Si en Venecia hace un año la discusión giraba en torno de cómo proteger a la ciudad -asfixiada por el turismo-, ahora el problema es cómo hacer para que los turistas puedan volver para evitar su agonía.
"El color de la laguna cambió, es mucho más clara, se ven medusas, delfines en el mar abierto, pero el coronavirus ha bloqueado el turismo y esto nos está matando", expresó Stefania Stea, vicepresidenta de la asociación de hoteleros de Venecia.
Venecia, una de las ciudades más lindas del mundo, desde hace dos meses desierta, luce más maravillosa que nunca. Exenta de esa contaminación ambiental, auditiva y visual que tuvo hasta hace dos meses, fruto de un turismo de masa excesivo e insostenible, formado por megacruceros navegando al lado de la Plaza de San Marcos, "monstruos" denunciados en un momento hasta por el misterioso artista británico Banksy.
Pero la otra cara de esta nueva situación, inimaginable hace un año, es la catástrofe económica. El alcalde de Venecia, Luigi Brugnaro, se hizo eco de esta situación a todas luces alarmante. "No quisiera usar este tono, pero lamentablemente estamos en frente de un bomba social, ya activada", advirtió recientemente.
Los dos meses de cuarentena, con todo cerrado y sin turistas, causaron estragos. La bancarrota acecha y el agujero de la comuna supera los 300 millones de euros. "Los venecianos asisten a la agonía de la ciudad. Está todo en venta", lamentó en diálogo con La Repubblica Antonio Barozzi, un panadero que solía trabajar para 42 restaurantes y hoteles, a quien solo le quedó un cliente. "Grupos extranjeros y criminalidad organizada pronto se volverán los dueños de la ex-Serenissima", vaticinó.
Si el acqua alta , es decir, las inundaciones extraordinarias del 12 de noviembre pasado, ya habían puesto de rodillas a Venecia, con daños inmensos por el agua que arrasó iglesias, teatros, museos y hoteles, y por una baja de turistas, el coronavirus ahora representa una "marcha fúnebre". La agonía.
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Éxodo
Cuando comenzó la cuarentena, el 10 de marzo, Venecia, una ciudad ya despoblada que en los últimos años de tener 180.000 habitantes pasó a menos de 52.000, sufrió otro éxodo. Se fueron estudiantes, cocineros, mozos y otros trabajadores golondrina.
"En los demás lugares del mundo la gente no sale de casa por la epidemia, pero está. La tragedia de Venecia es que ya no hay gente y si sacás a los turistas, solo quedan las piedras", graficó Giovanni Pellizzatto, dueño de la histórica librería Toletta. "En manos de los extranjeros la ciudad estalla, pero sin, se queda sin energía. Y no sabe cómo renacer", agregó.
En una entrevista vía Facebook con corresponsales extranjeros, Stea no dudó en afirmar que si no hay ayudas de parte del gobierno -subsidios de desocupación, exención de impuestos y demás-, pocos podrán aguantar el golpe.
"La alta estación, mayo y junio, ya está perdida, todavía no se sabe cuándo podremos reabrir y tampoco cuándo volverán los turistas extranjeros, sobre todo los estadounidenses, que son los que más gastan y van a los hoteles de lujo... Tampoco sabemos cuándo los italianos podrán desplazarse en libertad y, con las fronteras aún cerradas, apuntaremos al turismo de los italianos. Prepararemos paquetes especiales para el invierno, porque tampoco los italianos tendrán plata para vacaciones después de esta crisis", indicó Stea, dueña de Ca' Nigra Lagoon Resort, un exclusivo 4 estrellas sobre el Canal Grande.
Su esperanza es que al menos puedan regresar en los próximos meses turistas desde países limítrofes, con más poder adquisitivo que los italianos.
Para el sector hotelero, poscoronavirus todo cambiará y habrá mayores costos debido a las medidas de seguridad y de distanciamiento a respetar, con desinfecciones periódicas de cuartos, formación del personal para la nueva etapa, desayunos, ya no con buffets "maravillosos", sino en la habitación, a la carta. "Estamos listo para garantizar hoteles seguros, libres de Covid-19, y ofreceremos guantes, barbijos, la desinfección de los aparatos de aire acondicionado. Una vez que el cliente se vaya, mantendremos la habitación cerrada por un día para desinfectar", aseguró. "Ya vimos que los puntos más críticos son objetos como el control remoto, o el aparato para hervir el agua", precisó, al destacar que en su rubro "todos están listos para reabrir".
"No queremos caridad, queremos retomar nuestras actividades", subrayó Stua, que consideró que la pandemia, que hizo que Venecia recuperara sus aguas claras y limpias, significó una lección para todos. "Creo que de esta situación algo aprendimos y entendimos. Y si habrá menos vuelos low cost , habrá un turismo distinto, de más calidad y no 'toco y me voy'. El Canal Grande cambió de color, la ciudad está más limpia y espero que siga así, que logremos mantener esto", dijo.
Para muchos Venecia debe volver a apuntar a su inmensa cultura, aprovechar su polo universitario y regresar a sus orígenes. Sus famosos artesanos del vidrio -que le dieron la fama desde la época de Marco Polo-, sus tejidos y tapicerías codiciados en su momento por todas las cortes europeas, su tradición musical -Vivaldi era veneciano-, el teatro La Fenice, sus pintores, Tintoretto, el Tiepolo...
Aunque todavía están en stand-by y aún no se decidió qué pasará con el Festival de Cine y la Bienal de Arquitectura, el alcalde Brugnaro anticipó que para resucitar a Venecia apunta a comenzar a celebrar ya, en septiembre próximo, el 1600º aniversario de su nacimiento, que en verdad se cumple en 2021, "con citas y eventos que llamarán la atención de todo el mundo".
Fuente: Diario La Nación Argentina