En los últimos días las misiones espaciales han captado el ojo de la población, especialmente de los gobiernos de Rusia y China, quienes han ya han participado en estos viajes cósmicos, y han crearon nueva nueva e interesante alianza. Acordaron firmar un memorando de entendimiento el cual estipula que ambos países colaborarán en la construcción de una base lunar.
Este acuerdo indica que Rusia se unirá a China para ayudarlo con el plan de construcción de sus Estaciones de Investigación Lunar Internacional (ILRS por sus siglas en inglés). Esto representa un sorprendente giro por parte de la asociación rusa con las naciones que contribuyen a la creación de esta base lunar, ya que podría tender un gran impacto en el panorama geopolítico de la exploración espacial.
El objetivo de ILRS es establecer una alta presencia robótica, a largo plazo, en la superficie lunar a principios del 2030, y tener una presencia humana sostenida a finales de ese período.
Ambos países llevarán a cabo la investigación, comenzando con las próximas misiones Chang'e-6, -7 y -8 de China y la sonda Luna 27 de Rusia.
Planean usar la base lunar para ayudar en la “construcción y operación de la primera plataforma de intercambio humano en el polo sur lunar, apoyando la exploración científica a gran escala a largo plazo, los experimentos técnicos y el desarrollo y utilización de los recursos lunares”.
China y Rusia planean que a principios de la década de 2030, el desarrollo de ILRS proporcionará teóricamente una base para la presencia robótica a largo plazo en la Luna con el potencial de misiones cortas con tripulación. Se prevé que los planes para estructurar una presencia humana a largo plazo tengan lugar entre 2036 y 2045.
El director de la agencia rusa, Dmitri Rogozin, había coqueteado durante los últimos años con Estados Unidos, que invitó a Rusia a participar en su programa lunar Artemisa, que contempla el retorno del ser humano a la Luna en 2024. Sin embargo, a mediados de 2020, Rogozin anunció públicamente que Moscú renunciaba a participar en Artemisa debido a que este programa se había convertido en un “gran proyecto político”.
“Ellos ven su programa no como uno internacional, sino como algo parecido a la OTAN”, adujo.
Rogozin aseguró que Rusia se opone a la privatización y explotación comercial de la Luna, como propuso el pasado año el entonces presidente de los Estados Unidos, Donald Trump. “En ningún caso permitiremos la privatización de la Luna por parte de nadie. Eso es ilegal y contradice el derecho internacional”, aseguró a una emisora de radio.
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