Este fin de semana se inaugura el mayor movimiento de consulta democrática en la historia de la Iglesia Católica que tendrá una duración de dos años y en la cual el Papa Francisco espera que la gran mayoría de los católicos sean escuchados sobre el futuro de la Iglesia.
Para realizar la consulta la Iglesia cuenta con el impulso de las comunidades locales, en una primera fase, asambleas regionales, en la siguiente etapa y finalmente el Sínodo de los Obispos previsto para el 2023 en el Vaticano.
Temas que han salido a la luz recientemente, como una mayor participación femenina en la toma de decisiones De la Iglesia y una mayor aceptación de los grupos aún marginados por el catolicismo tradicional, que va desde los homosexuales hasta los divorciados en segundo matrimonio, deberían aparecer en está consulta pública.
Además, se espera que el Papa Francisco aproveche el momento para consolidar un compromiso claro con su pontificado reformador. Al definir que el próximo sínodo tendrá como tema la sinodalidad misma (el modo de ser y actuar de la iglesia), se inspira en el modo de vida de los primeros cristianos, cuyas decisiones fueron tomadas de manera colegiada.
Cabe destacar que esto no significa que la Iglesia tomará las decisiones de forma democrática, sino que continuara con respetando la jerarquía tradicional que consta de una consulta pública que es democrática, pero el Papa Francisco tendrá la última palabra.
Algunos expertos creen además, que si la consulta pública logra ser un éxito, la llamada sinodalidad puede dejar de ser un método para convertirse en una forma de pensar. Lo que significaría que el modelo llevado al extremo por el Papa difícilmente puede dejarse de lado, incluso cuando este otro Papa.
LA VOZ DEL PUEBLO
Con el movimiento de consulta democrática que se da desde este fin de semana, es una forma de demostrar de parte del pontífice que cree que la Iglesia debe escuchar los deseos de los cristianos. Además, en la futura reunión de obispos, no se limitará a conferencias dirigidas por religiosos, sino también a discutir los temas que los más de 1.3 mil millones de personas tengan que decir.
"Es el mayor sínodo, la mayor experiencia de sinodalidad que se haya hecho jamás en la Iglesia.", comentó Filipe Domingues, doctor de la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma.
"La propuesta es amplia, pretende que todos los fieles bautizados tengan la posibilidad, en alguna parte del proceso, de ser consultados. Esto nunca ha existido en la historia de la Iglesia: un intento de consultar a todos los católicos del mundo", añadió.
"Por supuesto, nadie va a ir de puerta en puerta para hablar con todos. Pero las reuniones y asambleas deben realizarse en parroquias y grupos, se deben aplicar cuestionarios. La idea es que todos se sientan motivados a participar", explicó Domingues.
"Es un intento más amplio de enraizar la sinodalidad ya no como un proceso y una forma de hacer las cosas, sino como una mentalidad de la Iglesia", apuntó Filipe Domingues.
¿QUÉ ES SÍNODO?
La palabra sínodo proviene de la unión de dos términos griegos, synodos (reunión o concilio) y hondos (camino). La sinodalida, por lo tanto, es una forma de creer que el camino depende del entendimiento conjunto. Que las decisiones no deben ser impuestas por una autoridad, sino que deben provenir de las bases.
En 2013 el argentino Jorge Bergoglio se convirtió en el Papa Francisco, y ha demostrado que es así como cree en un futuro posible. En recuperar el modus operandi de las primeras comunidades cristianas, antes de que la Institución se convirtiera en lo que es hoy en día, muy poderosa e influyente.
Este camino va de la mano con la idea planteada en el Concilio Vaticano II. En respuesta a los deseos expresados por los padres conciliares, el entonces Papa Pablo VI (1897-1978) creó en 1965 el Sínodo de los Obispos, ente encuentro periódico para reunir a representantes episcopales de todo el mundo para tratar temas específicos.
Desde entonces se han realizado 29 encuentros, entre ordinarios,, extraordinarios y regionales. Al abrir el próximo, cuyo encuentro final será el 2023, en un acto en la Sala Nueva del Sínodo, en el Vaticano, el pasado sábado y oficialmente en una misa en la Basílica De San Pedro este domingo, Francisco radicaliza algo que venía buscando desde el primero de los cinco sínodos que ya ha convocado: la participación de las comunidades.
"En esta nueva asamblea sinodal, lo más importante no serán las conclusiones, sino el proceso de escucha y participación eclesial que desencadena", explicó el psicólogo Francisco Borba Ribeiro Neto, coordinar del Centro de Fe y Cultura de la Pontificia Universidad Católica de Sao Paulo.
Además, existe la posibilidad de que el Papa Francisco termine su pontificado, por jubilación o muerte, antes de que finalice el sínodo. Lo que ocasionaría que el proceso sinodal se convierta en un medio para garantizar la continuidad del proceso de cambio iniciado por Bergoglio, independiente de quién sea el nuevo papa.
"El punto crucial es la amplia consulta de la comunidad católica, que comenzará a nivel local, en diócesis y parroquias, y culminará en la asamblea de obispos", agregó.
"Estas consultas se convirtieron en características de una 'forma de Francisco' de gobernar la Iglesia, aunque se pueden encontrar procesos similares en varias experiencias anteriores", añadió.
"La idea de que antes de cada gran decisión, antes de dar la dirección de la Iglesia, se consulte a la gente. Y que los obispos también hagan esto, y que esto se haga dentro de las parroquias, que asumamos que lo normal es escuchar a la gente", enfatizó Filipe Domingues.
"Al final, la Iglesia mantiene su estructura jerárquica y todo lo demás. Una autoridad siempre tomará la decisión. Pero ella está iluminada por estas experiencias desde la base y todo los consultados. Para los que creen, el Santo Espíritu habla también por el pueblo, fluye no sólo entre las autoridades de la Iglesia, sino en las pequeñas comunidades, en las familias y en todos aquellos que acaban siendo consultados en el proceso sinodal", comentó Domingues.
SÍNODOS CELEBRADOS TRATARON SOBRE LA FAMILIA, JÓVENES Y AMAZONÍA
Desde que el Papa Francisco asumió el mando del Vaticano, se han celebrado cuatro sínodos. Los dos primeros debatieron la familia. El tercero abordó el tema de los jóvenes. El último que tuvo lugar en 2019, trajo al centro de la Iglesia un tema urgente hoy en día: la Amazonía, con todas sus implicaciones sociales, geográficas y ambientales.
El Papa Francisco estuvo profundizando la participación popular en los sínodos celebrados. Ya que durante las reuniones con los obispos de diversas partes del mundo, con sus diferentes visiones y experiencias, sino que estos religiosos llevaron al Vaticano los resultados de algunas consultas realizadas en sus comunidades. El hermano Marcelo Toyansk Guimaraes, de la Comisión de Justicia, Paz e Integridad de la Creación de los Frailes Capuchinos y asesores de la Comisión de Justicia y Paz de la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB, sección Sao Paulo) recuerda bien los eventos preparatorios a los que ayudó a realizar entre 2018 y 2019.
"Seguí mucho y tratamos de hacernos eco, durante el proceso sinodal, de esos temas, ayudando a toda la iglesia a repensar un nuevo proceso: la ecología integral, una Iglesia en salida y toda la perspectiva que trajo el sínodo", comentó.
Otra de las novedades que se dio fue la convocatoria de los Obispos del Vaticano a participar en el encuentro de laicos expertos o especialistas. El evento de 2019, por ejemplo, contó con la presencia del reconocido climatólogo brasileño, Carlos Nobre, del equipo galardonado con el Premio Novel de La Paz en 2007, y Ben Ki-moon, exsecretario general de las Naciones Unidas (ONU).
Un año el joven laico brasileño invitado fue Filipe Domingues, que en ese momento cursaba su doctorado en la Universidad Gregoriana. "Fue inesperado", dice Domingues.
Domingues y otro joven terminaron actuando en el propio sínodo en el comité de expertos, el brasileño dice que su principal función fue en cuestiones relacionadas con el uso de las redes sociales en la comunicación entre jóvenes. Además, destacó la importancia de eventos presinodales como en el que participó.
"Eso trajo cuestiones al sínodo que, en mi opinión, los obispos por sí solos no habrían pensado o no habrían pensado lo mismo", agregando, "Por ejemplo, la participación de las mujeres (en la Iglesia) o incluso los temas de sexualidad, que son importantes. A muchos jóvenes (católicos) les cuesta vivir lo que la Iglesia pide en este ámbito", subrayó.
Domingues contribuyó principalmente en el tema de redes sociales, ya que durante sus estudios en el doctorado esa tema fue matera de estudio. "(En el evento presinodal) los jóvenes plantearon puntos cruciales, y esto llegó a los obispos. Provocados, tuvieron que responder a algunas demandas. No pueden simplemente ignorarlo", dijo.
"Aquí hay un ejemplo de cómo este nuevo proceso marca la diferencia", añadió.
"Pero creo que todo esto ilustra lo importante que es este proceso de escucha para la Iglesia. Si simplemente hubieran convocado una reunión sobre la juventud y los obispos estuvieran allí para hablar, traerían su experiencia pastoral, harían una consulta local antes de viajar a Roma... Sería válido, pero con este encuentro presinodal hay un mayor entendimiento de lo que está pasando", defiende Filipe Domingues.
A pesar de todo, existen detractores. En el informe, dos miembros activos de la Iglesia católica en Brasil criticaron cómo se han estado llevando a cabo las reuniones presinodales bajo el pontificado del Papa Francisco.
Ambos pidieron no ser identificados, pero expresaron su malestar por cómo las discusiones, en tiempos de fuerte polarización ideológica, han sido monopolizadas por grupos alineados de izquierda.
Según uno de ellos, el caso del Sínodo Amazónico fue bastante claro al respecto: el documento presentado como síntesis del proceso de consulta terminó siendo muy similar a las premisas de quienes movilizaron la participación popular. Otro miembro apunto a que algunos sectores buscaron hegemonizar la discusión hacia un lado "más progresista y contrario a las tradiciones del catolicismo", según sus palabras.
En este punto, coinciden estos católicos, el Papa tiene un enorme desafío en su intención por escuchar a los fieles, y es el de incluir en el proceso a los sectores más tradicionalistas y egocéntricos de la comunidad.
Uno de los puntos que deberá intentar el Papa es poner a los llamados "progresistas" y "conservadores" en el mismo bando. Ya que si Francisco quiere una Iglesia abierta a todos, el Papa no se ha preocupado tanto por las tradicionales, pero al mismo tiempo es aclamado por los progresistas.
EL TEMA DE LA ÉPOCA
"Esta cosa de a sinodalidad, al principio parecía un metalenguaje", admitió Domingues. "Pero ahora vemos que se trata de la consolidación de la idea de Francisco del sínodo, algo que continúa más allá de su pontificado. Está en una fase de consolidación, de ideas arraigadas. Su papado ya no aparta nuevas ideas, sino arraiga, ya presentado", agregó.
Guimaraes además, recuerda una tesis presentada en el pontificado de Francisco y que debe elevarse al máximo poder en este proceso sinodal, el de la infalibilidad no solo del Papa, sino de todo el pueblo cristiano.
"Dice que los laicos, cristianos en general, en su fe auténtica, también son infalibles. Y son ellos los que señalan el camino de la iglesia", apuntó.
"Cuando más vivimos la sinodalidad, más profundamente estamos en lo esencial: el amor fraterno, el diálogo, el respeto mutuo, la reciprocidad de los dones y el servicio mutuo", ejemplificó. "Cuando más vives la sinodalidad, más pueblo De Dios eres y más superas los propusimos, el clericalismo", dijo Guimaraes, que además cree es el posible camino para el futuro.
"El proceso sinodal, de manera profunda y auténtica, renueva la vida en la Iglesia y tiene un impacto en la sociedad, porque logra dialogar con las expresiones socioambientales y se coloca en una posición de servicio, ayuda mutua y acogida", continuó agregando, "Este camino ayuda a la Iglesia a estar más presente y responder a la sociedad".
El hermano Marcelo Guimaraes considera que tal modelo le permitirá a la Iglesia "abarcar, acoger y considerar las necesidades de hoy, ya sean sociales, ambientales, de justicia, políticas o estructurales".
Además el vaticanista Domingues, cree que en el transcurso de este proceso, se deben presentar cuestiones que a veces pululan en las discusiones sobre el futuro de la Iglesia.
También recuerda que el sufragio femenino en el Sínodo ya se está planteando, incluso con la participación que ya ha tenido lugar en ediciones bajo el pontificado de Francisco.
De hecho en febrero el Sumo Pontífice, eligió por primera vez, a una mujer para servir como subsecretaria en el Sínodo de los Obispos, la monja francesa Nathalie Becquart, que ya era consultora.
"Ésta es una pregunta. Cómo participarán las mujeres, cómo se puede adaptar la estructura de la Iglesia para incluir a más mujeres en el proceso de toma de decisiones. Es una cuestión sinodal", explicó.
"De nada sirve pensar que los obispos solos siempre tomarán las mejores decisiones para la Iglesia, sin escuchar a nadie. Y ellos ya lo saben, la gran mayoría sabe que es necesario detenerse y escuchar, porque la Iglesia pide, la Iglesia actúa según los signos de los tiempo. ¿Y cómo lo percibes? Escuchar a la gente, salir a la calle, meterse en medio de ellos y ver las dificultades. Tratar de proponer respuestas...", añadió.
"Papa Francisco ha destaco que los estaciones de poder también los ocupan las mujeres", enfatiza Guimaraes. Quien también cree en el proceso, si se lleva a cabo con una amplia participación de sectores.
"Este proceso (sinodal) es muy importante porque identifica las fracturas que la sociedad nutre y que muchas veces entran en la mentalidad de la Iglesia", dijo.
Por su parte, el psicologo Ribeiro Neto, enfatizó que la sinodalidad "es un proceso comunal", que no debe confundirse con un movimiento democrático.
"En un proceso democrático, las decisiones nacen de una posición mayoritaria, a menudo determinada por el voto. En la comunión, las decisiones nacen de un consenso apoyado en la sabiduría y espiritualidad de los maestros de la fe, a la que Francisco se insiste en recordar que ellos no son necesariamente los líderes ni los doctos, sino cualquier miembro de la comunidad que tenga el verdadero discernimiento de la fe", explicó.
"Francisco es, ante todo, un místico. Busca, en los polémicos acontecimientos y en las voces a menudo disonantes del mundo, los signos de la voluntad de Dios. Para él el sínodo es eso: una oportunidad para escuchar la voz de Dios que está escondido entre los más pequeños, no es un proceso democrático de consulta con la mayoría. Es un evento de carácter espiritual y místico, más que político y organizativo", finalizó el psicólogo.