Aunque al oír sus nombres puedas pensar en cosas totalmente diferentes, los ataques cardíacos y de pánico son dos afecciones que comparten muchos síntomas en común.
Los expertos explican que es fundamental saber identificarlos, por ello, aquí te explicamos cómo hacerlo y que medidas debes tener en cuenta para prevenirlos o mantenerlos bajo control.
En primer lugar, debemos comprender en qué consiste cada una de estas afecciones. El ataque cardíaco o infarto de miocardio se produce cuando se bloquea el flujo de sangre que se dirige hacia el corazón.
Generalmente, ese bloqueo ocurre por una acumulación de grasa, colesterol y otras sustancias que forman placa en las arterias coronarias (que alimentan el corazón).
Esta placa muchas veces puede romperse y formar coágulos, que bloquean el flujo sanguíneo. Esta interrupción puede causar daños o destruir parte del músculo cardíaco.
Un ataque de pánico es un episodio de miedo intenso y repentino, que suele provocar reacciones físicas graves cuando no existe ningún peligro real o causa aparente.
A diferencia de los ataques cardíacos, los ataques de pánico no son letales, aunque si pueden afectar la calidad de vida de las personas, al punto que pierden control sobre sus acciones y pensamientos, creyendo que van a morir.
Muchas personas tienen solo uno o dos ataques de pánico en toda su vida, y el problema quizás desaparece cuando se resuelve la situación estresante que lo desencadena. Sin embargo, cuando estos episodios son constantes, se puede padecer una afección llamada "trastorno de pánico".
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Diferencias entre ataque cardíaco y de pánico
La aceleración del ritmo cardíaco, el dolor en el pecho, la falta de aliento, y la sudoración por encima de los normal son señales que pueden presentarse tanto por un ataque cardíaco como por un ataque de pánico.
Sin embargo, cuando se trata de un ataque cardíaco los síntomas pueden continuar hasta que la persona recibe tratamiento, mientras que en los ataques de pánico las señales suelen desaparecer tras 20 minutos o media hora, según detalla una publicación de HealthDay.
Otro aspecto clave para diferenciarlos es la edad. Los hombres de 45 años o más y las mujeres de 55 años o más tienen un riesgo más alto de sufrir ataques cardíacos que sus pares más jóvenes.
También influyen los niveles altos de colesterol y triglicéridos en sangre, la hipertensión, obesidad, diabetes, síndrome metabólico o antecedentes familiares de ataques al corazón.
"Si una persona joven sin factores de riesgo experimenta un dolor en el pecho, las probabilidades de que sea un ataque cardíaco son muy bajas", explicó el doctor Rajesh Dave, cardiólogo intervencionista de Centro Médico del Espíritu Santo de Penn State Health.
Y agregó: "Lo más probable es que el dolor de pecho en un hombre de 50 años que fuma hace mucho, con un historial de 20 años de diabetes, señale un ataque cardíaco", añadió Dave.
En cambio, el estrés y la ansiedad son los principales factores de riesgo de los ataques de pánico, aunque la ansiedad también puede asociarse con un ataque cardíaco.
Razones para cuidar tu salud mental
Otra forma de identificarlos es que los ataques cardíacos suelen ocurrir con mayor frecuencia durante la actividad física, mientras que los ataques de pánico pueden suceder cuando una persona está descansando, y ser provocados por un desencadenante de la ansiedad, como recibir una mala noticia.
Cómo prevenir un ataque cardíaco
Aunque el ataque cardíaco es la primera causa de muerte en el mundo, es una afección prevenible. Para ello, los especialistas recomiendan seguir estos consejos:
Chequeos médicos: procura controlar afecciones que pueden favorecer su aparición, como presión arterial alta, diabetes, o niveles de colesterol elevados.
Hacer ejercicio regularmente: la evidencia científica respalda los beneficios del ejercicio para la salud, y en especial para mantener una buena función cardiovascular. Aunque los mejores resultados se aprecian con actividades de intensidad media a intensa, alternativas leves, como las caminatas, son un buen comienzo.
Malos hábitos: el consumo excesivo de alcohol (dos o más tragos diarios) así como el tabaquismo, son hábitos asociados a un mayor riesgo de enfermedad cardíaca.
Mantener una buena dieta: en este punto se aconseja evitar o limitar las grasas saturadas, carnes rojas, productos azucarados, salados o procesados, a la vez que se aumenta la ingesta de pollo, pescado, granos, semillas, frutas y vegetales. La dieta DASH o la alimentación mediterránea son ideales para incorporar estos alimentos.
Controlar el peso: el sobrepeso y la obesidad aumentan el daño cardíaco.
Cómo superar un ataque de pánico
Para tratar un ataque de pánico es necesario consultar a un profesional de la salud. Tras realizar un diagnóstico, estos pueden recetar ansiolíticos, antidepresivos o betabloqueantes, así como terapia de diálogo o psicoterapia, con el objetivo de encontrar y abordar la raíz de los problemas que desencadenan estos episodios.
Si sufres ataques de pánico, ten en cuenta estos consejos para sobreponerte a los episodios y no perder el control:
Despeja el miedo: aunque los síntomas que tienes pueden asustarte, son una exageración de las reacciones normales frente al estrés. Recuerda, no son peligrosos.
Enfrenta al miedo: en lugar de negar u ocultar tu miedo, acéptalo. Con el tiempo comprenderás que esta opción es mejor que escapar constantemente.
Intenta distraerte: desde viajar a zonas de confort mental, hasta contar antes de reaccionar, cualquier opción que quite de foco la situación estresante en ese momento será útil.
Modifica tu enfoque: concéntrate en el presente, en lo que de verdad está ocurriendo más que en lo que podría ocurrir.
Toma valor: enfrenta tus sentimientos en lugar de combatirlos, esto hará que se vuelvan menos intensos.
Puntúa los episodios: califica tu nivel de miedo en una escala, por ejemplo, del 1 al 10, y observa cómo se modifican esos valores. Esto te ayudará a comprender que tu miedo solo se mantiene en el nivel más alto por unos pocos segundos.