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¿Se podrá curar un ataque al corazón en el futuro?

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Los ataques al corazón en el mundo son una de las principales causas de muerte de las personas, sin embargo, este mal podría bajar su mortalidad en los próximos años.

¿Las razones? Esto tras unas investigaciones realizadas donde dieron a conocer que se puede por medio de un tratamiento hacer que las células sobrevivientes puedan proliferar.

Así lo explica El Confiedencial

Un equipo de investigadores del King’s College de Londres ha conseguido regenerar el tejido del corazón después de los daños sufridos tras un infarto. Para esto, han usado una tecnología similar a la que emplean algunas vacunas contra el covid-19, unas inyecciones que estimulan el crecimiento de células en el corazón y evitan cicatrices irreparables. El tratamiento ha funcionado tanto en animales grandes como pequeños y el equipo ha conseguido financiación para probar esta revolucionaria tecnología también en humanos.

Las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de muerte a nivel mundial. La OMS estima que en 2019 murieron hasta 17,9 millones de personas por problemas cardiacos, el 32% de todas las muertes en el planeta. Las causas las conocemos todos: una alimentación poco saludable, un estilo de vida sedentario, la obesidad o el consumo de alcohol y de tabaco. 

Cuando un corazón sufre un infarto se producen una serie de heridas que acaban formando cicatrices. Ese nuevo tejido es distinto del original y ya no se contrae ni bombea sangre de la misma manera, lo que puede desembocar en un fallo cardiaco.

"El corazón no tiene capacidad para repararse a sí mismo tras un infarto. Regenerar un corazón humano dañado ha sido un sueño hasta hace unos años, pero ahora puede ser una realidad", asegura para 'The Times' Mauro Giacca, profesor de medicina cardiovascular y ciencias en el King’s College de Londres y el autor principal del estudio que detalla el descubrimiento.

Cómo funciona

"Todos nacemos con un número determinado de células musculares en el corazón y son exactamente las mismas con las que moriremos", asegura el profesor Giacca. “El corazón no tiene capacidad para repararse a sí mismo tras un infarto. Nuestro objetivo ha sido encontrar un tratamiento que pueda convencer a las células supervivientes para que proliferen". 

Para esto, los científicos han conseguido dar con la receta (el ARN mensajero o ARNm) para producir las proteínas que contribuyen al desarrollo de las células cardiacas sanas. Luego, mediante una tecnología similar a la que se ha usado con las vacunas del covid-19 de Pfizer y Moderna, se pueden inyectar directamente en el corazón para llegar a las células supervivientes e incentivar su proliferación.

"Hemos identificado tres proteínas que impiden que las células del corazón mueran animándolas a repararse a sí mismas”, asegura Giacca. "Las nuevas células sustituirán a las muertas y, en lugar de formar una cicatriz, el paciente tendrá un nuevo tejido muscular". 

El objetivo de los investigadores es producir este tipo de proteínas para que se puedan inyectar inmediatamente a los pacientes justo después de haber sufrido un ataque al corazón, ya sea en la propia ambulancia o una vez llegados al hospital.

Una técnica revolucionaria

El laboratorio de Giacca ha recibido recientemente una financiación de tres millones de libras (unos 3,6 millones de euros) de la Fundación Británica del Corazón, que permitirá a los investigadores iniciar el ensayo con humanos en los próximos dos años. Siempre es difícil trasladar el éxito de los test en animales a los humanos, pero si funciona, este tratamiento tiene el potencial de salvar la vida de millones de personas en todo el mundo.

"Si los ensayos clínicos van bien, sería un bombazo de medicamento. La revolución de los tratamientos que se ha producido en el cáncer en los últimos años, donde hay inmunoterapia y terapias biológicas dirigidas, no se ha producido para el corazón. El tratamiento de los infartos y la insuficiencia cardiaca sigue siendo muy similar al de hace 50 años", explica Giacca. 

La tecnología ARN mensajero sintético se lleva desarrollando desde los años noventa y es una herramienta muy prometedora que ya ha demostrado su éxito en la lucha contra el covid-19. Aunque algunos investigadores la califican como revolucionaria por su potencial para tratar enfermedades que hasta ahora se consideraban incurables como la esclerosis múltiple, la tuberculosis, la malaria, la gripe estacional o incluso el cáncer.

Fuente: El Confidencial