Para los futbolistas con mayor capacidad adquisitiva se hace más rentable y cómodo alquilar un jet privado para sus viajes. El piloto rumano nacionalizado italiano, Emilian Toma, vio en esa necesidad una oportunidad de negocio que ha explotado muy bien. Su buena relación con varios jugadores argentinos le ha traído más clientes y por supuesto le ha dejado muy buenas anécdotas.
Toma concedió una entrevista a Diario Olé en la que relata las vivencias de su oficio.
-¿Cómo empezó su empresa (Jet Corner)?
-Yo estaba trabajando con viajes en una compañía suiza. Durante mi tiempo libre hice una apuesta y pagué de mi bolsillo una noche en un hotel en el que estaba el Zenit de Rusia. Ahí me encontré a Domenico Criscito, que era el capitán del equipo. Tuve el coraje de ir a hablarle, nos tomamos un café, le di mi tarjeta y le conté de lo que me ocupaba. Me llamó una semana después y fue mi primer cliente. Él me trajo a Dani Gomes y a Bruno Alves. Después de algunos meses, con ellos tres ya me pagaba mi salario. Uno de ellos me pidió un descuento y le dije que se lo hacía, pero si él hacía un posteo en Instagram, y me retaron porque tendría que haberlo hablado con la compañía. Ahí, decidí abrir mi empresa.
-¿Qué aviones manejás?
-Cuando me fui de la empresa suiza empecé a tener patrocinadores en varios lados, y a los jugadores les hacía firmar con compañías en las que yo confiaba. Ahora, vivo en Sion y aquí hay tres aviones que pertenecen a un dueño y yo los vuelo. Si puedo, voy y los veo, pero no es sistemático. Si Paredes me pedía antes ir de Zenit a Dubai, no lo hacía desde Suiza. Mandaba uno bueno del mercado. El objetivo principal no es volar con ellos.
-¿El primer argentino fue Éver Banega?
-Conocí a un chico que organizaba eventos y que conocía a Banega en Valencia. Fui para encontrarlo, tomamos un café y le expliqué todo. A los pocos días me cogió un vuelo, él jugaba con Ansaldi y él también me cogió un vuelo. El primer éxito fue cuando un domingo veo un mensaje por Instagram (@thejetcorner) de Icardi: “Emilian, me hablan bien de ti”. Mauro me ayudó muchísimo.
-¿Qué anécdotas se pueden contar?
-Con Mauro tengo varias. Antes de un partido en el que le hizo cuatro goles a Sampdoria, justo antes me pidió un vuelo para después del partido poder ir a Disney. Yo estaba en Zurich, le escribí para saludarlo y llevarle unos chocolates a Wanda. Me pongo en camino, me perdí y le dije que no llegaba. Pero él me esperó solo, con Wanda y los niños en el avión ya. Me tocó mucho eso, la gente habla de él como si tuviera mucho orgullo y lo critican, pero sólo puedo hablar bien de él. También a Mauro lo llevé a la final de Boca y River en Madrid. Otra: una vez cogió un vuelo para un asistente suyo, pero se equivocó al escribir el nombre y me llamó porque no lo dejaban pasar. Me paré en la autopista y en siete minutos lo dejaron pasar, tuve suerte, pero hice las llamadas. “Te debo una”, me dijo.
-¿Cómo llegaste a Dybala?
-Lo conocí gracias a Paredes. Me tomó algunos vuelos, volé con él y Oriana. Es muy reservado y profesional, muy enfocado en su carrera. Nunca le vi ningún capricho, siempre está a la hora. Cuando hay que hacer bromas, es muy simpático. Es la persona que mejor come, siempre frutos secos y frutas, muy sano, nunca hace excepciones, ni siquiera cuando va de vacaciones. Él me presentó a Bentancur, a los dos les gusta mucho el reggaeton. La historia con Ocampos es mejor: había un torneo cerca de Sion, propuse ir de asistente del Marsella, conducía furgonetas y los llevaba del hotel al campo, estaba ahí a ver si lograba hablar con algún futbolista para decirles lo que hago. Se termina un partido y mi trabajo era llevarlo rápido al hotel que era a 800 metros. En ese trayecto tenía que dar mi mensaje, bajé la música y les hablé, les conté que tenía una compañía. Hubo un silencio… Una vergüenza, ja, eran jóvenes y se reían, nadie me contestó. Hubo unos diez segundos incómodos, hasta que Ocampos se dio cuenta de que yo era italiano y me habló en italiano, para sacarme del momento incómodo. Me creyó y le di mi tarjeta. Lo quiero mucho.
-¿Volás por cualquier lugar del mundo?
-Vuelo un avión de cuatro horas de autonomía. Los jugadores van mucho a Ibiza y a Grecia. Cuando eligen los privados, no lo hacen por capricho sino por necesidad, para pasar una noche más con su familia, porque están mucho fuera de casa. Veo muy hipócrita criticarlos por los jets privados, lo usan para estar más en casa.
-¿Cómo es la historia con Falcao?
-Cuando lo acompañé al Mónaco, me acerqué a él para hablarle pero no pude, hasta que Icardi publicó una historia conmigo y él me habló. Me contrató varios vuelos.
-¿A qué otros argentinos llevás?
-Driussi, Ansaldi, Mammana, Paredes, Lautaro, Di María, De Paul. Con Rodrigo fui a Ibiza. Es muy orientado a la familia y con mucho enfoque en su carrera. Él me presentó a Roberto Pereyra. También llevé a Perotti, muy buen chico. Una vez me comentó que tenía un avión más barato del que yo le ofrecía y cuando me lo pasó era un avión viejo y le dije que ahí no me subiría. Terminó viajando conmigo. El vuelo de Emiliano Sala era muy barato, hay que evitar eso.
-¿Lo de Emiliano fue porque el avión era barato?
-En el audio se notaba que temía, entendió que algo no andaba bien. Un jugador de ese tamaño, con una transferencia de ese dinero, un vuelo de noche, con un solo piloto y un solo motor, él supo que había que tener miedo. Pero temió de manifestarlo y decir “yo acá no vuelo”. Supongo que por las presiones.
-¿Qué presiones?
-Pudo haber temido que el fichaje no se hiciera o que la prensa lo tratara de cobarde por no subir, por ejemplo. El piloto no tenía habilitación para viajar de noche, el avión estaba registrado en Estados Unidos y no en Europa, para así pagar menos impuestos. Son cosas que hay que evitar. La seguridad es lo primero, es lo que siempre les digo a cada uno de mis clientes.
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