El legendario actor y director Clint Eastwood de 91 años regresó a la pantalla grande con un wetern moderno: Cry Macho. Aunque la estrella dice no querer retirarse todavía, muchos de los críticos de su nueva película creen que su hora de decir adiós ha llegado.
No cabe duda de la calidad de sus proyectos, de la pasión que invierte en ellos, pero también se empiezan a asomar las señales de la edad. Vemos a un Clint Eastwood al que le cuesta hasta caminar, cuya voz a veces tiembla, pero que es consciente del paso del tiempo y lo recalca de forma cómica en el filme.
En Cry Macho nos trasladamos una vez más a Texas, esta vez al año 1978. Basada en la novela de N. Richard Nash, que coescribe el guion con Nick Schenk (Gran Torino), se narra la historia de una ex estrella del rodeo y criador de caballos retirado llamado Mike Milo (Clint Eastwood) que acepta un encargo de un antiguo jefe: traer a su hijo pequeño Rafo (Eduardo Minett) desde México de vuelta a casa. La película es precisamente ese viaje en el que acompañamos al viejo y al niño (y a su gallo Macho, de ahí el nombre) en las distintas aventuras que encuentran a su paso.
Son las paradas y trayectos de ese viaje los que enmarcan las conversaciones entre ambas generaciones. Dos visiones de la vida que les separa, no solo por la edad, sino por la condición social: un gringo americano frente a un jóven rebelde mexicano.
Quizás lo más destacable de la película sea el intento de ruptura de la masculinidad clásica que embadurna las películas de western. Ese tipo duro, "macho" y fuerte que representa el ideal del hombre de Texas. La película deja caer apoyandose en el humor que la masculinidad no se limita a ser un tipo duro, sino que es mucho más compleja y tiene lecturas distintas.
Una apuesta interesante que se ve manchada por un intento de mantener a Eastwood como un sex symbol que encadila a mujeres jóvenes y sexys, desde Natalia Traven en el papel de Marta hasta el encuentro con la espectacular Fernanda Urrejola, y que desequilibra un poco el discurso que intenta transmitir en sus conversaciones con el joven.
Aunque muchos no pueden evitar alabar el talento de Eastwood como director, otros han comentado sin censura que se trata de una película con un ritmo lento, que adormece y con un guion que deja mucho que desear. En redes sociales se ha lanzado la gran pregunta: "¿Debe Clint Eastwood jubilarse?"
Aunque a sus 91 años, el actor y director reflexiona sobre la masculinidad y su propia imagen en Cry Macho, se percibe una simpleza y poca profundidad en la trama y el guion. Es bonito ver cómo analiza con esta película el paso del tiempo, cómo mira desde una perspectiva distinta la vida y con ello su propia imagen dentro y fuera de la pantalla, casi con nostalgia.
Vemos a un Clint Eastwood que llora, que se emociona, que no tiene miedo a mostrar sus debilidades, y eso es de agradecer en su regreso al western, aunque este intento de "nueva masculinidad" y "ruptura del machismo" se quede a medio gas.
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