Dice Ingrid Zúñiga, Head of Communications y relacionista pública de Platzi (plataforma de educación en línea que ofrece cursos de programación, marketing, diseño y emprendimiento), que el 77% de sus estudiantes, después de estudiar en esta plataforma entre un año y un año y medio, encuentra trabajo en la industria tecnológica, y que otro 10% está creando startups y generando más de 2.000 empleos indirectos.
No es un dato menor si se tiene en cuenta que esta es la plataforma de educación profesional enfocada en tecnología más grande en español, con más de tres millones de estudiantes distribuidos en 140 países.
El auge de las edtech, es decir las plataformas tecnológicas enfocadas en educación, viene en crecimiento y promete seguir siendo una tendencia al menos en esta década. Según Grand View Research, el mercado global de este sector se valoró en US$ 89.490 millones en 2020 y se prevé que crezca a una tasa anual compuesta del 19,9% de 2021 a 2028, hasta alcanzar los US$ 377.850 millones.
Platzi (Colombia), Crehana (Perú), Kinedu (México), Digital House (Argentina) o U-Planner (Chile) son solo algunas de las edtech latinoamericanas que han surgido en años recientes, en un movimiento bastante agitado que ha reconfigurado muchos de los preceptos existentes respecto a la forma como las personas acceden al conocimiento y la irrupción de este modelo, desde el punto de vista de negocio, puede impactar a la educación tradicional que se imparten en institutos y universidades.
Además del incremento de la oferta y la demanda en estas plataformas por los avances de la transformación digital, existen algunos factores sociales y económicos que también inciden en esta tendencia. Como lo señala el informe Educación Superior y COVID-19 en América Latina y el Caribe, publicado en julio de 2021 por el BID, la emergencia "ha impactado la educación superior en América Latina" y "la crisis económica desatada por la pandemia tiene el potencial de afectar ampliamente la matrícula universitaria en la región".
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Pérdida de estudiantes en las universidades tradicionales
En países como México, según publicaron medios como La Razón, y citando cifras de Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES), en 2021 hubo una disminución del 8% en las matrículas de nuevos estudiantes. En Colombia la cifra oficial suministrada por el Ministerio de Educación señala que desde 2017 son casi 22.500 estudiantes los que han dejado de inscribirse por año.
La coyuntura ha llevado a muchos estudiantes a buscar opciones de cursos más cortos y a un menor costo que les permita, tal como lo planteaba la vocera de Platzi, certificar sus competencias y hallar empleo en un periodo muy corto, lo cual en ocasiones no es posible en otras instituciones de corte tradicional.
De hecho, en el informe del BID se sugiere que estas podrían incorporar alternativas en sus programas, como cursos cortos y certificaciones digitales acordes con las nuevas tendencias y necesidades del sector productivo y de la sociedad.
"Esto, además de diversificar las fuentes de ingreso de las instituciones de educación superior, también son una oportunidad para aumentar la cobertura educativa con cursos más cortos y a costos más bajos, permitiendo el acceso a sectores de la población de menores niveles de ingreso", se lee en el informe.
¿Qué pasará? ¿Cambiará el modelo de negocio de las universidades? ¿O se complementarán con las edtech, que cada vez crecen en participación en el mercado?
"Habrá un impacto pero no será un tsunami"
Esteban Venegas, director del Observatorio Instituto para el Futuro de la Educación del Tecnológico de Monterrey, opina que es esperable que el surgimiento de estas plataformas tenga un impacto en la educación convencional o tradicional, pero no cree que haya un efecto "tsunami" que derribe todo lo que existe en la actualidad.
"Hay instituciones que se han lucrado con la educación en línea y con las credenciales alternativas (competencias, habilidades y resultados de aprendizaje que derivan de actividades no relacionadas con un título profesional o grado), y otras que prometen que en tres meses pueden convertirse en programadores y ganar cientos de miles de dólares, y eso tampoco funciona así. El problema es que esto termine afectando la credibilidad educativa y que por andar ofreciendo este tipo de soluciones, el estudiante en realidad no aprenda nada", sostiene Venegas.
Para el director, las universidades tienen mucho que aprender de las edtech, empezando por la flexibilidad de su modelo en el qué, cómo y cuándo, y en especial en el costo. Estas "deben pensar cómo hacer más accesible la educación sin bajar la calidad. Estoy seguro que muchas van a estar generando este tipo de plataformas y no se me haría raro, tienen el respaldo de su marca, saben cómo hacerlo. Van a diversificar y tendrán que dejar de pensar que educan para ser profesionales y luego posgrados y pasar a educar a lo largo de la vida", sostiene el experto.
Ingrid Zúñiga, de Platzi, sostiene las edtech han suplido una necesidad en la región: solo el 12 % de los latinoamericanos logran acceder a una universidad. Por eso, considera que al contrario, estas plataformas no llegan a destruir a la educación tradicional –tampoco la ven como una competencia, dice–, sino de brindarles a las personas mayores oportunidades de educación.
"Las industrias educativas más tradicionales (que incluso ahora es difícil pensar en ellas porque en la actualidad ya dan clases virtuales y cuentan con mucha tecnología aplicada) están abiertas a colaborar con las instituciones y espacios de edtech como Platzi y trabajar juntos con miras al futuro. Estas podrían ser un playground para que experimenten", acota.
Una camino diferente como estudiante
Agrega Zúñiga que en poco tiempo no será necesario que las personas realicen un trámite para estudiar a determinada edad, y esas etapas de su formación académica que implican pasar por jardín, primaria, secundaria y universidad, que como sociedad manejamos hasta ahora, "van a cambiar".
"Los niños iniciarán con su proceso de educación a cualquier edad y podrá ser en un mundo virtual o en un metaverso sin dejar de lado la presencialidad para socializar y así se potenciarán desde pequeños. Ya no tendrán que esperar a llegar a la universidad sino que podrán potenciar sus habilidades mediante programas, que con la metadata y los grandes aglutinadores de información, que ya reconocen qué les gusta a estos usuarios, les ofrecen opciones de aprendizaje que se ajustan según sus necesidades".
Santiago Salazar, creador de HackU, una plataforma edtech que se enfoca en las capacitaciones empresariales mediante microcápsulas de video por WhatsApp, y que tiene presencia en Colombia, Perú y otros 18 países, cree que una ventaja competitiva que tienen las edtech respecto a la educación tradicional es que, de acuerdo con algunas investigaciones, uno de cada cuatro estudiantes cree que después de dos años de carrera no ha aprendido aún lo suficiente.
"Hay una brecha que se necesita cerrar en el ecosistema y han ido naciendo actores que pueden movilizar un cambio. Hoy sigue existiendo un monopolio de la validación social en el que solo las universidades pueden decir quién es profesional y quién no, lo cual no tiene sentido. Quien realmente puede decir eso es quien lo emplea, así la persona no tenga un título", comenta Salazar.
Para Salazar ya es un hecho que la transición de la educación tradicional a las nuevas alternativas disruptivas se está dando, y no es una cuestión de tiempo sino que depende de la región en la que se esté registrando.
Afirma, por ejemplo, que en Estados Unidos las credenciales alternativas a las que se refería Esteban Venegas, del Observatorio Instituto para el Futuro de la Educación del Tecnológico de Monterrey, ya tienen un peso muy grande y muchas universidades les están apostando como modelo de negocio sabiendo que hacia allá va el futuro.
Los beneficiados: los estudiantes, que cuentan con más opciones para acceder a múltiples recursos y alternativas para formarse y educarse.