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Venta de cazas F-35 pone ''en jaque'' el acuerdo de paz entre Israel y Emiratos Árabes Unidos

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La normalización de las relaciones entre algunos países árabes e Israel hubiera sido la noticia del año de no haber sido por la pandemia del coronavirus. 

Al deshielo, iniciado por Emiratos Árabes Unidos (EAU) con los primeros vuelos comerciales a Israel, y seguido poco después por Bahréin, es muy probable que se unan Marruecos o Sudán. Sin embargo, esta semana un acuerdo de defensa ha hecho saltar por los aires el delicado juego político. Y la culpa la tiene el caza de EEUU más caro, avanzado y polémico de las últimas décadas: el F-35.

Durante los últimos días, multiples fuentes gubernamentales y de defensa daban por hecho una inminente venta de F-35 de EEUU a los EAU. El posible acuerdo ha molestado y mucho, a Israel. No es para menos. Para el gobierno israelí y su política de defensa es crucial mantener una tangible ventaja tecnológica frente a los países árabes que le rodean. Hasta ahora, siendo cliente privilegiado de Estados Unidos y receptor de la flor y nata de su tecnología, disfrutaba de ese estatus sin mayores problemas, eso sí, con el aderezo de su propia tecnología e industria de defensa, una de las más avanzadas y referente mundial en algunos campos, como guerra electrónica, inteligencia y drones. Para Israel es sencillamente una cuestión de supervivencia.

Oriente Medio está armado hasta los dientes. Si tenemos en cuenta que hoy en día Siria e Irak no cuentan, si exceptuamos a Egipto, cada vez más occidentalizado y 'en paz' con Israel o a Irán, de las fuerzas aéreas de la región, con diferencia el país más potente sobre el papel es Arabia Saudí, que alinea más de 350 aviones de combate. Pero no se trata solo de la mayor fuerza aérea de la zona, sino que, en número de cazas y cazabombarderos, es la octava fuerza del mundo.

Disponen de 72 Eurofighter, adquiridos en un contrato firmado en 2007 por unos 4.800 millones de euros (casi 70 millones por avión, entonces) y tienen intenciones de ampliar esta cifra añadiendo otros 48 aviones más. Además del caza europeo, el material americano es abundante y basado en el excelente F-15, del que tienen 198 ejemplares de las versiones “C”, “S” y “SA”. La “S” es la variante saudí del F-15E, versión biplaza para ataque, mientras que la “SA” es la denominada “Saudi Advanced”, una de las mejores del mundo hasta la aparición del F-15EX, desarrollado a partir de la experiencia con el “SA”. A estos habría que añadir 5 aparatos de la versión “SA” pendientes de entrega y 21 F-15D biplazas para tareas de adiestramiento.

Los saudíes adquirieron 84 aviones nuevos de la versión “SA” en 2011, más 70 kits de conversión de sus modelos “S” para llevarlos al estándar “SA” y además un enorme paquete de armas, sistemas, recambios y equipos diversos. Todo por 30.000 millones de dólares. Por último, utilizan 81 aviones Tornado IDS, un avión ya en fase de reemplazo en otras fuerzas aéreas pero que, en ausencia de superioridad aérea enemiga, sigue siendo un buen avión para ataque a tierra. También disponen de 5 aviones E3-A de alerta temprana o AWACS (basados en el Boeing 707) y uno más preparado para inteligencia y reconocimiento, el RE-3A. En resumen, un oponente formidable para cualquier país.

Qatar hoy en día ni se acerca a la fuerza saudí pero, en cuanto se materialicen sus últimos pedidos, no será nada despreciable sobre todo si se compara con su pequeño territorio. Hoy en día dispone de 15 aviones Rafale de fabricación francesa más 21 pendientes de entrega, a los que se podrían añadir a futuro 36 más en opción. A los Rafale se une un pequeño contingente de 9 aviones Mirage 2000-5EDA, también de origen francés. Pero ha adquirido 24 Eurofighter y 36 F-15QA en firme pero pendientes de entrega, a los que habría que añadir otros 36 F-15 en opción. El F-15QA es una versión específica exportada a Qatar y basada en la versión saudí “SA”, aunque con algunas capacidades reducidas.

Emiratos Árabes Unidos presenta una fuerza aérea basada en el F-16 y en el Mirage 2000-9. Del primero disponen de 55 ejemplares de la versión “E” y 22 de la versión “F” (biplaza). Fue en su día (1998) una adquisición extraña cuando el avión competía precisamente contra los Rafale y F-15 que estaban comprando sus vecinos, pero en el fondo fue una compra hecha con bastante cabeza, pues se trataba de una variante del F-16 equivalente a los Block 60, incluyendo radar AESA, lo que les convertía, entonces, en los F-16 más avanzados del mundo. De Mirage 2000-9 tienen una flota de 43 monoplazas EAD/RAD y 14 biplazas.

Poderío israelí

Frente a esas fuerzas árabes, Israel mantendría un equilibrio ventajoso con una fuerza de 66 F-15 A/C/I más 18 F-15 B/D (versiones biplaza de los “A” y “C”). Denominado allí como “Baz”, los “A” y “C” son los monoplazas dedicados a superioridad aérea. El grueso de su fuerza está formada por F-16, denominados allí “Netz” (F-16A/B), “Barak” (F-16C/D) y “Sufa” (F-16I). Se trata de 175 aviones en servicio más 49 biplazas de la versión “D”. Los últimos (versión “I”) son una variante especial para Israel muy diferente de los demás. Utiliza depósitos conformados en el fuselaje (como los F-16 Block 50/52 PLUS), espina dorsal (ubicación de equipos electrónicos) y diversos abultamientos por el fuselaje que albergan sistemas autóctonos, altamente clasificados (secretos) e instalados en Israel.

Por último, la joya de la corona, el F-35I denominado “Adir” del que disponen de 18 en activo, 3 pendientes de entrega y 29 pendientes de confirmar. Además, los aviones israelíes, que ya han realizado alguna misión real sobre Irán, van con su arquitectura de software abierta, lo que permitiría a la industria israelí probar cualquier tipo de arma e integrarla sin pasar por los norteamericanos. A esto habría que añadir los aviones de guerra electrónica (verdadera especialidad israelí), reconocimiento e inteligencia, que junto con el F-35 marcan el elemento diferenciador en tecnología.

Con esto Israel mantenía una cómoda ventaja tecnológica sobre sus vecinos, donde el F-35, la guerra electrónica y, sobre todo, el muy superior adiestramiento y capacidad de pilotos, mandos y especialistas de la fuerza aérea israelí, permitía a los judíos respirar tranquilos sabedores de su superioridad técnica. Sin embargo, el posible acuerdo de venta de F-35 a EAU pone todo este 'status quo' patas arriba.

El F-35 de Emiratos lo cambia todo

La normalización de relaciones con los países árabes no iba a salir gratis y el anuncio del Presidente Trump de “no tener ningún problema en facilitar el F-35 a Emiratos Árabes Unidos” desencadenó una enorme inquietud en Israel. Podían perder, de la noche a la mañana, una buena parte de su ventaja tecnológica a cambio de nada.

Emiratos pretende adquirir un número reducido de F-35, de momento se especula con tan solo 24 ejemplares, pero deberían reemplazar a su flota de Mirage 2000 que, recordemos, son casi 60 aviones. Con este panorama no habría que descartar que esa cifra fuera superior a corto o medio plazo, con lo que la preocupación israelí no haría más que aumentar. Por eso han puesto el grito en el cielo y ya se han producido diversas protestas, gestos y declaraciones a todos los niveles, oponiéndose a esta venta que, no obstante, podría materializarse.

A este respecto se han producido diversas especulaciones en las que se habla incluso de que Estados Unidos facilitaría información sensible a Israel para que pudiera controlar los F-35 de su vecino o que, de algún modo, se garantizara el no uso de este material contra Israel. Si esto es verdad será difícil saberlo, pero tampoco sería nada extraño. Estados Unidos controla el armamento sofisticado que vende según a quien se lo vende (como todos). Un ejemplo: los F-16 turcos se han fabricado bajo licencia en factorías turcas, pero una cláusula (poco conocida) de su contrato establece que todos los aviones, antes de entrar en servicio, deben ir a territorio norteamericano para ser revisados. Luego regresan, pero a buen entendedor, sobran más explicaciones.

Tampoco a Emiratos puede que esto le importe demasiado. Su 'guerra' ahora no es con Israel y, además, no está comprando solo un avión o un sistema de armas. No compra tan solo F-35. Compra, y paga gustoso por ello, un estatus de 'amigo de confianza', una confirmación de pertenecer al selecto club de poseedores de tecnología de vanguardia y, sobre todo, unas interesantes compensaciones políticas. Como dice un buen amigo, “una venta de armas nunca es solo una venta de armas”.

La importancia de tres letras: QME

El apoyo incondicional de Estados Unidos a Israel no se basa en un gesto ni unas palabras. Se materializa en un compromiso oficial que va más allá de un Presidente o de Demócratas o Republicanos. Es un acuerdo documentado que se resume en tres letras: QME, es decir, “Qualitative Military Edge”, que viene a ser el compromiso de mantener una ventaja militar cualitativa que permita a Israel hacer frente a sus hipotéticos (o no tanto) enemigos, aunque éstos dispongan de fuerzas numéricamente superiores.

En este sentido ya ha habido varias declaraciones de dirigentes norteamericanos, como las del Secretario de Defensa, Mark Esper, quien se reafirmaba en dicho compromiso. Cuáles serán las compensaciones o “ventajas” que reciba Israel están por ver, pero allí han empezado ya a hacer una carta a los “Reyes Magos” reclamando material que consideran clave.

Entre estas estaría, desde la posibilidad de que los F-35 emiratíes se fabricaran en Israel hasta que les llegaran aviones F-22, aunque esto último parece una quimera dado su desorbitado precio. Entre ambas, una larga lista de material militar: más F-35, aceleración de entregas de V-22 Osprey (importante para Israel), otro escuadrón de F-15I, aviones cisterna y compensaciones a su industria aeronáutica, que de momento solo fabrica alas de F-35 y los sofisticados cascos de sus pilotos, una maravilla tecnológica a 400.000$ la unidad.

Fuente: Diario El Confidencial