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Descuelga el teléfono en su hogar de Malibú. Suena fría, lejana, decidida. Su casa californiana tiene 1.300 metros cuadrados, una piscina de borde infinito y vistas al Pacífico. Por eso se apresura a dejar claro que el confinamiento en su caso “no es tan duro como para otros”.

“Es obvio”, añade, “pero no deja de entristecerme”. Llama a su madre, de 92 años, cada día. Aunque vive “al final de la calle” y podría ir a verla y hablar desde lejos, prefiere el teléfono. Cher (El Centro, California, 73 años) ya había cancelado la gira cuando se decretó el estado de alarma en Estados Unidos. Lo vio venir, dice. Sus amigos en Italia le advirtieron. Así que canceló su concierto del 12 de marzo en Oklahoma y se encerró en casa. “Tengo miedo”, admite, “soy asmática y, por mi edad, población de riesgo. Este virus no es ninguna broma”.

 

No está sola

En su enorme mansión viven también su hijo Elijah Blue (43 años) y su esposa. Le ha comprado una Portal TV (un cacharro de Facebook para hacer videollamadas XL) a su mejor amiga y otra a su madre para poder verse en pantalla grande cuando hablan. ¿Y qué hace todo el día? “He empezado un nuevo proyecto. Es un proyecto artístico del que prefiero no contar nada aún. Y, sí, también estoy grabando canciones”, dice. De hecho, acaba de publicar su primer tema en castellano. Es una versión de Chiquitita de Abba. También es el motivo de que haya decidido conceder la primera entrevista en años a un medio en español. “Pensé que tenía que hacer algo, no podía quedarme de brazos cruzados”, añade. Todo lo que recaude la canción se destinará a ayudar en la lucha contra el coronavirus a través de Unicef.

El videoclip, que Cher filmó en su casa, se estrenó en la gala benéfica virtual que la ONG organizó el 9 de mayo. Pensó en grabar la canción en español cuando se metió en el estudio para dar forma a su disco de versiones de Abba de hace dos años, Dancing Queen, pero no se sintió capaz. Entonces apareció el virus y pensó que la versión en castellano, que Abba grabó en 1979 ya con un fin benéfico, era ideal para empezar a moverse. “Tomé clases de esa lengua con una joven cantante de España, Maria Moss, que me corrigió y me corrigió hasta que lo hice bien. Soy muy perfeccionista, y ella también. Me gusta el resultado. El español me parece un idioma mucho más rico a la hora de cantar que el inglés, ofrece muchas más posibilidades”, explica. Su asistente está escuchando la conversación. Y le recuerda que hable de CherCares.

 

“Un amigo me dijo una vez que cuando las cosas se cruzan en tu camino es por una razón, y creo firmemente en eso”, dice. Cher puede estar viendo la televisión en un hospital de Alemania, como le ocurrió una vez, y oír hablar de una escuela con problemas y decidir comprar esa escuela para que las familias dejen de tener esos problemas. O, como le pasó con el doctor Irwin Redlener, a quien también vio por televisión, oírle decir que en la América rural, “la parte en la que viven más latinos y nativos americanos”, la covid-19 estaba golpeando muy fuerte, “porque no tenían recursos para enfrentarse a ella”, y poner en marcha CherCares.

Se diría que CherCares es su propia ONG, o la manera en que puede hacer llegar dinero a esas zonas, siempre bajo la supervisión de Redlener. “Es lo mínimo que podemos hacer, y es lo que quiero hacer ahora”, dice.

Abomina de Donald Trump y la gestión que su Gobierno está haciendo de la crisis. Apoyó la candidatura de Hillary Clinton —también económicamente— y ahora secunda la de Joe Biden, un viejo amigo. “Eso que tenemos no es un presidente. Es el hombre más tonto, más racista, más machista, más inculto que ha existido nunca. Y si hay algo que realmente me entristece de lo que ha hecho es la manera en que ha arrancado a Estados Unidos del mundo. Yo llevo viajando por todas partes desde los 19 años. Y siempre me sentía a gusto. Ser estadounidense era ser un poco de cualquier sitio, porque aquí vive gente de todo el mundo. Pero desde que ese hombre llegó al Gobierno, allá donde voy me siento una extraña. Me avergüenza el país del que vengo. Es tristísimo”, asegura. Sabe que no será fácil para Biden derrotarle, “pero no podemos mantener a un hombre que dice que nos inyectemos lejía al frente del país”. “Está destruyendo América”, insiste.

Olas feministas

Como mujer que ha vivido todas las olas del feminismo en Estados Unidos, de esta última opina que “las jóvenes van en la dirección correcta”. “Mi madre era una mujer fuerte y valiente, y lo sigue siendo. Supongo que tuve la suerte de crecer rodeada de mujeres así. Me sentía fuerte cuando conocí a Sonny [Bono, pareja artística y sentimental de Cher entre 1964 y 1975, tiempo que duró una relación marcada por los malos tratos]. Pero solo tenía 16 años, y él, 28. Su manera de tratarme me fue debilitando hasta un punto en que era incapaz de reconocerme. Cuando lo dejé empecé a ser yo misma. Es un proceso, el de encontrarse a una misma. Y no es nada fácil llevarlo a cabo en el mundo de la música que yo viví, un mundo de hombres. Las cosas han cambiado un poco desde entonces. Supongo que fui una pionera, y que muchas mujeres tomaron de mí aquello que les pareció que podía servirles, y me alegro de que lo hicieran”, relata.

Cree que las mujeres jóvenes y mayores de hoy “tienen la responsabilidad de escucharse mutuamente”. “Deben compartir el coraje y la sabiduría de los que disponen”, opina. ¿Y qué va a pasar con el mundo de la música? ¿De qué forma diría ella, que tantas veces se ha reinventado, que puede reinventarse después de esta crisis? “Oh, yo no me he reinventado. Insisto en que las cosas se cruzan en tu camino. Cuando Mark Taylor [el productor de Believe, el álbum con el que deslumbró a una nueva generación de oyentes en 1998] me llamó, yo no tenía ningún contrato con ninguna discográfica. Él creyó en mí. Desde entonces trabajamos juntos, estupendamente. Así que supongo que el mundo de la música tendrá que hacer lo mismo. Por lo pronto, lo que pasará es que todo lo que estamos viviendo acabará en canciones que reflexionarán sobre lo que hemos sido y sobre cómo es verse desde fuera”, dice. La asistente avisa. No hay más tiempo. Antes de colgar pregunta por España. “Sé que habéis sufrido un duro golpe, solo espero que las cosas mejoren pronto”.

‘CHIQUITITA’, UNA CANCIÓN BENÉFICA Y SUPERVENTAS

El 9 de enero de 1979, en el marco del Año Internacional del Niño, Unicef organizó un concierto benéfico en el que participaron algunos de los artistas del momento, como los Bee Gees o Donna Summer. ABBA también se sumó con la canción que sería el primer sencillo de su sexto álbum —publicado ese mismo año—, y uno de los éxitos más grandes de su carrera: 'Chiquitita'. El trato era que las bandas donarían la canción con la que participasen, y todos sus beneficios irían a parar a campañas contra el hambre que la ONG llevaba a cabo por todo el mundo. El éxito del tema de ABBA fue instantáneo y mundial. La canción llegó a los números uno de lugares tan dispares como Finlandia y Zimbabue, España, Suiza, Holanda y Costa Rica. Aunque en un primer momento habían pensado en otro tema, les pareció que el trasfondo de Chiquitita —una niña a la que es imposible consolar— era más adecuado. No se equivocaron. Y, 41 años después, Cher vuelve a invocar su suerte.

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