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Las autoridades gubernamentales acaban de cerrar dos prostíbulos en Shenzhen, la ciudad china donde se hacen la mayoría de los iPhones de Apple. La noticia no tendría la mayor relevancia hasta que descubres que los locales estaban habitados exclusivamente por ''damas de compañía'' sintéticas. 

Lo cuenta el medio independiente chino 'Sixth Tone', que afirma que las autoridades obligaron al dueño a cerrar ambos negocios en los que puedes gastar un poco más de 20 euros en tener un encuentro de una hora con una muñeca sexual articulada. 

El dueño —llamado Li Bo— afirma que las autoridades no le dieron ninguna explicación para cerrar sus exitosos prostíbulos, uno inaugurado en 2018 y el otro en septiembre de 2020. Según él, la policía selló las puertas de ambos edificios mientras un cliente todavía estaba dentro.

El medio estatal 'Xinhua News' afirma que las autoridades decidieron cerrar los chiringuitos por razones higiénico-sanitarias y porque había habido “informes” sobre clientes menores de edad.

La prostitución es ilegal en China y cualquier trabajador sexual puede acabar en la cárcel con condenas de hasta 10 años. Lógicamente, las prostitutas sintéticas no son personas y el dueño tampoco está cometiendo ninguna acción ilegal. Según declaraciones del abogado Ding Jinkun a Sixth Tone, “no hay legislación sobre este tipo de negocios”. El único problema potencial de estos locales es el tema de la higiene.

El nacimiento de la 'robosexualidad'

La prostitución sintética está explotando en China y empezando a coger fuerza en otras partes del mundo. Los prostíbulos llenos de estas muñecas y muñecos se han extendido por megalópolis como Shanghái, Pekín, Chengdu y Tianjin. El diario 'China News' afirma que algunas de estas ciudades tienen docenas de estos locales con una clientela fiel. Pero no solo es China. El 'South Morning China Post' informó el año pasado que las exportaciones globales de estos seres sintéticos femeninos y masculinos —sí, no es solo cuestión de hombres heterosexuales— se han disparado, aumentando un 50% en la primera mitad de 2020.

Foto: Quinn, uno de los últimos modelos de Real Doll. (Real Doll) 

Los fabricantes suponen que la pandemia ha motivado este aumento de la demanda, pero, cada vez más, hay más personas que están aceptando esta forma de compañía como una parte más de su sexualidad. Esto no solo incluye hombres solitarios, sino gente con una rica vida social, pero que prefieren mantener relaciones sexuales con estas mujeres y hombres sintéticos a tener una pareja humana. Incluso hay parejas que las incorporan como un juguete sexual más. Una industria, la del juguete sexual, que facturará más de 30.000 millones de dólares en 2021, con una estimación de más de 52.000 millones para 2028. Este tsunami en pleno crecimiento ha hecho que muchos científicos y futuristas hablen ya del nacimiento de la robosexualidad.

Los robots sexuales revolucionarán las relaciones

Una de las compañías que más está invirtiendo en un futuro donde estos objetos inanimados sean indistinguibles de un ser humano es Real Doll. Desde su orígenes en 1996, han pasado de emplear a expertos en efectos especiales de Hollywood para realizar muñecas cada vez más realistas a contratar a ingenieros de inteligencia artificial y robótica y facturar millones de dólares.

Pieles con temperatura humana, ojos que se mueven, bocas articuladas... Poco a poco, sus muñecas están empezando a simular ser personas. Hace unos tres años comenzaron a utilizar sistemas de voz sintética especializados en mantener conversaciones gracias a la inteligencia artificial. Todavía no son totalmente creíbles, pero están avanzando a velocidad exponencial gracias a la explosión de la demanda. Real Doll afirmó recientemente que ahora están trabajando en muñecas capaces de andar. Lógicamente, el objetivo no es llevarte a Lola y Manolo el robot de cañas, sino que estas máquinas dejen de ser sujetos pasivos para convertirse en parejas activas y poder hacer la caidita de Roma sin limitaciones, del salto del tigre a la cigueña invertida. El siguiente paso lógico en esta evolución es que el robot sexual tome la iniciativa en vez de yacer en la cama como un cadaver. A este ritmo de innovación, no está lejos el momento en que estas máquinas sean totalmente indistinguibles de una persona real. Cuando lleguemos a ese punto, habrá muchos más hombres y mujeres que se decanten por tener relaciones románticas con parejas que sean exactamente lo que desean. Ya no solo serán personas con dificultad para mantener relaciones por las razones que sean —sociales, físicas o psicológicas— o aquellos que busquen fetiches sexuales. Los motivos serán mundanos, desde la simple falta de tiempo a no complicarse la existencia.

Acelerando hacia la singularidad

Imagen de uno de los prostíbulos clausurados por las autoridades. (Li Bo)

En estas relaciones, el poder siempre estará del lado del humano. Al existir como meras simulaciones, aunque fueran perfectas, el humano siempre se considerará superior al robot porque no lo verá como una forma de vida. El problema es que el avance tecnológico no se detendrá en ese punto. La evolución lógica de la inteligencia artificial llegará finalmente a su estadio final: la singularidad. La IA llegará a ser otra forma de vida más en la Tierra, con consciencia de sí misma, viviendo como un ser humano en los planos físicos y virtuales de la existencia. Y más allá. En ese punto —como escribió Isaac Asimov en su relato 'El hombre bicentenario'— la humanidad tendrá que enfrentarse a una nueva realidad. Irónicamente, esta nueva forma de vida cambiará la relación de poder con el ser humano. La máquina será tan válida como el ser humano. De hecho, sus capacidades serán mucho mayores que las que ofrece nuestra frágil y limitada biología. James Lovelock dice en su libro 'Novacene' —una de las referencias fundamentales de esta sección que estáis leyendo— esta fase tecnológica traerá una etapa de prosperidad a la humana, quizás la definitiva.

Como ya escribí en otra ocasión, antes de llegar a ese punto el conflicto será brutal: "La sociedad encontrará en esta nueva vida sintética, y en la definición de sus derechos, un conflicto existencial que redefinirá para siempre quiénes somos. Un problema que derivará en una nueva guerra cultural que quizá llegue a una guerra real, con bandos a favor y en contra de aceptar estas vidas 'sintéticas' como vidas 'reales', sencillamente porque la mayoría de nosotros —yo incluido— no comprenderemos cómo esta consciencia sintética es posible”. Pero el hecho es que será posible y es inevitable. Al final, estas cosas que estamos viendo en China y en el resto del mundo no son más que un diminuto aperitivo de lo que viene, las primeras notas de una sinfonía inesperada. Presos de nuestra concepción actual del mundo, es muy difícil imaginar la dimensión de la revolución que nos espera a todos en un futuro no muy lejano. Pero no os quede duda de que llegará, lo queráis o no.

El nuevo modelo de robot mecanizado en el que está trabajando la compañía Real Doll. (Real Doll)

Fuente: Diario El Confidencial España

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