El dinero en efectivo es prácticamente una antigüedad en los países escandinavos. Todo se hace con tarjetas.
La desaparición del efectivo, el afianzamiento de los sistemas de pagos digitales y la aparición de nuevas formas de crédito son un paso más en una evolución que comenzó hace 5.000 años en Mesopotamia, donde en las mismas tabletas de arcilla cuneiformes en la que se inventó la escritura también se anotaban los pagos y los créditos de los comerciantes.
En su forma moderna, la tarjeta de crédito moderna nació en 1950, cuando Ralph Schneider y Frank McNamara fundaron el Diners Club para pagar comidas en restaurantes. Tres años más tarde, ya era aceptada en Canadá, México, Cuba y el Reino Unido como una manera de pagar sin dinero en efectivo.
Desde entonces, el mundo fue transformado por la revolución tecnológica y ahora ya China está haciendo las primeras pruebas con los pagos con yenes digitales.
Mientras eso ocurre, las tarjetas de crédito y de debido constituyen una pieza clave en el ecosistema de pagos global. Los analistas calculan que en 2019, existían unas 22.800 millones de tarjetas de crédito, débito y prepago en uso en todo el mundo. Y esa cifra subirá a las 29.310 millones de unidades para 2023.
Otro dato impactante es que el 76% de los consumidores de los países industrializados tiene al menos una tarjeta de crédito, aunque las cifras varían de una manera radical en los países con menos ingresos. El 98,81 por ciento de las personas mayores de 15 años tenían al menos una tarjeta de débito en Holanda, mientras que esa cifra bajaba a 1,73 por ciento en Sierra Leona.
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Más seguridad y comodidad en Europa
Las tarjetas de crédito que conocemos desaparecerán en 2033. Europa es la primera región que implantará un nuevo tipo de tarjetas que no usará las bandas magnéticas en 2024.
Los medios españoles informaron que la firma MasterCard será la pionera en deshacerse de los códigos usados en la actualidad y para el 2022 en España se utilizará dinero plástico que combinará tecnologías biométricas y de chips.
Si vives en un país europeo no debes preocuparte porque los bancos tardarán algunos años en reemplazar todas las tarjetas que usen bandas magnéticas.
Será entonces cuando todas las nuevas tarjetas emitidas por los bancos, tanto de crédito como de débito, dejarán de contar con la banda magnética. Por su parte, se espera que en tan solo 10 años esta manera tradicional de pago también acabe por extinguirse en países Estados Unidos o Canadá. Aun no se sabe cómo ocurrirá esa metamorfosis en América Latina.
Las nuevas tarjetas utilizarán la tecnología biométrica, que combina las huellas dactilares con los chips electrónicos para identificar al titular de la cuenta bancaria. Cuando desees realizar un pago no tendrás que firmar ni introducir un pin, sino colocar tu huella dactilar.
La solución estadounidense
Inversionistas estadounidenses han invertido millones en el desarrollo de tecnología nativa diseñada para satisfacer las necesidades específicas del mercado estadounidense.
Recientemente presentaron el desarrollo de la tarjeta biométrica SmartMetric, que utiliza un potente procesador encriptado, independiente del procesador de tarjetas con chip de pago, que se utiliza para almacenar la huella digital del usuario de la tarjeta dentro de la tarjeta.
“Debido a que la tarjeta biométrica SmartMetric no almacena plantillas o imágenes dentro del mismo chip que se utiliza para procesar pagos, la solución de tarjeta biométrica SmartMetric puede proporcionar un registro y extracción de huellas dactilares rápidos y altamente seguro sin comprometer la seguridad del chip de pagos de la tarjeta”, explicó la empresa en un comunicado.
Otras tarjetas biométricas dependen de que la huella digital se almacene en el mismo chip utilizado para el procesamiento de la tarjeta. Para ello el nuevo usuario de la tarjeta tiene que trasladarse a una sucursal bancaria y usar un escáner de huellas dactilares separado para almacenar su huella digital dentro de la tarjeta.
SmartMetric explicó que su propuesta es necesaria por las grandes distancias geográficas que existen entre las poblaciones y el acelerado cierre de las sucursales bancarias.
A pesar de la existencia de opciones tecnológicas, los consumidores estadounidenses deberán esperar un poco más que los europeos para aprovechar las ventajas de estas nuevas herramientas a nivel masivo
En Dubái prefieren los rostros
Así como la primera tarjeta estadounidense hace 72 años fue creada para resolver las necesidades de pago en el sector de la hostelería, el sector de alimentos de los Emiratos Árabes Unidos será el primero en probar un método de pago que utiliza la tecnología de reconocimiento facial.
En las sucursales de Costa Coffee, el minorista de bebidas MMI, la cadena de supermercados Géant, el club de playa Cove Beach en el Caesars Palace y la Coca-Cola Arena de Dubái, los consumidores podran crear una "clave digital" con una selfie y luego vincularla a la tarjeta de pago elegida. Eso permitirá garantizar la autenticidad de los pagos sin utilizar claves numéricas en los comercios participantes. Las transacciones quedarán autorizadas con tan solo mirar a una cámara.
El servicio PopPay ha sido desarrollado por proveedor de tecnología de pago biométrico PopID, en asociación con Visa y la empresa de inversiones Dubái Holding.
“Bajo la alianza con Visa, se invitará a los bancos emisores a unirse a la plataforma y brindar a sus clientes la capacidad de vincular su biometría facial a sus tarjetas de débito o crédito para realizar pagos; y a los bancos adquirentes se les ofrecerá la oportunidad de distribuir los terminales de pago facial patentados de PopID a empresas físicas”, dijo un portavoz de PopPay a la publicación NFCW.
En estos tres años que han transcurrido desde mi viaje a Noruega, ya cada vez uno menos papel moneda para pagar y estoy lista para usar las tarjetas biométricas. Aunque todavía recuerdo las listas de los tarjetahabientes "morosos" que revisaban los comerciantes en las cajas antes de troquelar una tarjetas para gestionar un pago. Los estafadores y mala paga no desaparecerán pero su vida será, sin duda, mucho más difícil.