La autopsia practicada a Diego Armando Maradonba en la morgue de San Fernando confirmó que este murió, principalmente, por una insuficiencia cardíaca, pero el Diez no tenía un cardiólogo. La autopsia también encontró que Diego tenía cirrosis, pero todo indica que no tenía un especialista que controlara su hígado.
Para la justicia argentina, el médico de cabecera del ex futbolista sería Leopoldo Luque. El neurocirujano se hizo cargo de ese rol clave en una carta enviada a mediados de 2020 a la Justicia de Miami en el marco de una demanda de Diego contra Claudia Villafañe por varios departamentos en esa ciudad del estado de Florida. “Soy el encargado de la salud física y mental de Diego Maradona”, afirmó en ese documento.
Hoy, los fiscales Laura Capra, Patricio Ferrari y Cosme Iribarren, bajo la coordinación del fiscal general John Broyad, avanzan en su investigación bajo una posible imputación gravísima: homicidio culposo por omisión o negligencia, un mal tratamiento médico que llevó a la muerte del astro argentino. Tras reunir una gran cantidad de pruebas médicas, pericias toxicológicas y anatomopatológicas, los chats y conversaciones a teléfonos incautados en allanamientos se convierten en una nueva zona cero para determinar responsabilidades.
Todo esto será evaluado por los investigadores, pero para la Justicia hay una palabra final: la de la junta médica del caso, todavía sin una fecha definida, un cuerpo de médicos de la Asesoría Provincial de la Procuración que analizará junto a posibles peritos propuestos por los particulares damnificados todo el material disponible en el expediente y dirá si Diego, efectivamente, fue víctima de sus propios médicos o no.
Luque, hasta ahora, se lleva la peor parte, sin embargo, la psiquiatra Agustina Cosachov también está en la lista.
A semanas de que se hayan abiertos los teléfonos de los principales sospechosos y a dos meses de la muerte, los empleados de la fiscalía trabajan 14 horas por día analizando mensajes, audios y fotografías.
En pocos días se conocerá la nómina de médicos de distintas especialidades que integrarán la junta médica que determinará las responsabilidades. Por otra parte, no se descartan nuevos sospechosos, que serían parte del entorno de Maradona mismo, que lo rodeaba en el country San Andrés donce residiía cuando murió.
“Si bien hay mucho material probatorio lo encontrado en los teléfonos se convirtió en una prueba sustancial porque devela los momentos previos y posteriores a la muerte de Maradona y son una radiografía de cómo se manejaban los médicos que tenían que cuidar a Diego y el entorno”, explica el abogado de una de las partes.
Por lo pronto, las conversaciones relevadas evidencian una preponderancia de Luque en la toma de decisiones que excedería el rol de simple neurocirujano, principal argumento de su defensa mediática y judicial.
El análisis al corazón de Diego -que pesaba 503 gramos, un peso superior al de un órgano normal-, revelaba varias cicatrices producto de varios microinfartos. Algunas de estas lesiones eran de larga data. Otras, en cambio, eran mucho más recientes. “De los últimos días, o las últimas horas previas al fallecimiento”, asegura una fuente clave. Los fiscales también creen que los estudios, al menos los que encontraron, son insuficientes dado el estado de salud general y las cardiopatías de Diego.
Otro dato llamó la atención en la fiscalía: tanto Dalma como Gianinna declararon en esta causa que veían a su padre hinchado horas antes de su muerte. ¿Fueron las únicas en darse cuenta de eso? Las conversaciones permitirían inferir que no. ¿A qué se debía esa hinchazón? ¿Qué se hizo ante esa situación?
Por lo pronto, los próximas días serán cruciales en la causa para determinar si existe alguna nueva imputación a más integrantes del equipo médico o, inclusive, a personas del entorno de Diego con los que compartió sus últimos momentos de vida.
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