18. Bola de liebre, por Andy Parkinson, Reino Unido
Andy Parkinson pasó cinco semanas observando a las liebres de las montañas cerca de Tomatin, en las Tierras Altas de Escocia, esperando pacientemente cualquier movimiento, un estiramiento, un bostezo o un temblor, que generalmente tenía lugar entre cada 30 y 45 minutos. Mientras observaba, congelado y postrado, con vientos de entre 75 y 90 kilómetros por hora que se elevaban implacables a su alrededor, el frío hacía mella en el fotógrafo y comenzaba a distraerle mientras sus dedos que agarraban el cuerpo de la cámara y la lente de metal helado comenzaban a arder. Entonces llegó el alivio cuando esta pequeña hembra movió su cuerpo se convirtió en una bola perfecta. Un movimiento de pura alegría. Andy anhela esos momentos: el aislamiento, el desafío físico y, lo más importante, el tiempo con la naturaleza.