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La exploración lunar, el sueño renovado de la humanidad que ya lleva más de 50 años en espera, ha encontrado un nuevo obstáculo en el camino a su retorno.

La NASA, tras analizar exhaustivamente los resultados de pruebas y ajustes técnicos, anunció un cambio en el calendario de sus ambiciosas misiones Artemis, el programa destinado a llevar nuevamente astronautas a la Luna después de más de cinco décadas.

Ahora, Artemis II, la primera misión tripulada del programa que tiene por objetivo orbitar nuestro satélite natural sin descender en él, se lanzará en abril de 2026, mientras que Artemis III, que sí marcará el regreso humano a la superficie lunar, tendrá que esperar hasta mediados de 2027 para volver a imprimir una huella en el blanquecino polvo selenita.

Uno de los principales motivos detrás de esta nueva demora en el cronograma lunar es un problema detectado en el escudo térmico de la nave espacial Orión, que será utilizada en ambas misiones.

Los expertos de la NASA explicaron ayer en una conferencia de prensa que durante el vuelo de prueba de Artemis I ocurrido hace dos años, en noviembre de 2022, el escudo térmico sufrió un desgaste inusual al reingresar a la atmósfera terrestre.

Este componente, crucial para garantizar la seguridad de la tripulación, no permitió que escapara una cantidad suficiente de gases generados dentro del material conocido como Avcoat, lo que causó grietas y desprendimientos inesperados.

Según explicó Pam Melroy, directora adjunta de la NASA, el material carbonizado del escudo térmico se desgastó de manera diferente a lo previsto, aunque los datos indicaron que las temperaturas dentro de la cápsula Orión habrían sido seguras para los astronautas en caso de haber estado a bordo. A pesar de ello, la NASA decidió no correr riesgos y llevar a cabo más de 100 pruebas en instalaciones especializadas para determinar las causas exactas y desarrollar soluciones.

“Necesitamos hacer bien este próximo vuelo de prueba. Así es como la campaña Artemis tiene éxito”, enfatizó Bill Nelson, administrador de la NASA, durante una rueda de prensa en Washington.

La misión Artemis II será un hito clave en la historia de la exploración espacial. Por primera vez desde la conclusión del programa Apolo en 1972, una tripulación orbitará la Luna. La nave Orión, lanzada por el cohete SLS (Space Launch System), transportará a cuatro astronautas: Reid Wiseman, Christina Koch, Victor Glover y el canadiense Jeremy Hansen. Durante los 10 días de la misión, la cápsula no alunizará, sino que realizará un sobrevuelo lunar antes de regresar a la Tierra.

El retraso en el lanzamiento, de finales de 2025 a abril de 2026, permitirá integrar mejoras en el escudo térmico de Orion, que seguirá conectado a la cápsula durante los preparativos finales. Además, los ingenieros están trabajando en ajustes al sistema de control ambiental y soporte vital de la nave. Nelson destacó que los retrasos son necesarios para garantizar la seguridad de la tripulación, subrayando que la NASA no lanzará una misión hasta que “sea lo más seguro posible para ellos”.

El comandante de Artemis II, Reid Wiseman, también expresó su comprensión ante la decisión, aunque reconoció que los retrasos son “angustiosos”. Añadió que él y su equipo han estado monitoreando de cerca los avances técnicos para asegurarse de que todo esté listo para su histórico vuelo.

El gran objetivo del programa Artemis es que los seres humanos vuelvan a pisar la Luna, y esa tarea recaerá en Artemis III, ahora prevista para mediados de 2027. La misión llevará a los astronautas al polo sur lunar, una región inexplorada donde se espera encontrar recursos como agua helada, vital para futuros asentamientos sostenibles en el satélite.

Para esta misión, la nave Orión deberá acoplarse a un módulo de alunizaje diseñado por SpaceX, un hito colaborativo que también ha enfrentado retrasos debido a la complejidad técnica del proyecto. Asimismo, las lecciones aprendidas de Artemis I y II se implementarán en la fabricación del escudo térmico, clave para soportar las temperaturas extremas de reingreso, que pueden superar los 2.800 grados Celsius.

El programa Artemis se ha presentado como “el esfuerzo internacional más audaz y técnicamente desafiante que la humanidad se haya propuesto hacer”, en palabras de Nelson. La NASA no está sola en esta empresa: colabora con agencias espaciales de todo el mundo, incluida la Agencia Espacial Canadiense (CSA) y la Agencia Espacial Europea (ESA), así como con empresas privadas como SpaceX, que juega un papel central en el diseño de tecnologías clave.

Sin embargo, este ambicioso esfuerzo no está exento de polémica. La posible nominación de Jared Isaacman como administrador de la NASA, tras ser propuesto ayer por el expresidente Donald Trump, ha generado inquietud en el sector espacial.

Isaacman, fundador de la empresa Shift4 Payments y conocido por sus colaboraciones con SpaceX, tiene una trayectoria como aviador y participante en misiones espaciales privadas. A pesar de ello, algunos analistas temen conflictos de interés debido a su estrecha relación con Elon Musk y SpaceX, una de las empresas más beneficiadas por contratos de la NASA.

Aunque los retrasos en programas espaciales son comunes debido a su complejidad técnica, la expectativa por el regreso humano a la Luna sigue siendo alta. La última vez que un ser humano caminó por la superficie lunar fue en 1972, durante la misión Apolo 17. Ahora, más de cinco décadas después, la NASA busca no solo repetir esa hazaña, sino establecer las bases para una presencia sostenible en la Luna que permita futuras misiones a Marte.

El viaje hacia este objetivo es un reflejo de los desafíos inherentes a la exploración espacial. Como señaló Nelson, los avances logrados en los últimos cuatro años son significativos, pero la prioridad sigue siendo la seguridad y el éxito a largo plazo. “Hemos logrado avances significativos durante los últimos cuatro años y estoy orgulloso del trabajo que han realizado... Necesitamos hacer bien este próximo vuelo de prueba”, reiteró.

Con Artemis, la NASA está sentando las bases para una nueva era en la exploración espacial, donde la Luna será más que un destino: se convertirá en un trampolín hacia el espacio profundo, con vistas a visitar Marte en la próxima década. Los expertos en NASA afirman que la clave del éxito radica en la perseverancia, la innovación tecnológica y la colaboración internacional.

Además de las demoras en el desarrollo de Starship, el principal problema que enfrenta la NASA en este momento es el desgaste inesperado del escudo térmico de la nave Orión durante la reentrada atmosférica de la misión Artemis I.

Mientras tanto, la humanidad sigue soñando con las estrellas, sabiendo que cada retraso y desafío no es un obstáculo, sino un paso necesario hacia la conquista de lo desconocido. Como dijo Reid Wiseman, comandante de Artemis II: “Este es el próximo gran salto, y lo haremos cuando sea seguro y esté listo”.

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