ES EL CANDIDATO QUE COSTA RICA APOYÓ
COMENZÓ DE BECARIO EN LA LIGA ESPAÑOLA
LLEGA POR ACCIDENTE AL CARGO
-Toma fuerza un Mundial con 40 selecciones tras victoria de Infantino
El suizo Gianni Infantino, elegido este viernes como nuevo presidente de la FIFA, da el salto desde la UEFA a la cúspide mundial refrendado por el apoyo de jugadores, entrenadores y las dos confederaciones más poderosas del planeta.
Infantino se proclamó ganador de las elecciones más inciertas de la historia de la FIFA, al imponerse en la segunda votación, con 115 votos, por delante del jeque árabe Salman bin Ebrahim Al Khalifa (88), el Príncipe Alí bin Al Hussein (4) y al francés Jerome Champagne (0), durante el Congreso Extraordinario celebrado en Zúrich. En la primera ronda, Infantino había logrado 88 votos, por 85 de Al Khalifa, 27 del Príncipe Alí y 7 de Champagne.
Nacido en Brig (Suiza) el 23 de marzo de 1970, Infantino ha sido el rostro amable de la UEFA, el simpático conductor de los sorteos de la Champions que trataba de hacer comprensibles los numerosos condicionantes de la primera fase y que, una vez descartado Michel Platini, por su inhabilitación, dio el paso al frente para liderar la reconstrucción de la FIFA.
Infantino recibió 115 votos, por los 88 de Salman en la segunda y decisiva votación
Políglota -habla perfectamente inglés, francés, italiano, alemán y español- y cercano al fútbol español -estuvo becado por la Liga de Fútbol Profesional, ha dado conferencias a los clubes sobre reformas de la UEFA y es buen degustador de jamón- el nuevo presidente de la FIFA llega avalado por la implantación del Fair Play financiero, que introdujo el control económico en los clubes europeos o por la expansión de la Eurocopa a 24 selecciones, idea que trata de trasladar al Mundial, con un total de 40 equipos.
Pero, sobre todo, tiene tras de sí el apoyo de la gente del fútbol. Luis Figo, Roberto Carlos, Fernando Hierro, Samuel Eto’o y Cafú, han reforzado su campaña, lo mismo que entrenadores como Mourinho, Capello o Alex Ferguson, más la Asociación Europea de Clubes, pese a sus reticencias para ampliar la Copa del Mundo.
Ese mismo apoyo de los grandes fue su lastre, porque en el lado contrario se le percibió como el candidato del “statu quo”; otro suizo -nacido apenas a 10 kilómetros del pueblo natal de Blatter- que fue fiel hasta el último momento a Michel Platini, el otro ilustre imputado.
Para desmentir esa sensación, Infantino acometió una extenuante campaña que comenzó en El Cairo y concluyó en Robben Island, en la cárcel donde estuvo preso Nelson Mandela, y que le llevó a dar “cinco veces la vuelta al mundo”, en palabras suyas.
Prometió un secretario general africano y se declaró “sudamericano”, ante la CONMEBOL, cuando las dudas de la Confederación Brasileña amenazaban con romper la unanimidad de la CONMEBOL a favor suyo.
Ahora, Infantino tiene por delante la tarea de llevar a buen puerto la mayor reestructuración que ha sufrido la FIFA en toda su historia, unos cambios que deben acallar las críticas de corrupción, que deben apagar el fuego encendido entorno a la elección de Rusia 2018 y Caatar 2022 y que, de forma casi inmediata, deben volver a atraer patrocinadores, porque la FIFA ha anunciado que cierra el ejercicio 2015 con pérdidas, por primera vez desde 2002.
Gianni Infantino comenzó de becario en La Liga Española
Gianni Infantino (Brig, Suiza, 23 de marzo de 1970) es hijo de italianos y suizo de nacimiento. Trabaja en la UEFA desde marzo de 2000. Entró como asistente, en 2004 fue nombrado Director de Asuntos Jurídicos y Licencias de la División de Clubes y en 2007 promocionó al cargo de secretario general de esta organización con la llegada de Michel Platini, a quien Infantino sigue pagando su sueldo de presidente pese a estar suspendido de empleo por corrupción por el Comité de Ética de la FIFA.
El nuevo presidente de la FIFA, de 45 años, es abogado, tiene cuatro hijos y habla cinco idiomas con fluidez: alemán, italiano, francés, inglés y español. Infantino, conocido como 'el calvo de los sorteos' por su papel de maestro de ceremonias en los sorteos de la Champions de los últimos cinco años, ha hecho otros trabajos menos vistosos pero más importantes en la UEFA. Dirigió el grupo de trabajo sobre licencias para los clubes, ha colaborado en la creación del juego limpio financiero y ha seguido de cerca el desarrollo de las políticas de marketing de la UEFA que han multiplicado por tres los ingresos de la organización en el último lustro gracias, sobre todo, a los ingresos de televisión obtenidos de la Champions y la Europa League.
A Infantino se le considera un hombre próximo a la Asociación Europea de Clubes (ECA). Lo es por convicción y por interés. Platini le situó en esa posición estratégica para controlar los intentos de la ECA de crear una competición paralela a la Champions, la gallina de los huevos de oro de la UEFA. Pese a esa proximidad a la ECA, uno de los asuntos pendientes de Infantino es una demanda contra FIFA y UEFA presentada conjuntamente por las Ligas Profesionales de España y Portugal que reclaman una indemnización por el cambio de fechas del Mundial 2022, que finalmente se disputará en invierno afectando al normal desarrollo de las ligas europeas.
Infantino fue becario en LaLiga de Fútbol Profesional, en España, en la etapa de Pedro Tomás como presidente. Tomás es ahora miembro del equipo jurídico de la UEFA y mantiene una gran relación con Infantino, que ha pasado de alumno a maestro. Gianni Infantino nació en Brigue, en el Haut-Valais, a diez kilómetros de Visp, la localidad natal de Joseph Blatter, quien ayer siguió el congreso desde el bar de la plaza de su pueblo, rodeado de montañas, nieve y vacas.
Llega por accidente al cargo
No era un secreto, pero él mismo lo confesó hoy en la tribuna desde la que hizo su último discurso como candidato: hace cinco meses al suizo Gianni Infantino ni siquiera se le había pasado por la cabeza aspirar al trono de la FIFA.
Cacofónico, sí, pero el pareado presidente por accidente resume lo que le ha sucedido a este abogado de 45 años apenas conocido públicamente más que por, como dijo malévolamente el argentino Diego Armando Maradona, "mover las bolitas" en los sorteos de las competiciones de la UEFA. Su cabeza pelada se hará ahora mundialmente famosa, pero hasta hace bien poco, en concreto hasta el 26 de octubre de 2015, Infantino era el hombre en la sombra de Michel Platini, el carismático jefe del ente rector del fútbol europeo, el legendario ex jugador francés ganador de tres Balones de Oro.
Ese día, sin embargo, la UEFA tuvo que asumir que Platini, suspendido poco antes por sospechas de corrupción, no podría presentarse a la carrera por la FIFA, para la que era el máximo favorito hasta que saltó el escándalo. Infantino fue presentado como alternativa y el número dos salió de la sombra del mito.
El pareado presidente por accidente resume lo que le ha sucedido a este abogado de 45 años apenas conocido públicamente más que por, como dijo malévolamente el argentino Diego Armando Maradona, "mover las bolitas" en los sorteos de las competiciones de la UEFA.
"Cuando Platini tenía ganas de una rueda de prensa, buscaba la tribuna. Cuando no o cuando se tornaba muy incómodo, enviaba a Infanto por delante", contó el diario suizo "Neue Zürcher Zeitung".
Nadie culparía al ex campeón francés viendo hoy a su ex subordinado sobre el estrado del congreso extraordinario de FIFA en Zúrich, donde hizo una exhibición políglota difícilmente igualable al dirigirse a los delegados en inglés, italiano, alemán, francés, español y portugués. El suizo está casado además con una Libanesa, así que el árabe no le es tampoco desconocido.
Hijo de emigrantes italianos, Infantino nació en el pequeño pueblo de Brig, en el cantón de Valais, a apenas diez kilómetros de Visp, la localidad natal de Joseph Blatter, donde el hoy ya ex presidente de FIFA sigue siendo "Sepp".
Infantino es "Gianni" entre sus paisanos. Allí, entre montañas, aprendió que como jugador de fútbol no se ganaría la vida, así que apostó por la leyes. No era un estudiante brillante, pero tenía la facultad de la empatía.
En casa hablaba italiano con sus padres, dueños del kiosko del pueblo. El alemán y el francés lo aprendió en la escuela. El español, trabajando para la Liga. Era pues el hombre ideal para entrar en la sede de la UEFA en Nyon, donde desde el año 2000 fue creciendo paso a paso hasta convertirse en 2009 en secretario general.
Con él al frente, la organización impuso el fair play financiero al tiempo que hacía despegar la Liga de Campeones. "En un periodo de crisis, la UEFA multiplicó por más de tres sus ingresos", dijo hoy para justificar la viabilidad de su plan financiero para FIFA, muy generoso con las federaciones nacionales y calificado por sus rivales como garantía de bancarrota. "Cuando hablo de cifras sé de lo que hablo", se defendió.
Sobre fútbol también le gusta hablar. Se hizo fan del Inter de Milán por su padre, que fue el primero que lo llevó a un estadio. Su ídolo de niño era Alessandro Altobelli, autor del tercer gol de Italia en la final del Mundial de 1982. "Los hinchas de Inter somos muy sufridos, pero en 2010, con el triplete, nos desquitamos", dijo el suizo durante su visita a la Conmebol en enero, cuando selló una alianza entre Europa y Sudamérica, cuna de las grandes potencias futbolísticas. ¿Quién cree que es mejor -le preguntaron entonces-, Messi o Neymar? "¡Cristiano Ronaldo!", respondió con una sonrisa. "Soy europeo, tengo que defender a los nuestros", bromeó. O quizá no. Tendrá hasta 2019 para demostrar que, pese a que llegó por accidente, puede ser un líder para todo el mundo, desde la poderosa Europa hasta la irrelevante Oceanía. Idiomas no le faltan.