Según las últimas cifras de Our World in Data, Israel sigue siendo el líder mundial en ritmo de vacunación contra el coronavirus, superando el 30% de la población que ya ha recibido la primera dosis, muy por delante de países como Alemania, China o España, que todavía no han llegado al 3%.
De hecho, a escala mundial se está por debajo del 1% de personas inmunizadas.
Es cierto que Israel tiene dinero para pagar bien a las farmacéuticas –algunas fuentes aseguran que ha desembolsado 30 dólares por dosis– y también que se trata de un país poco poblado (9,3 millones de habitantes). Y no hay que obviar que tiene elecciones a la vuelta de la esquina, con un primer ministro buscando popularidad. Sin embargo, atribuir la buena campaña de vacunación al hecho de ser un país pequeño, rico y en proceso preelectoral nos podría llevar a conclusiones simples, ya que otros territorios se encuentran próximos a esta casuística, pero sin embargo lejos de estos resultados.
Distribuir la vacuna con eficacia es un proceso que tiene un alto componente logístico, así que para entender cómo Israel pretende inocular a toda su población en apenas tres meses, es necesario analizar las características de la cadena de suministro que ha diseñado para la ocasión. Un ejercicio que nos permite identificar al menos tres factores relevantes que han contribuido a este éxito: la resiliencia, la tecnología y la colaboración.
La resiliencia logística, entendida como el conjunto de técnicas que permiten incrementar las garantías de servicio, está muy arraigada en los países acostumbrados a turbulencias políticas. En este sentido, Israel dispone de un modelo robusto que combina una alta centralización de la compra y almacenamiento de vacunas (para controlar el stock) con una elevada descentralización de la distribución final (para agilizar el suministro). Así las cosas, hay una única empresa que se encarga de abastecer de las dosis necesarias para una gran red con más de 400 puntos de vacunación en todo el país.
Por otro lado, la tecnología está desempeñando un papel clave. Y es que Israel cuenta con un modelo sanitario universal que registra electrónicamente a toda la población del país, con un sistema integrado que permite acceder a los datos exactos de cualquier usuario. Esta digitalización aporta una información de calidad que es esencial para planificar la demanda y organizar una distribución óptima de las dosis, posibilitando vacunar de forma ordenada los siete días de la semana.
También hay que destacar la importancia de la colaboración entre los distintos actores que conforman la cadena de valor. Por ejemplo, Israel ha conseguido una posición preferente de compra con las farmacéuticas a cambio de ser su prueba piloto para analizar la efectividad de la vacuna y determinar cuándo se alcanzará la inmunidad de grupo. En la misma línea, fue el primer país en coordinar los agentes logísticos implicados para manipular las vacunas para realizar entregas más pequeñas, con el objetivo de facilitar el reparto a las zonas rurales.
Resiliencia, tecnología y colaboración. Tres factores que explican parte de la campaña de vacunación más rápida del mundo y que son extrapolables a cualquier logística que quiera afrontar el futuro con garantías. Solo habría que añadirle una cuarta tendencia derivada de la pandemia, que es la apuesta por las cadenas de proximidad. Algo que también sabe bien Israel, ya que ha anunciado que tiene previsto sacar una vacuna de fabricación propia antes del verano.
Fuente: Diario La Vanguardia