La industria de la aviación civil está empeñada en llegar a la cifra de cero emisiones netas de carbono en 2050. En Estados Unidos la NASA está siendo uno de los grandes protagonistas de esta misión.
Dando un largo paso adelante, Bill Nelson, director de la NASA, ha anunciado este miércoles que el adjudicatario para construir un prototipo de avión de pasajeros de vuelo sostenible será la compañía Boeing y que su primer vuelo está previsto para 2028.
En su aspecto exterior, el SFD (siglas en inglés de Demostrador de Vuelo Sostenible) diferirá bastante de los aviones actuales. Las diferencias más evidentes se verán en las alas, que serán más finas que las convencionales y estarán situadas en la parte alta del fuselaje, con un refuerzo extra por debajo para su estabilidad.
Este diseño permitirá instalar nuevos motores que cada vez tendrán menos que ver con los actuales y que no es posible probar en los aviones disponibles ahora, de alas bajas, que quedan más cerca de las pistas cuando el aparato está en tierra.
En el interior el SFD será un avión de fuselaje estrecho y pasillo único como el 737, el modelo más vendido de la historia de Boeing, con 11.000 unidades entregadas desde 1967.
Según Greg Hyslop, ingeniero jefe de Boeing, el programa SFD tiene el potencial de hacer una aportación importante a un futuro sostenible. “Esto representa una oportunidad para diseñar, construir y volar un avión experimental a escala real, al tiempo que se resuelven nuevos problemas técnicos”, ha declarado en un comunicado.
La NASA, fundada en 1958 durante la presidencia de Ike Eisenhower, está dirigida por Bill Nelson desde 2021. Este abogado y senador, que también fue astronauta como tripulante del transbordador espacial Columbia, fue requerido a asumir este papel por Joe Biden. El presidente le encargó personalmente acelerar el proceso de cambios en el sector aéreo civil.
Ya en el período 2009-2015, en coincidencia con los dos mandatos de Obama, la NASA lideró un proyecto de investigación en busca de diseños y tecnologías lo más eficientes, seguras y ecológicas posible de acuerdo con las necesidades medioambientales del sector. Se acordó que fuera la NASA quien coordinase a los actores más importantes del sector en Estados Unidos, como los fabricantes de motores General Electric y Pratt & Whitney y la corporación Boeing.
Entre todas invirtieron 650 millones de dólares en ese periodo y las soluciones encontradas se fueron poniendo en marcha en laboratorios, hangares y centros de experimentación. Allí se fueron desarrollando tecnologías que permiten reducciones muy notables en las emisiones de gases contaminantes, disminuyen notablemente el ruido con nuevas generaciones de propulsores y también facilitan el ahorro de combustible. Para las aerolíneas esta música suena bien, pues ser más eficientes medioambientalmente irá de la mano de un ahorro notable de costes.
En la etapa de Trump, entre los años 2017 y 2021, la agenda medioambiental no estuvo entre las prioridades del presidente. Además, su relación con Boeing fue mala, llegándose a enfrentar directamente con su consejero delegado. Fue el sucesor de Trump en la Casa Blanca quien volvió a poner a la NASA y a Boeing en un camino en el que ahora se quiere trabajar con 2050 en el horizonte, de ahí que ya se haya definido los tiempos con claridad, teniendo el 2028 como objetivo para el vuelo de la nueva aeronave.
Los trabajos más importantes en los que esta ha trabajado en estos últimos años en este campo han puesto el foco en la investigación y desarrollo del combustible de aviación sostenible (SAF, por sus iniciales en inglés), mucho menos contaminante pero mucho más costoso que el combustible convencional. Otro punto fuerte y que serviría de base para el desarrollo de la aviación es el motor del X-57, un avión 100% eléctrico basado en un modelo popular fabricado por la italiana Tecnam. También es destacable el continuo trabajo sobre unas baterías para la propulsión de aviones que son cada vez más ligeras, pues el peso en la aviación siempre ha sido clave.
Fuente: Diario La Vanguardia