Aunque muchos pensarán que se trata de una pélícula de los famosos Avengers, no lo es. Pero las autoridades de defensa de los Estados Unidos trabajan a toda máquina en el desarrollo de una flota de portaviones voladores que puedan lanzar desde las alturas drones de combate que puedan desplazarse a cualquier punto del planeta.
El programa de DARPA — el brazo de proyectos avanzados de investigación del ejército americano — trabaja en los ‘X-61 Gremlins’ y lo está haciendo la compañía Dynetics en colaboración con Kratos Defense. El proyecto comenzó en 2016, cuando DARPA publicó un concurso para seleccionar el proyecto que convertiría sus aviones Lockheed C-130 Hércules en plataformas desde las que lanzar ataques de lo que denominan “hunter killers” — cazadores asesinos inteligentes que apoyarían a fuerzas de tierra como los Marines— y drones de reconocimiento.
Una vez cumplida su misión, los drones no volverán a una base en tierra sino que retornarán a su nave nodriza, donde se re-conectarán a sus puntos de anclaje para repostar y estar listos para salir en otra misión.
Según Dynetics, al final del programa experimental, Gremlins será capaz de lanzar y recoger cuatro drones X-61A en menos de 30 minutos. Los drones, afirma Dynetics, podrán volar durante una hora en un radio de 300 millas náuticas (unos 555 kilómetros) con 22 kilos de carga.
DARPA realizó su primera prueba a finales del pasado enero. En esta ocasión, Dynetics sólo demostró el lanzamiento y vuelo automático de un X-61A, como se puede ver en el vídeo bajo estas líneas.
La siguiente prueba está a punto de celebrarse y, esta vez, incluirá lanzamiento, vuelo y vuelta al portaaviones volante, donde el X-61A ejecutará un maniobra de aproximación para ser capturado por un sistema parecido al que los aviones usan para repostar en el aire. Una vez capturado, el sistema guiará al X-61A debajo del ala del C-130, asegurándolo con el mismo sistema de anclaje mecánico desde el que lo lanzaron.
La prueba parece bastante humilde pero, de tener éxito, demostrará definitivamente que este tipo de operaciones aéreas son posibles, útiles y seguras. De ser así, la lógica intención del Pentágono no se quedaría en usar los C-130 que están utilizando en esta prueba. El concepto sería escalable a aviones más grandes que puedan volar a mayor altitud, algo más parecido a los B-52 Stratofortress.
Eventualmente, el objetivo final sería tener una flota de portaaviones volando constantemente como ahora tienen a los portaaviones de su fuera naval, que en estos momentos actúan como bases de operaciones por todo el planeta. Si siguen adelante, es obvio que este tipo de operaciones no requerirá humanos para funcionar y que los mismos portaaviones serán también drones automatizados.
Tampoco estarían exentos de sufrir ataques de otras fuerzas. De hecho, la crítica a este tipo de proyectos es que podrían ser neutralizados por un adversario como Rusia y China. La sofisticación de estos sistemas automatizados está llegando a tal punto que no es difícil imaginar batallas aéreas de drones con resultado de suma cero. Al final, aquel país que cuente con mayor número de fuerzas de reemplazo — o la inteligencia artificial más avanzada — sería el vencedor.
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