calientes hasta el otorgamiento de sedes de mundiales de mayores, con el recibimiento y pago de sobornos.
Las revelaciones hechas por las autoridades estadounidenses en el ‘Fifagate’ en el 2015 no dejaron muy bien parado a un ya muy anciano Havelange. Las prácticas por las que casi toda la dirigencia futbolística latinoamericana fue a parar a la cárcel se desarrollaron durante su mandato de 24 años en la Fifa. A su vez, Blatter no se pudo sostener más en su cargo y tuvo que renunciar. A Havelange ya le pesaba desde el 2012 la sanción moral de haber tenido que renunciar tanto al Comité Olímpico Internacional (COI) como a la presidencia honoraria de la Fifa.
Antes de este escarnio, Havelange logró una última victoria para Brasil. En el 2009 fue el as bajo la manga de la aspiración de Río de Janeiro para los Juegos Olímpicos, que ahora se disputan en la Cidade Maravilhosa. Les envió un mensaje a todos los comités olímpicos en el que contaba las bondades de Río. A los 93 años, Havelange se propuso ver el día en que los Juegos fueran inaugurados en su urbe, y así fue.
“Para las viejas generaciones, como la mía, la era de Havelange es conocida como la del crecimiento del fútbol, pero para las nuevas quedará esta última impresión, la de la corrupción. Sin duda, es una mancha que quedará ahí”, dice Rodrigues.
“Él quedó muy manchado por la corrupción y es algo que la gente no perdona. Pero, por otro lado, no queda duda de que es la persona que universalizó el fútbol. Hasta la llegada de Havelange, el fútbol se dividía solamente entre Europa y Suramérica”, aseguró Barraza.
Aquellos que le siguieron tuvieron ayer palabras de reconocimiento para con el fallecido dirigente. Blatter aseguró que transformó el fútbol “en un lenguaje universal”. Estaba feliz de acompañarlo desde febrero de 1975 para poner en marcha su iniciativa, que se convirtió luego en el famoso proyecto de desarrollo de la Fifa Goal”, agregó el suizo.
También, la CBF destacó ayer la “importancia eterna” de Havelange para el deporte mundial y decretó siete días de luto en todas sus competiciones.
Havelange fue enterrado en el cementerio de Botafogo en una ceremonia íntima a la que asistieron familiares, amigos y dirigentes del fútbol brasileño.
Al camposanto de Botafogo acudieron varios dirigentes del deporte nacional, como Carlos Arthur Nuzman, presidente del Comité Olímpico Brasileño; el presidente de la CBF, Marco Polo del Nero; el expresidente de la CBF Ricardo Teixeira, que fue yerno de Havelange, y el jefe de la misión brasileña en los Juegos Olímpicos, Bernard Rajzman.
Dígase lo que se diga, la impronta de Havelange en el deporte mundial ya quedó. Su nombre está al lado de grandes como el español Juan Antonio Samaranch, jefe de COI entre 1980 y el 2001; Hein Verbruggen, ‘capo’ de la Federación Internacional de Ciclismo entre 1984 y 2005, y Bernie Ecclestone, dueño de la Fórmula Uno desde 1983.
El padrino que convirtió el fútbol en una mafia universal
Es bastante habitual que el obituario de casi cualquier personalidad relativamente conocida sea una lluvia de elogios hasta rozar el empalague. Y de hecho, en ciertas ocasiones, se suelen obviar los hechos negativos del hombre o la mujer en cuestión, ocultándolos como si nunca se hubieran producido. Los homenajes se multiplican por doquier. Incluso pasa con Jean Marie Faustin Godefroid Havelange, conocido generalmente como João Havelange y también famoso por haber sido uno de los grandes mafiosos de la historia del fútbol mundial. Sin embargo, anoche en el Santiago Bernabéu se guardó un minuto de silencio durante el Trofeo Santiago Bernabéu para homenajear al que fuera presidente de la FIFA durante 24 años.
Sí, la corrupción en la FIFA empezó antes de Blatter. Hasta qué punto sería corrupta la gestión de Havelange durante las casi dos décadas y media en el trono de la FIFA que Joseph Blatter se vio obligado a marginarlo en 2013, después de que el propio Havelange dimitiera de su cargo de presidente honorífico antes de que lo echaran? Esta era una pregunta que se hacía Thomas Kistner, periodista alemán que publicó hace unos meses el libro FIFA Mafia, en el que destripaba todos los entresijos del máximo organismo del fútbol mundial, el cual se había convertido en su cúpula directiva en una organización al más puro estilo del Hampa. Por algo a Havelange en el mundillo se le conocía como el Padrino. Eso sí, antes de desaparecer del panorama futbolístico, se encargó de colocar a su yerno, Ricardo Teixeira, como presidente de la Confederación Brasileña de Fútbol, y a su nieta, Joana, como directora del Comité Organizador del Mundial de Brasil.
Sin embargo, a diferencia de la obra maestra de Mario Puzo, en la que Vito Corleone se crea a sí mismo desde la nada como el gran dueño de Nueva York, Havelange necesitó a su vez un padrino para hacerse inmortal, gigante. Al fin y al cabo, Havelange, hijo de un traficante de armas belga, como recuerda Kistner, era brasileño. Es decir, no formaba parte directamente de la élite del fútbol mundial, europea por norma. Los antecesores de Havelange apenas miraron al continente sudamericano para admirar a Brasil y Uruguay y organizar allí Mundiales, pero el traslado de poder no estaba previsto. Entonces surgió la figura de Adolf Dassler, Adi para sus amigos, fundador de Adidas (acrónimo de su mote y apellido), el hombre que encumbró a los altares del fútbol a un hombre que apenas tenía relación con este deporte.
Sí tuvo relación con el deporte, porque antes de entrar en la política futbolística y en su correspondientes hilos tétricos, Havelange fue olímpico en dos Juegos diferentes. Nadó en 1936 y jugó al waterpolo en 1952. Vamos, muy lejos del fútbol. Pero encontró el camino de la riqueza en el deporte rey, ya que la venta de armas no le funcionó demasiado bien (era accionista de varias empresas armamentísticas), y el juego ilegal era eso, ilegal. Su pasado antes de ser miembro de la FIFA era ya turbio.
Junto a Dassler gestionaron las elecciones a la presidencia de la FIFA en 1974 para cargarse al entonces máximo dirigente, el inglés Stanley Rous (también conocido por 'organizar' el Mundial de 1966 para que la final fuera un Inglaterra-Alemania que ganaran los suyos). ¿Cómo lo hicieron? Fácil: ganándose la mayoría de los votos, que pertenecían a las federaciones minoritarias, especialmente de los países africanos. Dassler les prometió equipamiento Adidas a todos y Havelange, más presencia en el Mundial de España'82, de ahí que se ampliase el número de participantes a 24.
"Era fácil convencer a los presidentes porque ellos se llevaban su parte. Entró más dinero con la televisión, y por tanto el pellizco de cada uno era cada vez mayor. Y esto tenía que ser mediante regalos porque los presidentes de Federaciones no pueden ganar dinero con ellas", dijo Kistner en una entrevista con El Confidencial. "Vanuatu o Maldivas, que no tienen ligas de fútbol, ganan lo mismo que Francia o Argentina cada año. Por supuesto, los dirigentes de esos países están encantados, porque todo el dinero que reciben es para ellos y su único cometido es ir a Suiza cada cuatro años a votar. Y claro, ellos no tienen ningún tipo de interés en cambiar esta situación". Mucho menos Havelange, Dassler y Blatter, que fue entrando en el negocio desde bien pronto de la mano del propio Padrino.
La International Sport and Leisure
No era fácil mantener ese negocio a través de la propia FIFA, pues al ser una organización sin ánimo de lucro (que mueve miles de millones de euros, eso sí), no podía permitirse esos untes. De ahí que junto a Horst Dassler, hijo de Adi, creara la International Sport and Leisure (ISL), una empresa que tenía como objetivo gestionar los derechos de las competiciones deportivas. Fundada en 1982, la ISL se adueñó de los derechos de la FIFA, el COI y la IAAF y movió cientos de millones poco después de su inicio. Movía, según contaba Kistner, prácticamente el mismo dinero que toda la FIFA. Pero la empresa era inviable. Entraba mucho dinero, pero salía muchísimo más. "Pero es necesario que la ISL siga en el negocio a cualquier precio, pues es lo que les garantiza a los directivos de la FIFA que seguirán recibiendo sobornos", añade. Ese era el objetivo subterráneo.
"El 9 de marzo, el juez de lo criminal Marc Siegwart lanzó una bomba: solo entre 1989 y 2001 la ISL había gastado 156 millones de francos para sobornar a las federaciones deportivas", cuenta Kistner en su libro. Sin embargo, en ese año 2001, ISL quebró. Prácticamente todos sus gestores fueron judicializados, pero nadie tocó directamente a Havelange y a Blatter. Horst Dassler había muerto de cáncer en 1987. Havelange nunca ha sido judicializado por ninguno de los muchos delitos que cometió. Murió en paz, en su hogar, Río de Janeiro, a los 100 años. Blatter, sin embargo, no ha tenido tanta suerte.
Fuente: Diario El Tiempo Colombia