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Después de cuatro misiones que lo salvaron de la obsolescencia y hasta del desastre absoluto, la NASA y SpaceX han anunciado el estudio de una posible quinta misión para extender la vida del venerable telescopio espacial Hubble, que ya lleva más de treinta años tomando imágenes pasmosas y realizando increíbles descubrimientos.

Aunque el James Webb sea el telescopio de moda gracias a unos instrumentos más avanzados y un espejo mucho más grande — 2,4 metros contra medio metro — que el Hubble, este antiguo instrumento compartido con la Agencia Espacial Europea sigue siendo una de las grandes máquinas de la historia de la humanidad.

  

Qué es lo que están estudiando

La NASA ha anunciado un acuerdo con SpaceX, la empresa de cohetes de Elon Musk, para estudiar la posibilidad de crear una misión que lleve a un órbita más alta al Hubble usando una nave Dragon.

El acuerdo no tiene ningún presupuesto asociado. De hecho, de llevarse a cabo, el gobierno norteamericano no pagará un céntimo por una misión que podría extender la actividad operativa del telescopio mucho más allá de la década de los 30.

  

El estudio, dice la NASA, ayudará a “comprender mejor los desafíos técnicos asociados con estas misiones de servicio. El estudio, afirma, tardará por lo menos seis meses, periodo en el cual se recogerán y analizarán datos técnicos del Hubble y la nave Dragon para ver “si es posible reunirse de forma segura, atracar y mover el telescopio a una órbita más estable”.

En teoría no debería haber muchas dificultades para realizar esta labor. El transbordador espacial atracó en cinco ocasiones diferentes con el Hubble, que está preparado para ser capturado por un brazo robótico. Y la nave Dragon ya ha realizado operaciones de atraque automático con la Estación Espacial Internacional. En esta ocasión, sólo sería cuestión de desarrollar el hardware necesario para unir las dos naves en el espacio y preparar los programas adecuados para realizar la operación.

La NASA también afirma que el estudio no es exclusivo: “otras empresas pueden proponer estudios similares con diferentes cohetes o naves espaciales como modelo”. Pero está claro que no hay muchas compañías privadas dispuestas a firmar el cheque para realizar esta misión exclusivamente para el bien de la humanidad (y figurar en los libros de historia).

Quién paga la factura

La factura correría a cargo del Programa Polaris, el primer programa espacial privado a cuenta del multimillonario Jared Isaacman, un joven empresario de 39 años, piloto, astronauta y filántropo. Isaacman ya ha volado en una nave Dragon, en septiembre del año pasado, cuando salió de Cabo Cañaveral, Florida, en la nave Resiliencia.

Por ahora, el programa cuenta con tres misiones, una ya realizada. Dos de ellas todavía no tienen fecha pero, presumiblemente y si la NASA finalmente aprueba la operación después de realizarse el estudio, sería la segunda misión la que realizaría esta operación de elevación del telescopio espacial. La tercera misión será en un Starship, una nave que todavía no está finalizada y, de todas formas, sería demasiado para realizar esta labor de empuje.

La NASA y SpaceX están contentos ante la perspectiva de que un magnate les pague la fiesta. Los primeros porque extender la vida del telescopio son excelentes noticias. Al Hubble todavía le queda mucha ciencia por delante. Y los segundos, porque son los que cobran y añadirán nuevas experiencias a su catálogo de misiones posibles, como dice Jessica Jensen, vicepresidenta de Operaciones e Integración del Cliente de SpaceX. "Misiones como el servicio del Hubble nos ayudarían a ampliar las capacidades espaciales para, en última instancia, ayudarnos a todos a alcanzar nuestros objetivos de convertirnos en una civilización espacial y multiplanetaria". Muy bonito. Pero que lo pague Isaacman.

Fuente: Diario El Confidencial España 

Un vistazo al interior del Hubble - Saberes y Ciencias | Saberes y Ciencias

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