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Pasaron 24 años para que Alemania volviera a conquistar una Copa del Mundo. El entrenador a cargo de la misión fue Joachim Löw, un estratega de bajo perfil. 

Löw fue asistente de Jurgen Klinsmann en la Copa del Mundo de Alemania 2006 y dirigió a los germanos en Sudáfrica 2010. 

El seleccionado alemán suma 4 Copas del Mundo. Anteriormente había ganado en 1954, 1974 y 1990. 

En el siguiente artículo la periodista colombiana, Patricia Salazar Figueroa, hace un repaso de la vida y carrera dfe Joachim Löw: 

Un técnico macizo, como los árboles de la Selva Negra

El pasado 13 de julio, día en la que se dio la sufrida victoria de Alemania sobre Argentina, en la final de la Copa Mundo Brasil 2014, Joachim Löw, de 54 años, ingresó a la historia del fútbol teutón como el primer entrenador en llegar a ser campeón sin haber tenido la experiencia, ni las referencias, de haber integrado, nunca, como jugador la poderosa selección nacional de fútbol de Alemania. 

“De niño y adolescente, allá en Schönau, jugaba mundiales en la cabeza... Pero en la realidad el asunto no se me dio nunca. Lo importante, posteriormente, consistió en que no me aferré a ideas estáticas, sino a la voluntad de continuar desarrollando mi vida en torno al fútbol (…). En Schönau aprendí a comportarme ante la vida”, le reveló el estratega a la revista Focus en el 2008. 

En ese entonces, llevaba apenas dos años como entrenador titular del tricolor rojo-negro-dorado, y muchas figuras del fútbol alemán, con excepción de su amigo, el también entrenador Jürgen Klinsmann, vigilaban con escepticismo el desempeño de un exjugador de la segunda división en su papel de entrenador de estrellas de la primera liga.

Schönau es el pueblo natal de Joachim Löw, enclavado en la Selva Negra, macizo montañoso en el suroccidente alemán, que pertenece al estado federado de Baden Württenberg, donde, en la adolescencia, en vez de jugar a ser hippie, Löw sirvió cinco años como monaguillo de la iglesia principal del poblado.

En la actualidad, Schönau sigue siendo una vereda de 2.320 habitantes, que hoy estudia cambiar su nombre por el de Löwenau, en honor de su hijo ilustre, según comunicó a EL TIEMPO, este martes, la asistente del alcalde de la provincia, Peter Schelschorn.

El nacimiento de Joachim Löw, en febrero de 1960, en ese pueblo de costumbres campesinas y religión católica se convirtió en un suceso porque Hildegard, su madre, hoy de 80 años, ya ajustaba los 36 abriles y varios de casada sin haber tenido hijos.

Con su llegada, Joachim rompió esa barrera y se convirtió en el primogénito de un hogar de cuatro varones: él, más Peter, Markus y Hans, todos dedicados al fútbol y residentes en los alrededores de la misma provincia, donde todavía vive su madre viuda.

‘El triunfo es de él’

Peter Löw, el jefe de cantina en el pequeño estadio del pueblo, dejó saber por teléfono a este diario que no tenía intención de hablar con la prensa sobre el triunfo de su hermano, porque es “el triunfo de él y de la Selección”.

“La familia es muy unida y se emociona con los grandes y pequeños logros de todos los integrantes. Ellos tienen muy claro que a Joachim en esta época de esplendor lo que más le gusta es poder estar con ellos sin que lo traten como a una celebridad. Discreción es una costumbre bien arraigada en la región y para sus habitantes. Los hermanos Löw son macizos y tranquilos como los árboles de la Selva Negra. Enardecerse hasta quedar privados no es su estilo. Tomarse una cerveza juntos y en privado no es nada raro entre ellos”, le dijo a EL TIEMPO, entre amable y lacónica, este martes, una amiga y colega del hermano de Löw desde el campo deportivo de Schönau.

Hablaba con él en momentos en que la selección tetracampeona hacía su entrada, por la Puerta de Brandenburgo, a la capital alemana, donde fue seguida y recibida por más de un millón de capitalinos, uniformados de camisetas de la selección, ya con cuatro estrellas en el pecho.

Después de otras tantas conversaciones, en reserva, con habitantes de Schönau y Wittnau, pueblo adjunto a la ciudad de Friburgo, domicilio actual de Joachim Löw, queda claro que uno de los factores que ayudaron a Löw a trabajar sistemáticamente en la fabricación de este triunfo histórico para él y los alemanes tuvo que haber sido, necesariamente, la ausencia de presión en su entorno más cercano.

De hecho, Daniela Löw, su esposa desde hace 26 años, dijo a la revista de variedades Bunte antes de iniciarse el Mundial que su esposo era un “curtido” en asuntos de dificultades, y su matrimonio, la circunstancia vital donde él podía, si quería, hablar todo el tiempo de estrategias sin que a ella se le ocurriera tomarse “todo tan en serio como para cuestionarlo, interrumpirlo”, preocuparse o impresionarse.

Y para el semanario Stern, en una de las pocas entrevistas sobre su vida privada, dada el año pasado, Löw plasmó lo que significa para él el equilibrio entre la vida sentimental y profesional:

“Daniela y yo estamos juntos desde que yo tenía 17 años; es mi gran compañera y cómplice. Por ejemplo, ella nunca me ha recibido con la pregunta: ‘Mi amor, ¿qué pasó? ¿Por qué no ganaste?’ ”.

Esa actitud, que en la actualidad ya no tiene asidero, debió tener más valor que el oro entre 1978 y 1992, cuando Löw intentó sin éxito convertirse en estrella del fútbol profesional alemán.

En aquel momento, debió conformarse con su desempeño modesto en clubes casi desconocidos del panorama nacional y europeo, como el SC Friburgo, VfB Stuttgart, Eintracht Frankfurt, Karlsruher SC y, finalmente, en los clubes suizos de provincia FC Schaffhausen y FC Winterthur.

La penúltima vez que Alemania se coronó campeón, en 1990, sorprendió a Löw como jugador en la banca del FS Friburgo, su último club, desde donde se desprendió, definitivamente, de su proyecto inicial de jugar un mundial.

Como entrenador, completó ocho clubes en ocho años antes de llegar a Klinsmann.

Así, de derrota en derrota, en 1994 Joachim Löw cumplió 34 años, que celebró en Suiza, ya no como jugador, sino como entrenador del FC Winterthur, actividad que trajo consigo la obligación de iniciar estudios para adquirir la licencia de entrenador.

Löw interrumpió varias veces esos estudios y sólo en el 2000 consolidó los requisitos para obtener la licencia oficial que ahora porta.

Pero, aun con interrupciones, ese periodo de capacitación, en la Escuela Superior de Fútbol Sporthochschule, de la Federación de Fútbol de Hennef, se consagró en la biografía de Löw como el escenario que daría inicio al cambio de derrotero en su vida.

Hambre de éxito

Allí, al final de los años noventa y en las canchas de prácticas, conoció al atacante Jürgen, campeón mundial en 1990 y quien en ese entonces, igualmente, se preparaba para ser entrenador.

A diferencia de Löw, Klinsmann se alistaba para entrenar oficialmente, con la solvencia de portar credenciales de campeón y de haber anotado 110 goles en 221 partidos en la Bundesliga.

No obstante las diferencias sustanciales en las dos carreras, entre los dos se produjo un ‘flechazo amistoso’ y un reconocimiento de Klinsmann del talento escondido de Löw, por que, en el 2004, Klinsmann lo eligió como entrenador asistente de la selección de Alemania, cuando él mismo asumió la titular, en remplazo de Rudi Völler.

“Jürgen Klinsmann llamó a Löw porque, según sus propias declaraciones, él recordaba cómo, en las canchas de práctica, Joachim podía explicar las tácticas más complicadas y sofisticadas del fútbol de tal manera que cualquier persona, incluso los más lentos en pensamiento, pudieran entenderlo”, consignó el diario Die Welt, en su edición especial sobre el Mundial, este 15 de julio.

Durante el Mundial de Alemania 2006, cuando los germanos alcanzaron el tercer lugar, la amistad de Klinsmann y Löw se hizo más estrecha, a tal punto que el entrenador titular no dudó en hacer valer toda su influencia en el panorama deportivo germano, incluso por encima de las aspiraciones del ‘Káiser’ Franz Beckenbauer, para conseguir que Löw, y no el goleador mundialista Lothar Matthäus, se quedara a cargo de la selección, ante su retiro.

“Fueron las épocas en las que, durante las famosas y temidas ‘mesas de conversaciones’ de la dirigencia del fútbol germano, y también de los aficionados, se criticaba sin clemencia el estilo de Low y se afirmaba, sin recato alguno, que con él Alemania nunca volvería a hacerse con un título. Las críticas se concentraban, sobre todo, en la semifinal del campeonato europeo en el 2012, cuando Alemania jugó con Italia y perdió por la formación a la que apostó Löw”, recuerda Die Welt.

Estoico, paciente, reconcentrado, Löw siguió su marcha sin dirigir una sola declaración a las críticas que le llovían desde todas las esquinas.

“Este proceso, que culminó ayer con el triunfo merecido de la selección es producto de un experimento futbolístico de diez años de preparación, táctica, física y mental de los representantes de una generación de profesionales que han madurado para ser campeones.

“Estoy hablando de grandes figuras que vienen acompañando el tricolor germano estos diez años, como Philipp Lahm, Miroslav Klose, Per Mertesacker, Lukas Podolski y Bastian Schweinsteiger, quienes le imprimieron perfección al juego fantástico de Khedira, Müller, Özil, Manuel Neuer y Mario Götze”, dijo Löw, en rueda de prensa, minutos después de la contienda mundial, en la que el mediocampista Mario Götze anotó el punto que marcó la diferencia entre campeón y subcampeón en el Maracaná.

“Antes de hacer el cambio, en el minuto 88, de Miroslav Klose por Mario Götze, le dije a Mario: ‘Entra en la cancha y demuestra que eres mejor que Messi’. ¡Funcionó! El hambre de triunfo era inmensa en todos los jugadores. Tenían la técnica, la condición, la voluntad y el dominio; el resto siempre se define en el instante que el resto no tiene previsto”, respondió Löw en una entrevista para la DFB TV, televisión de la Confederación Alemana de Fútbol.

Eso lo dijo un día antes de regresar a su tierra como consagrado campeón, entre los de la Selección de los tetracampeones. Y tres días antes de pasar, por fin, por Schönau

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