Es normal que a lo largo de una relación la convivencia en pareja presente retos que requieran dedicación para ser superados. El triunfo de la vida en pareja descansa sobre siete aspectos indispensables.
Estos han sido sintetizados por el doctor don Enrique Rojas que es catedrático de Psiquiatría y Psicología médica y director del Instituto Español de Investigaciones Psiquiátricas de Madrid.
1. Mantener la admiración por esa persona. La admiración es, junto con la atracción física, el primer ingrediente que nos lleva a interesarnos por otra persona. Valorarla, reconocer que en su itinerario personal ha sido capaz de superar dificultades y problemas, creciéndose ante las adversidades. Admiración es la sorpresa positiva que nos despierta alguien en quien vemos unos valores que nos producen una mezcla de entusiasmo, deslumbramiento, asombro… Y que nos lleva a valorarla de forma especial. Es una de las claves para enamorarse y otra de las piezas esenciales para mantenerse enamorado.
2. Cuidar los detalles pequeños positivos de la vida ordinaria. Lo pequeño, lo menudo, no es algo baladí, sino al contrario, es decisivo en la pareja. Los psiquiatras lo definimos como intercambio de conductas gratificantes que refuerzan el amor. Es más, un amor así, trabajado con artesanía psicológica, no tiene fecha de caducidad. Trabajar estos detalles es inteligencia emocional.
3. Evitar discusiones innecesarias. En las parejas que funcionan bien se discute muy poco. Se han aprendido unas reglas, mediante las cuales se sabe que ese es un terreno peligroso, en donde se dicen cosas fuertes y muchas veces las discrepancias no son importantes. Rara vez de una fuerte discusión sale la verdad, pues hay más desahogo y catarsis: quejas, acusaciones, agresiones verbales… Es una rampa deslizante que termina en un avispero de críticas recíprocas… Esto termina en un fuerte deterioro que aporta poco a la convivencia y deja una huella dolorosa y un sabor a derrota.
4. No sacar la lista de agravios del pasado. Luchar, poner de su parte, esforzarse por no sacar la lista de reproches del pasado, la colección de anécdotas negativas que están ahí, como a la espera y que si no se las controla, salen a borbotones: ofensas, disgustos, malos momentos, ultrajes… Palabras fuertes desafortunadas y un largo etcétera. Esa colección, ese almacén de recuerdos malos debe estar cerrado con llave y no salir nunca, porque su efecto es devastador, ruinoso, destructivo. Sé lo que digo: son muchos años de psiquiatra viendo dificultades y conflictos de pareja.
5. Ir consiguiendo habilidades en la comunicación. Aprender a dialogar con respeto y eficacia. Es un terreno difícil, que hay que cuidar con esmero. Me abro entre masas de pensamientos para explicar este apartado y espigar lo esencial de este punto tan concreto:
Cuidar el lenguaje verbal: lo que se dice. Y esto va desde el 'te quiero' al 'perdona por lo que pasó el otro día', 'perdóname'… 'Que sepas que valoro todo lo que haces y llevas a cabo'… Es la magia de la palabra hablada: estaría todo este artículo dedicado a este apartado.
Mejorar en el lenguaje no verbal: gestos, ademanes, tomarla de la mano o de la cintura, darle un beso a destiempo. En una palabra: complicidad.
Trabajar con alguna frecuencia el lenguaje epistolar: esto ya es para nota, hasta aquí no llegan muchos: escribirle al cónyuge unas breves líneas y dejárselas encima de la almohada o en la mesa de noche. Pidiendo disculpas por algo o perdón, o simplemente porque sí. Pocos llegan hasta aquí. ¡Pero qué frutos tan positivos produce cultivarlo!
Tener presente el lenguaje de las celebraciones: días especiales para la pareja como el aniversario de boda, cumpleaños, fechas especiales para los dos. Todo eso forma un mundo de expresividad emocional muy interesante, que son pocos los que se esfuerzan en este terreno.
Sorprender a la otra persona con un plan agradable e inesperado. La enfermedad mortal del amor es la monotonía. Es más grave que la infidelidad. Poner los medios para romper esa uniformidad de vida, que es pesadez y produce una mezcla de aburrimiento y dejadez que es nociva.
6. Haber sabido alcanzar una sexualidad positiva. La sexualidad es el lenguaje íntimo del amor comprometido. Es el idioma más privado de la pareja, que requiere encontrar sus claves, para que ambos sepan gozar de esa gramática misteriosa y concreta. Frecuencia e intensidad. Es un termómetro que mide muchos ingredientes de la vida conyugal: todo y más se refleja aquí. Es la entrega total. Es una gran sinfonía con cuatro grandes partituras en su interior: física, psicológica, cultural y espiritual. Todo junto, sumado y a la vez.
7. No hablar nunca de separación. Nunca es nunca. Ni como desahogo de un momento o racha mala, ni como amenaza. Eso debe quedar borrado del diccionario común.
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